Seguro que al Hospital de Niños le gustaría tener una estatua que lo represente, un símbolo que lo identifique. Sería una espina, sin duda. El Hospital de Niños de Santa Fe, próximo a cumplir setenta y cinco años de pediátrica trayectoria, está ahora a punto de cumplir veinticinco años en su actual ubicación.
Cumplirá 75 años en diciembre de 2027. Y cumplirá 25 años el 5 de agosto de este 2024. Y si Santa Fe quisiera ser generosa con el hospital, y buscara un regalo adecuado, algo que el hospital pudiese tomar luego como propio, como aquéllo que lo representa, que sea el símbolo del hospital, esto sería una escultura de mármol, o de bronce.
Podría ser la obra "Alma sin hogar" del santafesino José Sedlacek. Todos conocemos esta escultura, tal vez porque ya forma parte inseparable del paisaje de Santa Fe, del imaginario colectivo, tal vez porque vive en el corazón de todos los santafesinos.
Se dice que la estatua refiere a un niño de la calle que murió abrazado a su perro durante una noche de frío. Es un niño delgado, se lo ve yacer tranquilo, como quien duerme y sueña con un mundo mejor. Si es cierto que murió de frío, no lo demuestra la plácida expresión de su cara. Tal vez no fue así, y sólo duerme, y esta alma sin hogar no es más que uno de los muchos chicos que andan por las calles y sueñan con un mundo mejor.
Duerme, y me parece que está soñando. Pero no es un símbolo para el hospital, ni lo representa. Este niño y su perro son el símbolo, representan a una realidad triste y por todos conocida, la de los chicos de la calle. No representa por tanto al Hospital de Niños de Santa Fe.
Este es el hospital infanto-juvenil de referencia para toda la extensa mitad norte de la provincia de Santa Fe. Es lo mejor que tenemos, sin duda, pese a lo cual, de una manera del todo incomprensible, atraviesa dificultades, padece olvidos, sufre negligencias. Tiene en el pie una espina clavada, y esto le hace difícil el andar de cada día.
Esta espina es un símbolo que representa a nuestro querido hospital. La estatua que inmortaliza esta espina, y la necesidad de quitarse la espina clavada para poder seguir el camino, es un bronce antiguo: "El niño de la espina". Del siglo I aC, es un chico que detiene su camino, y está sentado, e intenta quitarse una espina que tiene clavada en la planta de su pie izquierdo.
Representa lo que queremos que sea el Hospital de Niños. Un alto en el camino para ver qué te pasa y sanarte. Para curarte las heridas. Un alto para que te quiten el dolor de barriga, la fiebre y la tristeza. Y te devuelvan las ganas de jugar y de volver a la escuela. Una espina clavada en la planta del pie de un niño simboliza hoy al Hospital de Niños.
La alegoría de la espina no termina aquí. Los expertos aseguran que la cabeza de esta famosa escultura no se corresponde con el cuerpo, y que con toda probabilidad la cabeza procede de otra escultura y que fue luego pegada, injertada, trasplantada en el cuerpo. La complejidad de este injerto y lo sencillo de sacar una espina vuelven a ser un símbolo de nuestro hospital, y sin duda lo representan.
El original de "El niño de la espina" está en Roma. Hay varias copias antiguas, en mármol y en bronce, en museos de otras ciudades, y numerosas copias posteriores. El cuerpo del Espinario parece tener unos diez años, pero la cabeza parece corresponer a un chico un poco mayor. Por su parte, el niño de "Alma sin hogar" es el hermano del artista, que entonces tenía siete u ocho años, y el perro es el de la familia.
Y para pensar: "Alma sin hogar" no está en Wikipedia, pese a que sería fácil y gratis que estuviera. El Hospital de Niños de Santa Fe sí que está. Pero este hospital no tiene página ueb, pese a que sería fácil y gratis que la tuviera, y por cierto que le sería muy útil, tanto al hospital como a la comunidad a la que brinda servicio. Pero ahora estamos en otra cosa, pan y circo, chupete y pantalla, nuestro presidente que vuelve al turismo con fines narcisistas, y viaja con un presupuesto sin límites que procede, en parte, del Hospital de Niños, donde reina el deterioro y donde casi que no hay camas disponibles. Hay que pensar, sí, claro que sí.
Dónde está clavada la espina
Hace unos días, el sábado 6 de julio, el director del Hospital de Niños comentaba para El Litoral que tenían un 90% de las camas ocupadas. Y que a veces este porcentaje llegaba al 100%, es decir, llegaban al punto crítico en que ya no hay camas disponibles en el hospital. Esto es una espina clavada en la planta del pie, puesto que dificulta el buen hacer del hospital. Tener ocupadas todas o casi todas las camas del hospital es una situación de riesgo porque el hospital tendría evidentes dificultades para asumir un pico inesperado de pacientes como, por ejemplo, un brote de bronquiolitis o tos ferina en una guardería, una intoxicación alimentaria en un comedor escolar, un accidente múltiple, un incendio con varios niños quemados, etc. Son todas situaciones que podrían pasar.
El director ofrece en su comentario un panorama de situación controlada y de servicio suficiente, pese a la adversidad. Pero admite, porque se lo preguntan, que debieron suspender las operaciones cuyo post-operatorio se prevé de tres o cuatro días o más. Suspender operaciones programadas a causa de una adversidad igualmente programada (dado que similar situación ocurre todos los inviernos), no habla precisamente bien de la dirección del hospital, sino todo lo contrario. Cabe preguntarse ahora dónde tiene el hospital la espina clavada que tanto le dificulta el caminar.
Comenta también que está en comunicación con otros centros públicos que también ofrecen servicios de pediatría; esto no es mérito sino obligación. Pero no tiene ni una palabra de reconocimiento hacia los médicos, las enfermeras, etc., siendo que son quienes realmente hacen el trabajo del hospital, y que lo hacen sin interrupción y aún en medio de una adversidad que era previsible.
El mismo director, trece meses antes (07/06/23), en un comentario para la radio reconoció públicamente el deterioro del hospital, y tampoco tuvo entonces palabras de agradecimiento para quienes desempeñan funciones asistenciales (que obviamente son las más importantes del hospital) en ese contexto de deterioro. Antes bien, tuvo una actitud de desprecio hacia ellos, dudando de ellos, como si del cargo le emanara la razón.
No sé si esto responde al dolor por la espina clavada, o más bien a los reclamos de los profesionales del centro. Estoy seguro de que se acordará de ellos y de ellas, y de todo el personal, y del mencionado deterioro, dentro de unos días, cuando el Hospital de Niños cumpla 25 años y muchos se peinen para salir en la foto.
Bien sabemos que suele haber un abismo entre los despachos de quienes deciden y los consultorios, y la guardia, de quienes trabajan. Comprender la magnitud de este abismo y buscar el consenso para solucionarlo es un paso imprescindible si de verdad quieren sacarle, a nuestro querido Hospital de Niños, la espina que hace tiempo que tiene clavada y que no le deja caminar tanto y tan bien como podría hacerlo.