Por Rubén Sánchez | [email protected]
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El escritor santafesino Estanislao Giménez Corte dialogó con El Litoral sobre su nueva obra, “Conversación junto al fuego” (Ediciones UNL, 2018), que se presentará el próximo domingo 16 de septiembre, a las 19, en la Feria del Libro de nuestra ciudad. En la ocasión, será acompañado por otro escritor santafesino, Mariano Pereyra Esteban, autor del prólogo del volumen. Asimismo, Giménez Corte, que se desempeña como periodista de este diario y docente (en UCSF y UNL), iniciará el 15 de septiembre el curso de extensión “Borges ensayista” (UNL).
-¿Qué podrá encontrar el lector en “Conversación...”?
-Es un libro de ensayos que fueron publicados en el diario entre el 2012 y 2017, aproximadamente. Durante ese período, junto a Natalia Pandolfo y a Luciano Andreychuk, tuvimos una sección de Cultura que se publicaba todos los domingos en las páginas centrales de El Litoral. Allí proponíamos textos ensayísticos, crónicas, críticas; escritos de opinión en general. Para este libro utilicé el mismo criterio que con “Miscelánea breve” (NdR: una publicación anterior de Giménez Corte, de corte recopilatorio): en un determinado momento del año pasado reuní esos textos y los organicé bajo ciertas temáticas, agrupándolos de acuerdo a su naturaleza. El libro tiene seis ejes.
“Para bien o para mal, no me considero un escritor de ficción, aunque alguna vez podría serlo. Me encanta como lector y eventualmente escribo algunas ficciones breves, pero es un porcentaje menor de mis publicaciones”.
-¿Cómo surge el título?
-Viene del autor inglés Charles Lamb, que tiene un texto muy emotivo donde refiere a las cosas hermosas de la vida y al temor de perderlas, y allí menciona como de ellas a la “conversación junto al fuego” (NdR, el texto es “Mejor que el cielo”). Esta idea es tomada muy posteriormente por Bioy Casares para referirse al “tono” de muchos textos ensayísticos que estudia y que representan “el normal fluir del pensamiento”. Esa idea, además, a nosotros como santafesinos también nos involucra, porque tenemos muy presente el fuego, el asado, la reunión con amigos o familiares como un ritual muy propio. Y en ese ritual, en general, más que la comida o la bebida, lo importante son las conversaciones libres alrededor del fuego. Casi diría que es una cuestión de corte antropológico. Ésa es una de las características del ensayo como texto libre o “liberado”, una suerte de discurrir, en contraposición al discurso académico, que tiende a ser rígido y cargado de protocolos.
-¿Qué temáticas se abordan en los ensayos?
-Una primera parte se llama “Una observación de lo cotidiano”, en la que abordo cuestiones vinculadas a lo coyuntural. Luego están “Historia universal de una persona” y “Escrituras”, que son reflexiones al interior del texto y a las particularidades del trabajo de alguien que escribe. Ese primer título refiere a una idea de Ezequiel Martínez Estrada sobre Montaigne. Es la idea tradicional de que el ensayista escribe sobre sí mismo cuando elabora un texto. Hay casos notables, de Barthes a John Berger y de Borges a Mansilla. El propio Piglia dice que el ensayo es una forma de la autobiografía. Una cuarta parte se titula “Periodismos” y contempla reflexiones sobre el oficio. La quinta y sexta parte llevan por títulos “Polémicas y antojos” y “Artes y partes”: en ellas se trabajan cuestiones diversas, desde las redes sociales y la lectura al fútbol; y otros son textos críticos sobre obras y autores (ej. Céline, Chandler).
“Mucha gente supone que uno elabora una hipótesis y una serie de ideas antes de escribir el texto, y a lo sumo uno tiene una hipótesis medio en la nebulosa: pero es en la propia escritura que va descubriendo lo que se quiere decir”.
-¿Por qué elegiste profundizar en el género ensayístico?
-Mi trabajo se fue volcando naturalmente hacia el género. Son cosas que uno observa a posteriori, usualmente... Cuando veo mi producción de los últimos tiempos, que fue bastante intensa a nivel de publicaciones, hay dos planos muy claros: uno que es el ensayístico-periodístico; otro que es el académico (también están vinculados). Para bien o para mal, no me considero un escritor de ficción, aunque alguna vez podría serlo. Me encanta como lector y eventualmente escribo algunas ficciones breves, pero es un porcentaje menor de mis publicaciones. Me fui volcando al género por una tendencia personal y por la demanda periodística, creo. El ensayo como género permite la especulación intelectual sobre un tema antojadizo, pero entiendo que es una especulación vinculada simultáneamente a una cuestión emotiva. Los grandes ensayistas logran esa combinatoria: el tratamiento intelectual de un problema al que se le agrega una cuestión emocional, que lo vincula con la literatura e inclusive con la poesía. Eso, para mí, es el epicentro del ensayo. Es una combinación entre filosofía y poesía. Este libro viene a reunir una cantidad de textos elaborados en ese sentido o con esa pretensión.
-¿Cómo fue el “modus operandi” de las producciones?
-Son reflexiones que van apareciendo. Es lo bueno que tiene la periodicidad de la publicación, que te exige elegir un tema, cavilarlo, trabajarlo, buscar citas o frases... o te vas acordando de autores que alguna vez leíste. La propia escritura es un descubrimiento, en este sentido, como decía Hugo Mujica. Mucha gente supone que uno elabora una hipótesis y una serie de ideas antes de escribir el texto, y a lo sumo uno tiene una hipótesis medio en la nebulosa: pero es en la propia escritura que va descubriendo lo que se quiere decir. Hay un trabajo de asociación y vinculación cuando en nuestro proceso mental se nos ocurre una referencia, al acordarnos de una lectura o a una música. Eso es interesante porque son como epifanías (revelaciones) que van apareciendo en el propio trabajo de la escritura. Algo que funciona mucho en el ensayo es el background cultural y formativo. Uno consume productos culturales y eso queda como en una especie de memoria emotiva, subterránea, que despierta cuando conectamos algunas cosas. A veces trabajás una idea y se despierta un “link” a una lectura que capaz que hiciste en 1993 (risas).