Por Rodolfo Fernando Rivera (*)
Por Rodolfo Fernando Rivera (*)
Con gran tristeza, he tomado conocimiento del ataque que con violencia inusitada se perpetró al minibús que trasportaba cadetes del Liceo Militar General Belgrano (LMGB), el pasado 19 de agosto en la localidad de Colastiné. Un dramático episodio que devino en un tema de la crónica policial, que nadie hubiera querido leer y mucho menos, ver implicado a un instituto educativo, con alumnos víctimas y un ex-alumno homicida. Sin embargo, hay otro aspecto de este caso que me produce mayor tristeza, la desaprobación del atroz acontecimiento, basándose en el cuestionamiento a una entidad como el LMGB, con más de medio siglo de intachable tradición educativa en la provincia de Santa Fe.
No recuerdo que algo parecido haya ocurrido en un liceo militar argentino, sin embargo, es importante destacar que en nuestro país, la violencia en el sector educativo, se manifiesta en niveles mínimos, si se lo compara con la de otros países, aún más desarrollados económicamente. En mi vivencia profesional en el ambiente sanitario, es común recurrir al uso del concepto "evento centinela", ante cualquier evento adverso de particular gravedad, potencialmente indicativo de un mal funcionamiento del sistema, que puede llevar a un daño grave o a la muerte de un paciente, o de un trabajador de la salud, y que lleva a la pérdida de confianza de los ciudadanos en los servicios sanitarios.
Si bien el concepto se aplica para el área de la salud, bien se lo puede extender al entorno social, como una suerte de síntoma precoz en un comportamiento, por un indicador predictivo de un estado disarmónico o incongruente, en el proceso de socialización de un individuo en una comunidad. En tal sentido, son numerosas la evidencias científicas sobre los efectos adversos en el comportamiento de los individuos, inducidos por la cuarentena de la fase pandémica de Covid-19, especialmente en aquellos países que han tenido un período muy prolongado de lock-down (encierro o aislamiento). Por otro lado, el concepto de "evento centinela" puede aplicarse igualmente a la comunidad, a partir de las reacciones y comentarios surgidos sobre el suceso que nos ocupa. Con gran probabilidad, esto dependa del profundo desconocimiento sobre los liceos militares; de nuestra propia historia; de la omisión en nuestras costumbres; y del olvido de nuestras tradiciones, elementos que forjan la identidad de una sociedad y son el motor para su crecimiento. Porque si no sabemos quiénes somos, nos faltará un punto de vista comunitario que nos permita alcanzar la posición que nos merecemos en el mundo. Ya lo decía el Padre de la Patria, el General José de San Martín: "Seremos lo que debamos ser o no seremos nada". Y también podemos parafrasear a José Hernández, que en su "Martín Fierro" nos advertía, en tiempos insospechados, que la grieta solo favorece a los de 'ajuera'.
En el marco de esta centenaria tradición cultural, los liceos militares, como oferta educativa, no son un invento argentino. Institutos de orientación militar los hay diseminados por todo el mundo. Hay varios en América del Sur, en América del Norte los llaman "Military High School", "Licei Militari" en Italia y "Tercios Jóvenes" en España. Su sólida formación académica, asociada al entrenamiento castrense, es bien reconocida en todos los países occidentales, y en ninguno de esos países se ha planteado alguna vez el cierre de tales institutos de excelencia. En Argentina, los liceos militares funcionan desde hace varias décadas: el más antiguo es el Gral. San Martín de Buenos Aires, creado en 1937; seguido por el Gral. Paz de Córdoba, en 1944, y el Gral. Belgrano de Santa Fe, en 1947. Toda una tradición educativa en Argentina, que hoy cuenta con seis liceos militares, dos liceos navales y un liceo aeronáutico. Es interesante notar que a lo largo de sus historias, estos institutos han producido pocos militares de carrera. La mayor parte de los ex-cadetes son profesionales, empresarios e industriales, docentes, y dirigentes políticos, destacándose ex presidentes y vicepresidentes de la Nación, gobernadores, ministros, embajadores, y una nutrida lista de prestigiosas personalidades en el país y en el exterior. Porque los Liceos militares argentinos desempeñan una gran función educativa, formando buenos argentinos, y con "espíritu, constancia y firmeza", contribuyen a consolidar nuestra identidad cultural.
En base a estos precedentes, no se puede decir que en el sistema educativo de los liceos militares, y en particular, en el LMGB, se haya descuidado a sus alumnos. De hecho, adaptándose a los tiempos tecnológicos que corren, se proporcionó los materiales y oportunidades al ex cadete que incurrió en el ataque, y se lo asistió sin pausa, hasta que él mismo decidió interrumpir el nexo educativo. Es por eso que como ex alumno del LMGB, a los familiares del conductor fallecido, les hago llegar mis condolencias por la trágica pérdida, y a los cadetes agredidos mi solidaridad, confiando en que esta triste experiencia, concluya lo antes posible "con la justicia por delante".
(*) Ex alumno del Liceo Militar General Belgrano, Promoción XXXII. Dirigente médico, nefrólogo y cardiólogo. ASST-Brianza, Hospital Pio XI de Desio, Milán (Italia).
En Argentina, los liceos militares funcionan desde hace varias décadas: el más antiguo es el Gral. San Martín de Buenos Aires, creado en 1937; seguido por el Gral. Paz de Córdoba, en 1944, y el Gral. Belgrano de Santa Fe, en 1947. Toda una tradición educativa en Argentina, que hoy cuenta con seis liceos militares, dos liceos navales y un liceo aeronáutico. Es interesante notar que a lo largo de sus historias, estos institutos han producido pocos militares de carrera. La mayor parte de los ex-cadetes son profesionales, empresarios e industriales, docentes, y dirigentes políticos, destacándose ex presidentes y vicepresidentes de la Nación, gobernadores, ministros, embajadores, y una nutrida lista de prestigiosas personalidades en el país y en el exterior.