Me corrijo, seguramente dos. El centro de Rosario, de la ciudad que come y duerme, que tiene horarios y un plato de algo para el desayuno de la mañana siguiente, tiene un centro urbano: Sarmiento y Córdoba. El cruce de ambas calles es, desde hace muchos años, un eje de la ciudad; ahora yace allí un elefante malherido, acaso moribundo.
El otro elefante es una mentira del socialismo que el peronismo no ha resuelto: un hospital que no existe y ha sido inaugurado varias veces. Ese elefante se mira desde la Avenida que circunvala Rosario y deja Villa Gobernador Gálvez de allá y Rosario de este lado, el de acá.
El valor de lo simbólico ya no está en duda y los símbolos maltratados indican lo peor de quienes deberían cuidarlos y los dejan boqueando. No es bueno. Es una clara señal de impotencia y qué me importa no cuidar los símbolos.
No oferta esta nota datos estadísticos actualizados u oficiales (que no es lo mismo) sino el simple ejercicio de la memoria de un cronista, muchos somos testigos y memoria y eso alcanza ante lo evidente. Los elefantes agonizan.
Hace muchos años, con Juan Pablo Renzi, formidable pintor, director creativo de su propia agencia de publicidad, trabajé de redactor y nuestras fueron las campañas publicitarias de "La Favorita". Conozco ese riñón comercial desde aquellos años.
Había datos que ya entonces asombraban. El material importado en telas, en artefactos del hogar, el volumen de gran-gran tienda… y dos datos que no pueden omitirse.
Primer dato: más de 60.000 tarjetas de crédito cuando era "La Favorita" de los hermanos García. Era, sin dudas, una verdadera "caja de crédito", más que las barriales, más que el Banco Municipal. Cuando, ante la evolución del comercio y las grandes marcas en el mundo, abandonaron la ilusión de semejarse a "El corte Inglés" de España y fueron alquiladas sus paredes por Falabella, esas tarjetas de crédito llegaron a duplicarse y todos los negocios del centro de la ciudad, por un sencillo mecanismo de By Pass bancario, aceptaban la tarjeta de Falabella. Señores, fijaos, señores. El centro de Rosario tenía una tarjeta privada que solucionaba las compras y Falabella (aquella "La Favorita" a la que muchos seguían llamando así) era un pulmón económico privado que debió llamar la atención del Estado, del Estado Municipal y del Estado Provincial. Ahora "Debería". Se insiste: debería llamar la atención. Hay coletazos.
Segundo dato: la esquina de Córdoba y Sarmiento era una esquina de citas, de encuentros. Era y es fácil decir "nos encontramos en la esquina de La Favorita". "Nos encontramos en la puerta de Falabella". Más de 60 taxis en circulación permanente frente a la parada en su puerta por Calle Sarmiento. Más de 8 líneas de colectivos por esa esquina. Otros tantos por calle Rioja, la primera lateral. Más de 14 líneas por Calle Mitre, la primera hacia arriba. Y toda la circulación de colectivos por calle Santa Fe, la primera yendo hacia el río, hacían de ese sitio un punto de cruce de la ciudad, la ciudad que come o que comía, los más de 100.000 clientes "a crédito". Los bares, los negocios de la peatonal. No hay yerro: un eje de la ciudad viva estaba allí. El Estado socialista no ayudaba, ni atendía ni le importaba. Fabricaba edificios en altura con permisos raros, todos frente al río, soñaba con los shoppings y las fotos de Barcelona del Sur. Puaj.
La municipalidad quitó los colectivos, empedró para peatonal la calle Sarmiento (quedó la esquina de La Favorita entre dos peatonales) achicó las calles laterales, alejó los colectivos -se repite- y angostó las calles. Nadie transita cómodo en "el centro". Planificó una ciudad donde -esto es vital- nunca hubo cuidado por los vendedores ambulantes, la limpieza, una simple garita de turismo, no hubo, no la hay y ahora, ayer, en los días de Carnaval, los paseantes por la Peatonal no tenían, no tienen, dónde preguntar algo y uno también se pregunta: ¿existe Turismo Rosario? El Estado, sí, ¿el Estado?. Sí, caramba. Si está haciendo algo no lo dice. Y si no lo hace…
Los datos duros son claros. Edificio con sótano amplísimo y 4 pisos. Comedor arriba y salón de actos o teatro pequeño. Escalera de mármol blanco para las novias (fui parte de una campaña periodística para que los empresarios chilenos de Falabella no la quitaran). Ascensores y escaleras que funcionan y que estaban mantenidos y tenían su historia. Más de 9.000 metros cuadrados útiles (si, che, 9.000 m2). Entrada para cargas y salida a dos calles. Vidrieras amplias.
