Miércoles 7.8.2024
/Última actualización 18:59
No sé lo que pasará en otras cocinas, pero en la de mi casa, la esponja que usamos para lavar la vajilla huele horrible. Y la bandeja del escurridor de platos, también. A pesar de que tanto la esponja como la fuente de acero inoxidable son lavadas con agua caliente, detergente y en ocasiones hasta con lavandina; siempre tienen tufo. La doctora Amelia Zalazar, de Goya, Corrientes, ingeniosa pescadora de datos bibliográficos que difunde a través de la Red Federal de Pediatras, nos hizo conocer algunos detalles de un estudio sobre las esponjas de cocina.
En dicho trabajo, Massimiliano Cardinale y sus colaboradores concluyeron que "las esponjas de cocina albergan una diversidad de bacterias mucho mayor de lo que se pensaba". Dicho estudio se realizó en el Instituto de Microbiología Aplicada, en la Justus-Liebig-Universität Giessen, de Alemania (sí, fue en Alemania, a pesar del nombre del investigador principal). Para arribar a esa conclusión los investigadores secuenciaron el ADN de las bacterias encontradas en catorce esponjas de cocina usadas.
Massimiliano Cardinale, investigador italiano oriundo de Monreale, provincia de Palermo, Sicilia. Explica su teoría sobre la vida útil de las esponjas de cocina.Entre las bacterias, la hallada con mayor frecuencia fue la Moraxella osloensis, germen que causa el típico mal olor de las esponjas de cocina y también el hedor de la ropa sucia y húmeda, amontonada en las lavanderías. Esta bacteria, con nombre de tarantela italiana y apellido de balada noruega, no es patógena para la mayoría de los humanos, aunque puede llegar a causar infecciones severas en las personas inmunodeprimidas.
Al mismo tiempo, los biólogos descubrieron que lavar las esponjas con lavandina o agua hirviendo, no es efectivo. Con esos procedimientos, se eliminan otras bacterias lo que permite que la resistente Moraxella osloensis, al no tener competencia, prolifere con mayor rapidez. Por todo esto, la ciencia aplicada a mesadas de cocina terminó por recomendar: no queda otra, hay que cambiar la esponja cada dos semanas.
El artículo que difundió la doctora Amelia sobre las esponjas de cocina contaminadas me interesó doblemente; como médico y como "usuario frecuente". Medio colorado confieso que en la división internacional del trabajo hogareño me tocó, lavar los platos. No da para hacer bardo (1), si se tiene en cuenta que es mi mujer quien hace las compras, cocina y cuida los chicos.
Como pensaba desechar mi esponja amarilla y verde, me puse a buscar en la web: "lavavajillas automáticos". Encontré varios modelos. Ninguno venía con el "botón de relajación". Así que, de comprar un aparato automático, me privaría de "un momento de desconexión". Efecto secundario altamente beneficioso asociado con el lavado manual de platos.
Decidí continuar lavando la vajilla a mano, pero a partir de ahora, recordando el estudio del Herr Doktor, el tano Cardinale, me queda claro que si una esponja huele mal, quiere decir que estoy frotando el plato con un montón de gérmenes. Y, como no sirve lavar la esponja con detergente o lavandina, me doy por vencido. Es decir: "¡Tiro la esponja!" (2) Para reemplazarla por una nueva.
A propósito del tema "La contaminación bacteriana y la vida diaria", al continuar surfeando por internet, tropecé con los siguientes artículos: "En el teclado del ordenador puede haber más bacterias que en un cuarto de baño"; "La pantalla del celular tiene hasta treinta veces más bacterias que las que se encuentran en la tapa de un inodoro"; "Se demostró una gran cantidad de bacterias coliformes en el agua de las pilas bautismales. El 86% del agua bendita de Austria está contaminada"; "En un beso apasionado se transmiten ochenta millones de bacterias".
Entonces… ¿Qué hay que recomendarle a los pacientes? ¿Guantes para teclados? ¿Que los bauticen con lavandina? Los novios, por ejemplo, qué tiene que hacer... ¿apretar sólo con la tecla "me gusta" y adjuntar emoticones zonzos? Quienes crecimos sin agua potable ni cloacas tenemos muy presente las enfermedades que la falta de higiene provoca. Pero, como explica la doctora Amelia, "desarrollarse en ambientes asépticos podría acarrear otros inconvenientes".
Parece ser que en condiciones de limpieza extrema, el sistema inmune de los humanos, no teniendo cerca agentes infecciosos contra quienes luchar, de puro aburrido, se entretiene atacando a las células propias, lo que origina enfermedades inflamatorias y alérgicas. Por eso, para finalizar, dejo una reflexión: colocar la esponja mojada en un horno microondas a máxima temperatura durante un minuto, es la forma más eficaz para destruir bacterias y hongos, aunque no sería un método efectivo contra la bacteria Moraxella.
(1) Hacer bardo: en lenguaje coloquial argentino, sinónimo de lío, protesta.
(2) Tirar la esponja: expresión que significa darse por vencido, abandonar.