Acosado por los piratas que robaban el trigo que debía llegar desde Egipto; por los bárbaros que acechaban desde las orillas del Rin y el Danubio; por la escasez de metales preciosos y por la propia corrupción política de Roma, el emperador Caracalla -S.III d.C.- aumentó impuestos. Pero eso no alcanzó y tuvo una idea: quitar plata metálica al "denario", la moneda circulante. Eso arrastró incluso al "aereus", hecho con oro para usar en grandes transacciones.
La degradación del denario generó el primer proceso inflacionario de la historia; uno que no omitió al bimonetarismo del que tanto se queja Cristina.
Más allá de los grandes jugadores, los argentinos de a pie aprendieron en los últimos años a ahorrar en dólares lo poco que pueden; los guardan en las medias, al fondo del cajón. La mayoría no suele conocer aquél relato romano. Tampoco saben de Sir Thomas Gresham, comerciante y financista inglés del siglo XVI.
Pero tras años de padecer inflación, aplican con sabiduría popular la enseñanza de la experiencia monetaria romana y su posterior enunciado académico, conocido como ley de Gresham: usan la moneda de menor valor para transacciones y ahorran con otra de mayor valor intrínseco.
Denario Romano con el rostro de Caracalla.
Néstor y la épica
El 16 de diciembre de 2005, el por entonces presidente Néstor Kirchner emitió un DNU -el 1599- para modificar la ley 23.928. En los fundamentos se lee que las reservas deben "respaldar el 100% de la base monetaria", y que su administración poseía "superávit comercial y de cuenta corriente en la balanza de pagos", además de "una situación de solvencia fiscal".
Pero fundamentalmente dispuso con ese decreto que la Casa Rosada podría usar a discreción los "excedentes" en oro y divisas del Banco Central. Abrió la caja de pandora.
Para entonces, Roberto Lavagna había recomendado prudencia fiscal (la soja cayó desde US$400 en Chicago a menos de la mitad) y la creación de un fondo anticíclico; también había denunciado corrupción en la obra pública. El ex ministro de Economía fue eyectado del cargo el 27 de noviembre de 2005, 20 días antes del famoso "desendeudamiento" que manoteó las reservas del Banco Central.
Kirchner pagó al FMI US$9810 millones; alegó un efecto monetario neutro y la "solidez del modelo de producción, trabajo y crecimiento sustentable con inclusión social". También la "solidez macroeconómica".
En 2006, la soja se disparó y le concedió "viento de cola" al modelo. Pero el kirchnerismo para entonces, abandonó los sofismas de prudencia de Néstor, y gastó lo que no tenía. Eligió más impuestos, otras fuentes de endeudamiento como Venezuela (con tasas más caras) y emitir moneda que perdía así su valor. En la academia, a eso se le llama populismo.
Cristina en su última aparición pública, este sábado 22 de marzo. Foto: Reuters.
Cristina y Mauricio
Tras la crisis financiera global de las hipotecas en 2008, ya en la presidencia de Cristina Fernández, el ministro Martín Lousteau (hoy presidente de la UCR) propuso las retenciones móviles para fondear al populismo kirchnerista; la movilización del campo y el voto "no positivo" le impidieron el acceso a ese recurso.
Llegó el turno de Amado Boudou como ministro; a su instancia, la ex presidenta ordenó estatizar los fondos jubilatorios. Y en 2009 echó a Martín Redrado de la presidencia del BCRA por oponerse al "Fondo del Bicentenario", solventado con más reservas del BCRA. Otro manotazo por DNU que el economista definió como "un atentado al valor de la moneda".
En 2012 el kirchnerismo sinceró su esencia estatista y votó la reforma a la carta orgánica del Banco Central. La Casa Rosada imprimió más billetes y usó a discreción los dólares; las letras (promesas de pago de la presidencia) pasaron a ser "activos" para compensar al BCRA.
El macrismo intermedió con deuda privada primero y del FMI más tarde, pero sólo en sus postrimerías Nicolás Dujovne volvió al sendero de prudencia. La gestión de Alberto Fernández con Martín Guzmán primero y la fallida postulación presidencial de Sergio Massa después, agudizó el abuso populista.
El gasto fiscal saltó del 22% al 42% del PBI en 20 años; la carga fiscal superó el 50% sobre el sector formal de la economía y la deuda -el FMI es una décima parte de ella- se consolidó en el país con alto riesgo financiero. La pobreza llegó al 45,2% en el cuarto trimestre del 2023 y la inflación cerró ese año con 211,4%.