Recuerdan los viejos habitantes (y los visitantes, no olvidar) el paseo para mirar las vidrieras de La Favorita y esos verdaderos cuadros y escenografías de Huguito Salguero, antes de Carlitos Serrano, escenógrafos y vidrieristas fenomenales. Che, los paseantes sacaban fotos a las vidrieras navideñas.
Costo del inmueble en alquiler mensual: 60.000 dólares bancarios para una familia que se cobra de allí con más de 50 herederos que han comisionado a uno de ellos para que administre este elefante que, se repite: agoniza.
El negocio necesita un proyecto y un giro contractual de, por lo menos, 15 años. En soluciones impositivas y contraprestaciones estatales. Hay ofertas privadas. Hay proyectos de leyes provinciales. No hay cuidado de lo simbólico. Sarmiento y Córdoba es un elefante que agoniza.
El socialismo planificó una ciudad y la ciudad creció a su modo, sin atender las fotos y bocetos del socialismo que "relataba" una ciudad mientras la verdadera era otra, más dislocada, rebelde, angustiada. Lo que parece posible se vuelve intratable. Una vez un funcionario de la actual administración, en charla pública por un medio, intentó decirme que se estaban ocupando del tema y lo interrumpí. El viejo periodismo al que pertenezco se irrita con el relato y le brota un latinazgo: "res non verba". Cualquiera ve el elefante agonizando. Impiadosamente. Cerró en Julio del 2021. Eso dice la lápida.
Hace muchos años, pero no tantos como para el olvido, fuimos todos testigos y memoria de la cesión del "Batallón 121" a la Región Rosario. El capricho de una pareja de la última estampita real del socialismo planteó que en esos terrenos no debía ir un hospital que alivianase al HECA y sirviese, al igual que el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (HECA) a la Región.
El Hospital empezó a construirse -donde no se podía- hace muchos años, pero no tantos como para el olvido. El peronismo no ha contado la "verdad verdadera" sobre el Elefante que Agoniza. Pronto los mismo que fallaron, los socialistas/radicales responsables de eso, del Hospital Fallido que inauguraron dos veces por año y nunca terminaron, que se desguaza por la tarea de hormigas ladronas necesitadas de algo, en rigor necesitadas de todo, que conforman la banda anónima de rateros, la suma de los indigentes de la zona que en cada noche, en cada fin de semana sin custodias, quitan un vidrio, un contramarco, una puerta, media ventana y pronto, repito la advertencia, pronto los que fabricaron un Elefante Deforme e inútil, el Hospital Regional Rosario Sur, querrán criticar (algunos ya lo hacen) al peronismo por no terminarlo.
Ambos, los socialistas/radicales y el peronismo deberían mirar el entorno social del Elefante moribundo y ver qué pasa con esa zona, qué pasaba, qué sucedió y una pregunta acuñada en la gobernación Bonfatti: ¿quién manda acá?
Algo de razón tienen los socialistas ya que dejaron el elefante agonizando y el peronismo se distrajo y no avisó. No hay cloacas eficaces, no hay gas abundante, no hay calles pavimentadas en número suficiente ni calidad notable, no hay accesos laterales, no hay líneas de colectivos, está encerrado entre dos calles perimetrales y una villa de miserias. Es difícil el acceso desde Rosario e insuficiente el modo de llegar desde Villa Gobernador Gálvez y más allá; no hay infraestructura socio/económica perimetral (bares, restaurantes, ni siquiera un polirrubro).
Ya no es más culpa de la arquitecta equivocada que impidió que se resolviese en el inmenso predio del Batallón 121. Ahora es el peronismo el que debe cargar con el moribundo. Municipio de Rosario (Intendente y Concejo), Senador Departamental, Ministerio de Salud de la Provincia, Gobernador. Allí debe decidirse. Ponen los pisos, arman las camas, llaman al personal, definen qué hacer porque de este modo a los 10 años del socialismo, que veía agonizar el delirio de ése proyecto y lo relataba como sano, deben agregarse dos para tres años del peronismo que también mira la respiración del gigante recostado sobre su impotencia denunciando la ineficacia del relato saludable. Dice me muero y nadie hace nada. A los primeros contratistas les pagaron, algunos dicen que también les pagaron "mayores costos".
El elefante, tal vez dos elefantes, se mueren o les ponemos mascarillas y los rehabilitamos, que respiren y se paren. Enterrarlos o rehabilitarlos. Para que se entienda: Memoria simbólica y Comercio… más Salud. De eso se trata.
No oferta esta nota datos estadísticos actualizados u oficiales (que no es lo mismo) sino el simple ejercicio de la memoria de un cronista, muchos somos testigos y memoria y eso alcanza ante lo evidente. Los elefantes agonizan.