Después de la caída del Directorio, en 1820, y de los sucesivos triunfos santafesinos sobre Buenos Aires y Entre Ríos (1820 y 1821), que culminaron en los pactos del Pilar, Benegas y El Cuadrilátero, la figura de Estanislao López se convirtió en referente de un poderío militar que ya se había manifestado en las intensas acciones defensivas contra las invasiones porteñas de 1818 y 1819. Hacia 1822, cuando inscribió en la bandera santafesina el lema "Provincia Invencible", era temido como enemigo y apreciado como aliado, por lo que Santa Fe se convirtió en un refugio de exiliados políticos y fuente de protección para necesitados de auxilio.
En aquellas campañas de 1820, quisieron aprovecharse de su fuerza hombres ambiciosos como los generales Carlos María de Alvear o Miguel Carrera, que se sumaron a sus fuerzas con la ilusión de recuperar posiciones políticas perdidas. Les fue mal. Ni Alvear logró apoyo en Buenos Aires, ni Carrera pudo conseguir suficientes recursos como para intentar una aventura militar contra Bernardo O´Higgins en Chile. Responsable de un contraste nocturno sobre San Nicolás, López intimó a Alvear a embarcarse hacia Montevideo antes de las veinticuatro horas, mientras que Carreras se apartó voluntariamente del ejército del caudillo santafesino, con su división chilena, disconforme con la firma del tratado de Benegas.
Ofrecimientos de protección para Artigas y San Martín
En aquel momento de crisis, cuando tanto el Directorio como la Liga de los Pueblos Libres colapsaron, López ofreció a José Gervasio Artigas protección, pero el caudillo oriental prefirió internarse en el Paraguay, donde se aisló por treinta años. "Su persona y su escolta (…)", le escribió López a Artigas, "serán muy bien recibidos en toda la provincia de Santa Fe". El ofrecimiento de López está documentado en correspondencia de uno de los principales oficiales de Artigas, Andrés Latorre, quien aceptó la protección ofrecida y le escribía al respecto a su esposa el 26 de febrero de 1823: "Por aquí estoy bien, respetado desde mi entrada a este pueblo por el general López". El episodio es recordado por Gustavo Battistoni en un libro reciente.
Poco después, en 1823, López le ofrece al general José de San Martín otro tipo de protección, en el momento que este último regresaba desde Chile tras poner fin a sus campañas libertadoras. Por su agente en Buenos Aires sabía que el Libertador podía llegar a ser sometido a un Consejo de Guerra por no haberse presentado a defender al Directorio en 1820. Como recuerda el coronel Manuel de Olazábal, López ofreció a San Martín acompañarlo "en triunfo con la provincia en masa, hasta la Plaza de la Victoria", ofrecimiento que el general declinó agradecido. La amenaza no se concretó, y poco después el general San Martín se exilió.
Fue también por aquel tiempo que buscó la protección de López un personaje menos encumbrado, que sufrió la persecución de Bernardino Rivadavia a raíz de su filosa pluma periodística. Se trata de Fray Francisco de Paula Castañeda, quien se instaló en Rincón, donde además de ejercer el periodismo fundó establecimientos útiles y ejerció su magisterio.
Protector de Misiones y el pedido de Montevideo
Durante 1823 y 1824, el brigadier López firmaba sus papeles oficiales como Gobernador de Santa Fe y Protector de Misiones. Esto se debía a que en el Tratado del Cuadrilátero se había dispuesto que la provincia de Misiones podría elegir la protección de otra de las firmantes. Se estaba desmantelando la República de Entre Ríos, creada por Francisco Ramírez, y Misiones tenía que definir sus límites con Corrientes, que no se conformaba con la autonomía misionera. Es por ello que fue elegida Santa Fe, interviniendo amistosamente López en las negociaciones entre ambas.
