Jueves 8.8.2024
/Última actualización 23:15
Lo que sigue es, en parte, la reproducción de una columna publicada años atrás. Simplemente no ha perdido nada, absolutamente nada envejeció, se venció, o se superó desde entonces. En una de las mejores novelas antibélicas que leí, tal vez la mejor, "Trampa 22" ("Catch 22" su título original en inglés), uno de los personajes, piloto de caza bombardero, cada tanto anunciaba que el avión andaba mal y se caía al mar, o se tiraba en paracaídas… al mar. Sobrevivía en la pequeña balsa hasta que lo rescataban. Ya en la base (en Malta) solía practicar como encender fuego con el pequeño calentador de campaña y preparar esas raciones que están en el paquete de supervivencia para los accidentes .
Este no era el personaje central, la novela giraba en torno a otro soldado, al piloto de origen armenio Yossarian, pero sus anécdotas, deliciosas, lubricadas con su paranoia y su manera de entender la guerra, nos desviarían. Ozz, creo que ese era el sobrenombre de este piloto menudo y sonriente, recibía bromas por tonto y se admiraban de su suerte al sobrevivir en la pequeña balsa en el mar. Con el tiempo, descubrieron que luego de practicar su impericia (que no era tal) Ozz un día tiró el avión al mar y en su botecito se fue para la zona neutral, hacia algún frío país donde llegó como sobreviviente de una guerra y un naufragio.
La moraleja de quien se hacía el tonto y, en realidad, practicaba para salvarse de seguir combatiendo en una guerra, loca como todas, viene seguido a mis recuerdos. Esa novela está presente. También lo que la novela oculta a simple vista: ese soldado no era honesto, robaba, mentía, fingía. La excusa era la guerra, pero era un delincuente y un traidor a la patria... y la bandera. Ejem. No era Ozz el mejor piloto, era el que peor cumplía con las misiones, pero tenía un plan diferente para esa guerra donde, según dice Joseph Heller, el autor, todos habían entrado por una obligación imposible de esquivar.
Cada tanto, estos Fernández, ambos, me llevan a esa formidable ficción. Todos estaban en la guerra y cada quien la entendía distinta y nadie, casi nadie, la justificaba. Todos combatían. Los Fernández (Cristina y Alberto / CFK y AF), a su modo, piloteaban un caza bombardero donde estábamos nosotros. Cada tanto un naufragio. Ellos practicaban la supervivencia en su pequeña lanchita para llegar a una zona neutral, sin guerra y con plena vida. Llenos de dinero. De impunidad. No es posible creer en la absoluta ineficacia de los Fernández, ni siquiera en sus peleas, el mismo avión a las mismas aguas una y otra vez, luego el salvataje. La torpeza previa en tierra firme era un ensayo y como Ozz, sonreír ante la acusación de tonterías.
En Argentina asistimos impávidos a la sonrisa de los acusados de tontos, de ignorantes, del "yo no sabía", y el "cómo iba a imaginar semejante cosa" y el secreto que los sostenía y sostiene: huir de la historia que fabricaron, sin preocuparse por los demás, mucho menos por "el conflicto bélico" o los aviones destrozados. "Sobreviviendo, sobreviviendo", diría Víctor Heredia. Pueden no saber de economía… (es pregunta). Pueden no saber de relaciones internacionales… (otra pregunta) y pueden, finalmente, desatender, equivocar, ignorar el giro diario de la Gestión Pública, los deberes y derechos y el profundo significado del Bien y del Mal… (ya no es sólo pregunta, también es queja y advertencia).
Pueden ignorarlo todo… la pregunta se convierte en sospecha, que siempre es oscura y sin respuestas, no es cómodo explicarle el misterio a un periodista que solo advierte lo que pasa sin obligación de compra. ¿Pueden ignorar todo lo malo? Con los años resulta complicado alegar la propia torpeza pero algo aturde el razonamiento: el voto popular. No sucede en aquella novela. En Argentina sí. Es ese voto el que ahora destapa cobertores muy desgraciados. Si dejamos el tema de su ignorancia y/o tontería los que tienen tal característica, es decir, tontos e ignorantes son/somos los que votamos cada dos años y mantuvimos esta situación.
En 2023 hubo una resistencia, una rebelión, un enojo y un castigo. No sé, aún no se sabe, no sabemos cuan conveniente, pero cada día se advierte que era inevitable. Quien también contribuyó, Sergio Massa, no puede alegar torpeza o ignorancia. Es culpable, pero puede alegar ambas cuestiones atenuantes (torpeza e ignorancia) Mauricio Macri. Hay un atajo cómodo, indicar que traicionaron el mandato popular pero este es el punto de cruce. ¿Qué mandato? ¿Es suya o nuestra la torpeza? Esa es la trampa de los Fernández.
