Amigos, nuestra Patria está pasando por la mayor vergüenza y falta de pudor de su historia. Desde hace algunas semanas en los informativos se habla de cómo se reparten los alimentos depositados en diferentes lugares del país. Alimentos que fueron adquiridos por el anterior gobierno nacional.
Cuando asumió el actual gobierno, rápidamente se detectó la falacia que existía en la distribución de alimentos a través de cooperativas, merenderos y otros movimientos que en su mayoría eran inexistentes. También conocimos las normativas que tenían los responsables de entregar, mediante la "intermediación", los alimentos a las familias necesitadas de los mismos.
Todo ello ayudó a demostrar que las acciones de "intermediar" no fueron lo suficientemente claras como el motivo real lo amerita (es decir, responder ante y por la necesidad de los ciudadanos-habitantes), siendo más importante las "condiciones" que ponen para hacerlo. Así, todo se fue orquestando para lograr una dependencia de los necesitados, para llevarlos a dejar de lado su dignidad por un plato de comida, porque debían comprometerse a votar por quienes estaban al frente del anterior gobierno, lógicamente para no perder la ayuda.
Los responsables de esa "intermediación" están detectados y enfrentan lo que parece ser un delito, pero sabemos que en realidad no hay ningún miembro de esos grupos o movimientos a disposición de la Justicia. Por eso vuelvo una y otra vez a ser reiterativo: ¿La Justicia, para que está? Supuestamente está para garantizar los derechos de los ciudadanos, pero entonces… ¿Quién debe pedir explicaciones, nosotros, el pueblo, o la Justicia que debe cumplir con su deber?
En forma paralela, como resultado de la inacción de la Justicia, se dio lugar a los argumentos de uno de los dirigentes de esos movimientos, cooperativas y otros, creo que su nombre es Juan Grabois, a quien debo reconocer el dominio que tiene de la cosa pública. Es algo sorprendente: supuestamente debería estar detenido y sin embargo este ciudadano, solo, se enfrentó al actual gobierno, y lo denunció porque tenían alimentos guardados y no cumplían repartiéndolos debidamente, "como hacían ellos".
Pero hay otra cuestión: este dirigente social fue a la Justicia y en este caso los jueces sí actuaron rápidamente, dándole un espacio para denunciar al gobierno porque no había cumplido. Encima los carajeó, como a veces hace nuestro presidente al referirse a "la casta", siendo realmente penoso que las imágenes con su conducta en tribunales es lo que pudieron ver los ciudadanos argentinos y tal vez el mundo entero.
Por otra parte, los jueces, ante los gritos y amenazas del acusador, tomaron una forma de actuar, pero no como lo hacen en los estrados o a través de los escritos judiciales. No, en ningún momento hicieron gesto alguno como para hacerlo detener por la custodia policial, que trabaja en el ámbito de la Justicia, debido a sus excesos. Solamente tomaron la posición en la silla que estaban ubicados y dejaron actuar a dicho personaje, para que no se sienta invadido por quienes representan al sistema judicial argentino. Es decir: bancaron al señor dirigente social.
Psicológicamente lo comprendo. Y hasta puedo aceptar dicha actitud, por el temor de los jueces y fiscales presentes de que el acusador manifieste que los conoce, y que "mejor no hable de ellos", todos funcionarios del mencionado sistema judicial. Lo que me lleva a decir entonces que un solo personaje puso en jaque a la Justicia y al Gobierno.
En definitiva, se detectaron acciones fraudulentas y no hay nadie preso. Los ciudadanos somos simples observadores de las acciones non sanctas del Gobierno, que explica lo que puede. Mientras tanto, por el lado de la Justicia hay un silencio absoluto, lo que transforma este desgraciado episodio en una demostración más de la pobre y delicada situación de nuestra Patria, algo que a los ciudadanos "de a pie" nos cuesta digerir, de solo pensar en cómo se administra la pobreza de nuestros conciudadanos más pobres.
Esos conciudadanos están a merced de determinados gobiernos de turno -de los que todos sabemos quiénes han formado parte-, que los llevaron al terreno de la mediocridad, la indigencia, la pobreza y a una dependencia similar a los esclavos de la época fundacional de nuestra Patria. ¡Qué vergüenza! ¡Estamos hablando de seres humanos con documentos argentinos!
Mi reflexión es la siguiente: si en lugar de que el Gobierno, la oposición, la Justicia, o los periodistas tendenciosos se dedicaran a hablar varios días sobre el tema de los alimentos como lo hicieron, se hubieran preocupado de ver cómo lograr una mayor producción, o cómo hacer para dar trabajo a los que no lo tienen, que importante hubiese sido. O que estos mismos interlocutores, se preocuparan por hacer posible que pueda cumplirse con aquella resolución de la Asamblea General Constituyente y Soberana del Año 1813, por medio de la cual se anulaba la continuidad de la esclavitud en nuestra Patria, al otorgarse la libertad de vientre de las esclavas.
¿Me parece a mí o comportándose como se comportan no cumplen con dicho mandato? Señores de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, máximos representantes de la democracia, hay que generar verdaderos Planes de Producción que sirvan para dar trabajo genuino. No generen nuevas formas de esclavitud, dando de comer a los ciudadanos despersonalizados.
Así no generamos trabajo, sólo padres dependientes y niños desnutridos, sin educación. ¿Esta es la Argentina que nos merecemos? No, seguramente que no, pero es la cruda realidad. La misma realidad que me hace expresar, como siempre: ¡Me duele la Patria!