También fue en 1823 que se hizo presente en Santa Fe una misión del Cabildo de Montevideo. Pedían al brigadier López apoyo para liberar a la Banda Oriental de los portugueses que resistían la independencia del Brasil, declarada el año anterior, y para reintegrarla al seno de las Provincias Unidas. Aunque López se propuso encabezar esta empresa libertadora, finalmente el proyecto no prosperó ante la oposición de Buenos Aires. Era el anuncio de próximas acciones que, guerra con Brasil mediante, culminarían con la independencia uruguaya.
Refugiados ilustres
Desde 1826 hasta 1828, el caudillo oriental Fructuoso Rivera vivió exiliado en Santa Fe bajo la protección de López. Por desencuentros políticos con Juan Antonio Lavalleja y José Rondeau, en medio de la guerra con Brasil, Rivera fue enviado detenido a Buenos Aires, donde el "presidente" Rivadavia ordenó su arresto. A la primera oportunidad escapó a Santa Fe, donde recibió la atenta protección de López, con quien rápidamente trabó un vínculo amistoso.
Juntos, López y Rivera planificarían la campaña a las Misiones Orientales, como una acción estratégica contra el Imperio. En 1828, Rivera pasó primero a Entre Ríos y luego a la Banda Oriental, desde donde se dirigió a las Misiones, mientras López avanzaba con otra división por Corrientes. Como Rivera aspiraba al mando de ese ejército, López decidió dejarlo conducir la campaña y regresar a Santa Fe, donde iniciaba sus sesiones una Convención Nacional.
En diciembre de ese mismo año, Manuel Dorrego fue fusilado por el general sedicioso Juan Lavalle. El gobernador de Buenos Aires escribió su última carta dirigiéndola a López. Le pedía que no desencadenara una guerra sangrienta a causa de su muerte. Juan Manuel de Rosas, que acompañó al gobernador en el combate de Navarro, se exilió a Santa Fe con sus milicias rurales. Buscando la protección de López se posicionó en Rosario y participó de las acciones contra el usurpador, que fue vencido en la batalla de Puente de Márquez.
Las negociaciones subsiguientes entre Rosas y Lavalle, le abrieron al primero el camino hacia el poder. Mientras esto ocurría en Buenos Aires, en Córdoba se estaba desatando otro conflicto, ya que derrotado en La Tablada por el general José María Paz, el gobernador federal Juan Bautista Bustos buscó refugio en Santa Fe. Aquí fue protegido por López hasta su fallecimiento, ocurrido el 18 de septiembre de 1830. Fue sepultado en Santo Domingo, sin que se sepa el lugar exacto.
Además de Bustos, se refugiaron en Santa Fe muchos de sus hombres. A ellos se refería López en carta a sus enviados José de Amenábar y Domingo de Oro, que debían mediar entre el "Manco" Paz y Facundo Quiroga. Decía que en el Sauce quince hombres habían pedido avecindarse en ese paraje. Otros habían llegado a Santa Fe y se habían dirigido al sur en busca de "conchabo", mientras que algunos se mantenían en la ciudad.
El general Paz, otro de los generales insurgentes que habían participado de la guerra con Brasil, extendió su dominio a otras provincias, entre ellas Santiago del Estero, cuyo gobernador Felipe Ibarra se trasladó a Santa Fe. Protegido por López, esperó el momento para volver por sus fueros y recuperar el poder en su provincia, luego que las acciones combinadas de López, Rosas y Quiroga desbarataron la coalición de Paz, quien quedó prisionero en Santa Fe, después de su captura. Ibarra, que había dejado su exilio santafesino para sumarse al ejército de Quiroga, participó de la decisiva batalla de La Ciudadela, en la que fue vencido definitivamente Gregorio de Lamadrid, el segundo de Paz.
También protegió López al general Paz, aun cuando lo mantuvo cinco años prisionero en la Aduana. Lo protegió de Juan Manuel de Rosas que quería fusilarlo y recién accedió a enviarlo a Buenos Aires cuatro años después, cuando su fusilamiento carecía de sentido, por lo que permaneció otros cuatro años prisionero en Luján y uno más en Buenos Aires con la ciudad por cárcel. Para salvarlo, López le había dicho a Rosas que se lo entregaría siempre que una consulta a las demás provincias así lo decidiera. Rosas no insistió.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.