Estar un mes en Europa, con buena parte de esos días en España, lleva a una deformación inevitable. Pocos museos y muchos medios de comunicación. Comparaciones del ejercicio profesional y contrastes de la coyuntura política. Tal vez se trate de una defensa ante el síndrome de abstinencia (los días, las salidas, las columnas, los debates y las tertulias en el país, la provincia y la ciudad… todo en faltante), como a la ausencia de una manera rutinaria de encarar el día.
Claro que La Alhambra sobrecoge y la tumba de Isabel La Católica tiene lo suyo, pero la sorpresa aparece en los hechos políticos. Aclaremos: impresión y sorpresas individuales. Nada es general, tampoco definitivo, apenas impresiones "a primera vista".
Parecido y diferente
Hay un partido de gobierno, el oficial, el PSOE (es decir Partido Socialista Obrero Español), aquel que empezara con Felipe González avanzando a una democracia que todavía parece sólida y seguro que lo es, como seguramente la nuestra, pero da envidia sin vueltas el mecanismo parlamentario, donde todos se dicen de todo cara a cara y televisados. Con discurso y réplica. Eso no comenzó tras la muerte de El Generalísimo, Francisco Franco, y el período de transición, sino que estaba desde antes tamaña cultura política y civilidad, y -esto es básico- el mantenerse dentro del juego. Difícil que lleguemos; personalmente lo creo imposible. Para los argentinos escépticos un filme del ayer que nunca se filmó.
Hay un partido de oposición, el PP (Partido Popular), que llega derivado del antiguo franquismo, más liberalismos, más conservadurismos y férreos monárquicos, y que se sostiene en el juego democrático por un mecanismo de alternancia que le ha permitido ser gobierno por períodos que terminaron en trifulcas. José María Aznar con un atentado en la estación de trenes de Atocha (11 de marzo de 2004) y Mariano Rajoy con unos negociados en investigaciones que se llevaron puestos, como culpables, a muchos funcionarios. Algunos se salvaron y en España están. No todos siguen por la península, algunos andan por Argentina, en patios cercanos.
Después de Rajoy (PP) llegó el tercer líder socialista, Pedro Sánchez, ya que a Felipe González como referente del PSOE le siguió José Luis Rodríguez Zapatero. Sánchez es el tercero del socialismo y el Jefe de Gobierno actual. Siempre con alianzas de grupos de izquierda, el más sólido la IU (Izquierda Unida), aquel viejo tronco comunista que retoña y sobrevive. Y Sánchez es, justamente, quien ganó la última elección por pocos votos; perdón, en rigor a la verdad la perdió por algunos votos y solo consiguió mantenerse en el poder por un pacto con partidos menores que le dieron -ya que el Parlamento es el que elige Primer Ministro- los apoyos necesarios. El asunto es que esos votos fueron colectados pidiéndoselos a separatistas, cuando no a personajes asilados en países cercanos.
Una foto conocida
Donde el juego se parece (en lo narrado hasta ahora no, porque las investigaciones se dieron en tiempo y forma, y se encontraron culpables) es en "pedir prestados" algunos votos que parecen baratos y terminan siendo caros. El sistema parlamentario tiene una ventaja que es un reto, quien gobierna con un voto de rechazo (simplificación necesaria a esta columna) por eso, por un voto de rechazo mayoritario debe renunciar, llamar a elecciones y revalidar sus apoyos o perderlos y, como corresponde, si pierde la confianza de la mayoría entonces chau.
Ese reto en Argentina no existe. Es más: no hay modo de frenar las decisiones de los diputados electos ya que no hay referencia territorial ni mandato expreso a cumplir para con los votantes. Se vota por simpatía o para derrotar al más malo. Los diputados pueden traicionar a votantes, también a partidos, que son poco menos que nada por sus actos. Es decir que ya electos votarán lo que quieren, sin que sea su territorio de origen y sus votantes los que sean traicionados: no hay traición en el sistema democrático argentino. Se puede decir: en Argentina nadie pierde por nocaut
En Argentina la elección de intendentes en un tiempo, concejales en otro tiempo, diputados provinciales y gobernadores en un tiempo diferente y presidente en otro tiempo… con un sistema de balotaje rarísimo (no es mitad más uno a simple pluralidad sino 45% y los malditos 10 puntos de diferencia, en elecciones con un sistema arcaico de recuentos y bueno: aquí estamos). El tema de pedir votos para conseguir un resultado siempre termina en confusiones, yerros y equívocos, y aquí se ve. Les sucedió.
Donde aparece otra diferencia es en los juzgados. Ya están en litigio jueces, tribunales superiores, fiscales generales, ministros y partidos. Todo al aire y con resultados rápidos. Con un periodismo que, claramente, tiene posición ideológica manifiesta y que acepta la confrontación. No hay opiniones "escondidas". Nadie miente diciendo "soy imparcial". El valor que se aprecia es la coherencia y se respeta más a un opositor coherente que a un adherente flaco.
Los partidos minoritarios están en el juego. Las provincias (no son exactamente eso, son regiones, pero se sostienen diferenciadas en sus diputados, que vienen de cada uno de ellos) aprovechan para sacar sus puntos de presupuesto (que en España está en juego ahora) y llegado este punto advierto que estoy hablando de España y el gobierno Nacional y de los territorios autonómicos y sin embargo estoy pensando en Argentina y su gobierno nacional y la relación con las provincias.
Un punto de partida
No hay, en los que discuten y se manifiestan, la más mínima sospecha que los votos fueron equívocos o que hubo fraude. Solucionar el tema de los votos y su conteo no parece un tema. Nadie sugiere que se haya traicionado al votante. Los liberales, los socialistas, los partidos cercanos a los extremos no objetan parados en el punto propio (la "quintita") sino que reaccionan ante la posibilidad de la traición a un sistema. Sostener el sistema aparece como un eje no escrito, ni falta que hace; se vive con eso.
No vivo en España, no lo haré, no quise quedarme en 1973 cuando estuve seis meses en mi segunda visita, pero amigos tengo e información recibo: hay debates claros, hay traiciones, hay consejeros con dos caras y hay negocios. Por ahí sale el espejo que nos deforma. Pero nadie se enfrenta al sistema democrático, a las partidas de salud, de obra pública y de educación, mucho menos de seguridad.
Un hecho, una circunstancia me hizo alucinar. Es un ejemplo, no es una generalización y lo dicho: aluciné. Un barrio de las afueras pero muy conocido de Sevilla, llamado "3.000 Viviendas", tiene discusiones a tiros entre dos fracciones que se disputan el manejo de la droga en el territorio. No alcanzó con la presencia de los policías municipales y los policías de Andalucía sino que llamaron a las "fuerzas nacionales" por la violencia y la calidad de las armas de los "narcos". Ejem.
Finalmente un dato que debe reconsiderarse: en la Alhambra, como en la totalidad de los templos musulmanes, se reconfiguró la simbología para que fuese una iglesia católica. No las rompieron, las usaron. Dominar y crecer. Nadie se da vueltas para decir un imposible: los más de setecientos años de dominación musulmana deben quitarse. Todo suma. Ah… cuando cayó Granada y perdieron los musulmanes el total del territorio fue en el año 1492. El almanaque no hace bromas. La política y sus profesionales tampoco.