“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor...Mañana es mejor” - Luis Alberto Spinetta.
“Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor...Mañana es mejor” - Luis Alberto Spinetta.
El centralismo comunicacional unitario, porteño, muestra en medios “nacionales” que en CABA se pierden días de clases por alumnos que toman colegios.
La reacción “adulta” no se hace esperar. Esas chicas con pelos pintados, pibes con piercing en la nariz y “esos raros peinados nuevos”, hacen que brote – en primavera, no es casual- la repulsión y fobia de adultos con amnesia de su propia juventud. Ignorancia de la rebeldía como natural desborde, cuasi biológico, de un sector etario responsable, históricamente, de las transformaciones sociales que motorizan la evolución social del pensamiento.
En simultáneo, las escuelas públicas de la provincia que habitamos tuvo, en agosto, 12 días de clases y 10 de paro docente. En las últimas dos semanas de septiembre, 6 fueron los días de paro y 4 de clases.
Si por un momento ubicamos “la grieta” en categoría la generacional, los adultos no resolvimos las diferencias y tomamos las escuelas para dirimir oposiciones dejando en la calle a los alumnos.
Esta es una mirada subjetiva de un dato objetivo.
Las escuelas, la educación pública, los pupitres de niñas, niños y adolescentes fueron “tomados” como botín de guerra de asuntos atinentes a la vida y preocupaciones adultas. Importa poco la razón, menos aún quien tiene “razón”. La irracionalidad es la propia realidad. “Váyanse a pelear a otro lado”, podría ser el pedido de un hijo a sus padres que toman su pieza para pelearse.
Contra natura, es la apatía ante tamaña locura corolario de la post pandemia.
Preocupante es que los jóvenes santafesinos, estudiantes, no abran y ocupen las escuelas. Que no sean, en esa posible aventura, acompañados y sostenidos por sus propios padres. Por nosotros.
En el programa vespertino “Un día perfecto” (Sol 91.5 y Cable &Diario), alumnos del Comercial e Industrial, dieron su opinión – que nadie les preguntó- sobre la situación educativa en que “los paros se nos vuelven una rutina, que se suma a lo que fue la pandemia”, expresa Evelin.
“Más allá de los contenidos, a nosotros la escuela nos forma como personas, nos hacemos responsables, generamos hábitos, una rutina y lo cierto es que cada vez vamos menos a la escuela. La sensación es que los paros son vacaciones, porque yo no agarro una carpeta, porque no me motiva estar sola en casa”, aporta Victoria.
“Entendemos a los profesores en su reclamo, nosotros mismos, en el Comercial, tuvimos que salir a mostrar el estado de la escuela, públicamente, ellos nos apoyaron y logramos el objetivo de que nos escuchen. Si no hacíamos nada hoy seguíamos conviviendo con ratas y paredes electrificadas”
La charla culmina en una conclusión que parece no ser oída: “cada vez aprendemos menos”. Rotundo.
¿Padres acompañando la lucha de sus hijos en “tomas” o padres naturalizando la apatía de los suyos en “paros”?
La voz de la "cordura" condena a los primeros y miente, descalifica, acusa, opera sobre pibes y pibas que defienden y cuidan a la educación pública de manera activa.
No la detienen, la exponen. Aparecerán fotos de vandalización de baños y aulas. No se propagarán las de los pibes, en plena toma, limpiando y arreglando su propia escuela.
Tienen una posición sobre pasantías gratuitas en empresas comerciales, realizando tareas de trabajadores sindicalizados. ¿Los escuchamos? o “¡son vagos que no quieren laburar”!
La marea adulta, adicta a la paja en ojo ajeno, se pregunta ¿Qué hacen esos “nenes bien”, clase media, tomando escuelas? ¿Por qué no están enchufados a la Play Station, los streamers insultadores o los youtubers monetizados?
“Hay que reprimir”, “sacarlos a patadas” de sus escuelas. Colegios tomados por “subversivos” a quienes comunicadores “correctos” acusarán de ser de “La Cámpora” – como si tuviesen derecho a digitar su militancia política.
¿Son usados por adultos? Posiblemente, pero para ser borrego y “si señor” tienen el resto de su vida adulta.
¿Es “ilegal” la toma? Seguramente y deberán asumir las consecuencias de sus propias rebeldías. De eso también se trata.
¿Los adultos estamos escuchando? Definitivamente no y aparece el aborrecible “los reclamos son justos, pero las formas repudiables”.
La Argentina, presente, es producto de la “generación del futuro” de hace 50 años. El resultado está a la vista.
Quizás, sólo quizás, en vez de querer “enseñar” tanto a los pibes, podríamos hacer alguna autocrítica generacional y abrir la cabeza a lo que ocurre con los jóvenes hoy. Escuchar y ver. Quizás, vaya uno a saber, nos enseñen algo que ignoramos.
La realidad, fatal, es que cuando el dedo índice apunta y señala, tres dedos se encuentran en sentido contrario en dirección a quien acusa.
Valga esa imagen para comprender la viga que ciega nuestra vista “adulta”, que es la expresión de ese poder que atraviesa a la cultura. “El Poder de la negación”
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