La evidencia histórica es concluyente. Imprimir billetes -o regalar la energía- no hace productiva ni inclusiva a una economía.
El ex presidente Mauricio Macri.
Milei y los pesos
Llegó al poder alegando la dolarización y lo ejerce fortaleciendo el peso. En la Argentina en la que "nada el pájaro y vuela el pez", el libertario propone un balance del Banco Central que respalde la moneda, gestionando solvencia fiscal y superávit comercial. Los mismos argumentos con los que Néstor Kirchner fundamentó su DNU 1599/05 para no usar reservas que se necesiten para respaldar la moneda.
Ese fue un límite que el kirchnerismo no respetó. Sergio Massa dejó un Banco Central con reservas negativas por US$11 mil millones; Milei las redujo a US$4.500 millones en rojo y logró que las importaciones se vuelvan a pagar en plazos razonables. Pero el BCRA aún tiene en su activo, "pagarés" de la Casa Rosada (letras) por unos US$23 mil millones (valoración de los "papelitos" que representan US$67 mil millones que se llevaron).
Aún cuando ya no se emiten nuevos pesos y hay superávit fiscal, el BCRA no puede respaldar la moneda nacional si los bancos acreedores del Tesoro sospechan una salida en la política cambiaria y se vuelcan a comprar dólares en el mercado. Milei se propone canjear parte de las letras, mediante un nuevo crédito del Fondo Monetario que mejore los activos del BCRA y disuelva la posibilidad de corridas.
Milei y su batalla contra la inflación. Foto: Reuters.
La Constitución Nacional
El kirchnerismo alegó su defensa a la Constitución Nacional para negarse a convalidar un DNU 179/25 que autoriza el nuevo endeudamiento con el FMI, dictado por el presidente con la abusiva arquitectura con la que Cristina convalidó normas que requieren la aprobación de una sola Cámara para equipararse con una ley.
Milei, dispuesto a acelerar por la banquina del cauce constitucional -cuando no a campo traviesa- también abusó de ese procedimiento. A diestra y siniestra, toda una alegoría del despropósito político y la institucionalidad degradada.
El nuevo acuerdo con el FMI servirá para que el BCRA recomponga reservas positivas y respalde la moneda. También para que el pago de la deuda "macrista" (Alberto Fernández no pagó) se postergue con cuatro años y medio de gracia. La tasa de interés bajará de 6,4% a 5,6%.
José Mayans, el presidente del diluido bloque cristinista del Senado Nacional, le mandó una carta a Kristalina Georgieva para que no le preste plata al libertario. Teme -con fundamento- que Milei encuentre en ese aporte, una de las anclas que le falta para devolverle valor a la moneda y lograr que, en su fortalecimiento, se recompongan la economía, los salarios formales, los aportes e incluso los haberes jubilatorios.
Kristalina Georgieva, directora del FMI. Foto: Reuters
De eso no se habla
El FMI es una excusa para el kirchnerismo y la izquierda, a los que les quedan ellos mismos y algunos barras para ganar la calle y hacer ruido adentro y afuera del Congreso. Pero el país debe $224,4 mil millones y US$252,4 mil millones. Hay grandes jugadores de la "deuda en pesos" (Massa dolarizó buena parte) que defiende el kirchnerismo. Ante la posibilidad de liberación del cepo, pueden apurar millones de moneda nacional y volcarlos a los dólares financieros.
Es lo que en la jerga se llama "golpe de mercado". Las alteraciones de las últimas semanas demuestran que la administración Milei avanzó mucho pero aún es vulnerable a los que se sienten amenazados si se termina el "carry trade" de quedarse en pesos (depósitos, bonos, letras) porque rinden más que los dólares. Buscan la suba de tasas si acaso el dólar se dispara más allá del crawling peg del 1% mensual.
El campo aportará este año unos US$30.800 millones. Hasta José Luis Manzano pronostica un boom de inversiones mineras e YPF estima que se duplicarán en 2026 las exportaciones de Vaca Muerta. JP Morgan midió un crecimiento de la economía del 5,7% anualizado en el cuatro trimestre de 2024, con subas del consumo del 13,4% en el período.
La Argentina vive la posibilidad de un cambio de régimen que es traumático. Uno que podría recuperar el valor común de una moneda soberana, que le sirva a la economía real con inclusión social y sin populismo. Uno al que le falta mucha institucionalidad.
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