El Primero de Mayo supone una pausa, otra más, dentro del gran congelamiento dispuesto el 20 de marzo bajo el nombre de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Es el día 42 de la cuarentena y los objetivos sanitarios que había propuesto el gobierno nacional parecen haberse cumplido: el sistema de salud se pudo estructurar de tal modo que la cantidad de camas de terapia intensiva como la de respiradores hacen prever que no habrá colapso cuando el coronavirus se expanda en el territorio nacional. Hecho que -afirman los especialistas- indefectiblemente ocurrirá.
También hay que destacar el enorme esfuerzo de la población de la provincia de Santa Fe que, gracias a los controles como por la autorregulación, la llevó que de ser una de las que inicialmente estuvo más afectadas por la difusión del virus, hoy se ubique “a mitad de tabla” entre los estados que mejor le han hecho frente a la pandemia. Un esfuerzo aún superior se registra en el Gran Santa Fe donde hace más de tres semanas en los que no detecta un contagio de Covid-19 provocando, eso sí, enormes daños a una actividad económica que ya sufría los vaivenes de la Argentina.
Sin embargo, hasta el momento, no se avizora ningún tipo de incentivo por tal colaboración. Pequeños comerciantes y empresarios que han cesado con su actividad y que difícilmente puedan volver a lo suyo; una cadena de pagos rota; contratos impagos; dificultades para poder hacer frente al pago de salarios, impuestos y alquileres por parte de prácticamente todas las estructuras encienden las alarmas.
El gobierno nacional que se zambulló de lleno en la recomendación de los especialistas en materia de salud sobre qué hacer para evitar un efecto devastador en la sociedad, no replica la actitud cuando múltiples voces señalan el peligro de seguir cayendo en materia económica. Por el contrario, el jefe de Estado al anunciar la última prórroga en la cuarentena volvió sobre un concepto repetido respecto de la “falsa opción” entre economía y salud. Desde esa concepción la cuarentena ha ido habilitando con cuentagotas las opciones de recuperación de actividades aunque sí para las salidas “recreativas y saludables” para la ciudadanía.
La provincia ha seguido a pie juntillas las directivas nacionales en casi todos los frentes y, hasta el momento, de poco ha servido el esfuerzo de los vecinos de la ciudad de Santa Fe como de las otras que integran el aglomerado. De nada ha servido que se contabilicen más de tres semanas sin contagios de Covid-19, de nada sirven los pedidos -en muchos casos con tonos de súplica- para que se habiliten sectores, servicios y actividades que podrían poner en marcha la economía local. El gobernador Omar Perotti parece descansar en el mismo pedestal sanitarista en el que se referencia Alberto Fernández, poniendo distancia con el sustento real del Estado.
El gobernante debe -además de prevenir-, alentar, fomentar. Con buen criterio, Perotti lo ha hecho con los trabajadores de la salud que están en la primera línea en la lucha contra el coronavirus. Pero también tiene las herramientas, cedidas por el gobierno nacional, para que ese aliento llegue a otros estratos, a otros niveles. Solo se trata de evaluar, fijar criterios y habilitar actividades. Por el contrario, la falta de definiciones sobre lo que la sociedad requiere provoca que las acciones que desde lo formal no están aprobadas, opten por el otro camino. Un pequeño ejemplo es el de la obra de construcción privada. Solo basta con recorrer las ciudades del Gran Santa Fe para advertir que cientos de personas elijan por la informalidad antes que seguir a la espera de una autorización tan demorada. En síntesis, se trata de empujón hacia la ilegalidad, que el propio Estado arbitra con su inacción.
La provincia cuenta con expertos en materia sanitaria, también los hay en economía. Comerciantes, empresarios, profesionales, industriales, entre otros, elevan sugerencias, propuestas, iniciativas que -lejos de atentar contra el gobierno o la gobernabilidad- procuran sumar una mirada positiva en medio de la crisis. La responsabilidad de quien conduce es tener un objetivo pero contar con la suficiente claridad para alcanzarlo.
En la pausa que impone el Primero de Mayo dentro del gran congelamiento de la cuarentena, se impone la necesidad de abrir los caminos para que la cuestión no sea “economía o salud” sino que marchen hacia una paridad en el interés y la asignación de recursos. La Nación podrá imprimir billetes y, con esta medida, sobrevivir o extender el actual estado de cosas por un tiempo más. La provincia no dispone de ese recurso, la ciudad, menos aún.
Son 42 días de aislamiento obligatorio y 21 sin contagios. Santa Fe merece una respuesta acorde a los sacrificios.