Lic. Raúl Ochoa y Gómez (*)
Lic. Raúl Ochoa y Gómez (*)
Cada año electoral los gobiernos hacen más o menos lo mismo: ejecutan políticas expansivas (aumento del gasto), tratan de mantener invariable el precio del dólar, fijan tarifas de los servicios públicos, anuncian obras, etc. La apuesta -y más aún en el contexto actual de pandemia- es que la sociedad crea que lo peor ya pasó y que estamos entrando a un proceso de crecimiento sostenido.
Hasta ahora nada nuevo, entonces: ¿La gente se da cuenta de esta manipulación? Lamentablemente la respuesta es NO. Numerosos estudios muestran que el votante promedio tiende a preocuparse solo por su situación económica personal, lo cual, en una sociedad como la argentina, se limita a tener una fuente de ingreso real que no se deteriore y un entorno de relativa estabilidad, el cual se vincula de forma directa con el precio del dólar.
Contextualicemos un poco, aun cumpliéndose las expectativas del gobierno en materia de crecimiento, Alberto Fernández terminaría su mandato con un nivel de actividad menor que en 2017, la inflación gira en torno al 50% y la brecha cambiaria se acerca al 80%, sumado a una emisión monetaria incontrolable.
En este marco, el gobierno aumentó la expansión fiscal, principalmente a través de subsidios y prestaciones sociales (planes), "planchó" la tasa de interés y el dólar, aumentando la regulación del mercado y provocando más de 10 cotizaciones distintas de la moneda estadounidense.
Todo de acuerdo al "manual pre-electoral argentino". Entonces ¿Qué va a pasar después del 14 de noviembre? La evidencia empírica nos dice que el escenario se revierte, es decir: la política económica se vuelve contractiva, se devalúa el tipo de cambio (aumento del dólar), se reducen los subsidios y los que se planchan ahora son los salarios. Además, está el problema de la deuda, que seguro comenzará con largas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional pero que sin dudas va a ser un tema de suma importancia durante el próximo ejercicio fiscal. Toda esta situación se puede dar de manera más o menos ordenada, dependiendo si el gobierno la planifica o la termina imponiendo la economía por sí sola.
En definitiva, el único interrogante que vale la pena plantear es ¿tiene el Gobierno Nacional un plan de estabilización diseñado para el periodo post elecciones? Si analizamos la lógica kirchnerista, siempre fue "manejar la coyuntura" sin pensar demasiado en el día después. Ojalá el gobierno haya tomado nota de sus errores pasados y no someta nuevamente a la sociedad a periodos de constante inestabilidad macroeconómica.
(*) Economista