Por Raúl S. Vinokurov
Por Raúl S. Vinokurov
Las recientes elecciones en Brasil despertaron un interés en nuestro país que sobrepasó lo meramente informativo, institucional o comercial. Pareció que el futuro de Argentina dependía de quien ganara. El ajustadísimo triunfo de Lula revitalizó a un sector del oficialismo que viajó masivamente a saludar al ganador, a invitarlo a venir, a sacarse fotos juntos, a intentar que el ex presidente brasileño hablara de su predilección por el kirchnerismo, ya que para éstos, que Lula triunfe, representa legitimar su pensamiento marcando un imaginado paralelismo ideológico que signifique aires de renovación para una gestión absolutamente negativa.
El resultado electoral también ocasionó lamentos y malos presagios para los sectores opositores que ven en Bolsonaro el camino correcto. En la diaria realidad Brasil hará, con o sin Lula, lo que más le convenga a Brasil. Esa línea política marca una gran diferencia con la zigzagueante marcha que caracteriza a Argentina, que depende de quien gobierne para cambiar el rumbo que traíamos.
A partir del 1 de enero próximo el nuevo ejecutivo brasileño deberá gobernar con un poder legislativo absolutamente opositor al igual que gobernadores de varios estados, algunos muy importantes desde lo político y lo económico. Que Lula haya sido reelecto despertará además viejas pretensiones del sindicalismo argentino, ya que varios dirigentes vienen reclamando que un representante de dicho sector tenga la oportunidad de ser candidato presidencial, cuestión que siempre fue rechazada por el ala política del peronismo y del kirchnerismo.
Nadie parece analizar algunas cuestiones que podrían mejorar nuestro sistema electoral, como el voto electrónico que permitió conocer en pocas horas el resultado que decidieron casi 150 millones de personas. El voto electrónico en Brasil, 25 años ya, se basa en un sistema probado, estudiado, analizado, controlado, por distintos actores no solo de la política. La mínima diferencia que no llegó al 2% fue aceptada por la inmensa mayoría del electorado. La resistencia y negación de la derrota también existió, pero no se debió al sistema electrónico.
Aquí pretenden eliminar las PASO. Independientemente de la discusión sobre la conveniencia o no de estas elecciones primarias, es sumamente cuestionable el momento elegido para plantear este debate en la sociedad. Sumemos que el Ministro del Interior declaró estar estudiando un proyecto para eliminar las elecciones legislativas que se efectúan cada dos años, aduciendo, entre otras cosas, que son muchas las veces en que los argentinos vamos a votar o que dichas elecciones significan en la práctica, un examen a la gestión gobernante. Aquí también el momento elegido para plantear estos cambios no es oportuno y constituye además una pretendida distracción para instalar otros temas que no sean los relativos a la dura realidad que sufrimos los argentinos y la consiguiente incapacidad para solucionarlos, al margen de no reconocer ser ellos quienes los provocan. Tampoco discutimos la conveniencia de la boleta única para el pueblo o la conveniencia de listas sábanas o colectoras para la dirigencia política a pesar del discurso de Alberto Fernández que dijo buscar profundizar la democracia.
Brasil no renunciará a ser Brasil para ayudar a Argentina. Nos ayudará en lo que les convenga. Es un país que está entre las diez mayores economías del mundo, que privilegiará socios en América, Europa, Asia y África que ayuden a su desarrollo y expansión, un Brasil que no cree que el Mercosur sea hoy una herramienta importante a sus intereses.
Estas elecciones en Brasil demostraron la gran división existente en su población, allí también la brecha es ancha y profunda y de difícil pronóstico en lo inmediato en cuanto a gobernabilidad, pero paralelamente el país tiene 8% de desempleo, inflación a octubre del 7 % anual, pero ni con estos porcentajes han conseguido mejorar las desigualdades sociales que tuvieron un fuerte incremento durante la pandemia llevando la pobreza al 24 %.
No es logrando que Lula se ponga una gorrita o yendo muchos a saludarlo que Argentina solucionará sus graves problemas. Tampoco ayudan las diferencias y divisiones existentes en sectores opositores en la permanente lucha por el poder.