Javier Milei un día encontró el billete premiado y está cobrándolo. El asunto, como decía Jean Jacques Sempé, se complica ( "Everything is Complicated", "Tout se complique", el título del libro de Sempé). La guerra a La Peste; la guerra al conocimiento (doctrina del fin de la meritocracia); la mala administración económica; la dependencia del Conurbano y AMBA (53% de los votos del país, tantas veces sostenido en estas columnas, antes que Carlos Pagni lo advirtiese, advirtiendo -nosotros- sobre "la provincia-país", herederos todos los ensayistas, Pagni incluido, de Ezequiel Martínez Estrada, vamos, che…); la pobreza nacional; el fin de las vacas gordas y el "yuyito" rendidor debido a la sequía, y la sustancia de estas endechas: ¿Eran tan tontos o fuimos tan tontos?
El formidable "cul de sac" en que se encuentra Argentina admite salidas individuales o sectoriales pero ay, del laberinto por encima solo Ícaro… y con el destino que la mitología indicó. No la dejaron fácil y Javier no arregla, simplemente dice "yo no fui". Queda poco tiempo para esa excusa. Es el momento de reflexionar sobre el punto central. No es sencillo creer que fue la suma de errores, antes bien parece que no hay tal pelea de fondo ni tanta diferencia en los destinos, aparentes y reales. No hubo yerro, solo plan de salvatajes individuales. Y… ¿Por qué no? ¿Pueden no pueden tener una planificación de salvatajes individuales?
No hay distraídos. No puede una "Jefa" como CFK ignorar qué hacía AF. Olivos no es un refugio antiatómico y los serviles de Cristina, con seguridad, informaron del comportamiento de su soldado con fin determinado. Vamos a los bifes. Se divide el condominio. Si CFK se queda con un lote, Axel K con otro y así , así, así… llegaremos a los griegos: hay que partir de la realidad para llegar a la verdad. Ni presos, pobres o desamparados. Ni engrillados, ni a la sombra. Descubiertos, desnudos y disimulando. ¿Hasta cuando? ¿Es posible creer que CFK no sabía nada de cuanto todos sabemos -ahora- que sucedía a la vista de tantos? Aves del mismo plumaje volando en bandada.
En la novela mencionada, la trampa es que, para el enrolamiento en tiempos de guerra, nadie que aduce locura para salvarse del enrolamiento está loco y, por tanto, debe ir a la guerra porque es mentira su locura. "Catch 22". Toda guerra es una locura y los cuerdos lo saben. Esa es la trampa 22, la del artículo 22. Una sola diferencia: en el Ejército de Yankilandia no se permite votar las órdenes. Es el Ejército, los mandos son de arriba hacia abajo. Piramidales. En la guerra no se discute, se aceptan las órdenes. Aún la orden mas loca: la guerra. No estamos en guerra. El voto no es obediencia debida pero, ay, que fea comparación.
El soldado Alberto Ángel Fernández, porteño… y abogado, le ha fallado a su generala de la peor manera. Ella lo sabía. No puede alegar inocencia, Cristina debe responder, es La Jefa. Sobre ella pesan acusaciones bastante firmes de corrupción. Ya hay condena de corrupción, aun cuando faltan instancias de queja. Sobre su lugarteniente Fernández también. Y una denuncia civil y sin retorno: violento golpeador. Esta es la cuestión: ¿Lo sabía? ¿Cómo alegar que no?
Argentina, acaso con el inconsciente clarificado, eligió a Milei. El país lo eligió para sobrevivir a los Fernández. No hay garantías de éxito. Una vez retirados del mostrador no podemos quejarnos. Dejar constancia de los sucesos sí. Milei es una suma incompleta: mistura internacional, tendencia favorable y decisión popular instigada. No tiene final. Apareció para sobrevivir a los Fernández. Este es el resultado de la alquimia. Los alquimistas buscaban convertir metal barato en oro.
Muchos piensan que fue otro yerro y no se logrará, que no lograremos sobrevivir a los Fernández y los primeros veinte años del siglo XXI marcan el fracaso final, que termina de la peor manera. Una Fernández que dice ignorar lo que sabe y ya tiene condenas. Y un Fernández que sabe, tiene condenas y civilmente ha cometido un delito sin retorno. Milei sabe cómo sobrevivir a los Fernández: denunciándolos por sus crímenes. Eso no convierte el plomo en oro. Javier lo sabe. Sufro pensando que todos lo sabemos. Que somos el soldado que planeaba su deserción.