Queridos Amigos de todos los domingos. Muy buenos días. ¿Cómo están?
Queridos Amigos de todos los domingos. Muy buenos días. ¿Cómo están?
Hoy, en el quinto domingo de Cuaresma, el Profeta Isaías, nos sale al encuentro con un mensaje lleno de esperanza: "…Esto dice el Señor. No se acuerden más de otros tiempos, ni sueñen ya más en las cosas del pasado. Pues yo voy a realizar una cosa nueva, que ya aparece. ¿No se dan cuenta?" Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Las palabras del Profeta nos invitan a abrazar el futuro con esperanza. Siento, como si el Señor hoy nos dijera: No se queden dormidos, anestesiados, pasivos. No esperen soluciones mágicas a sus problemas cotidianos, poniendo excesiva esperanza sólo en sus gobernantes, dirigentes y políticos.
Cuenten conmigo, con mi pedagogía, pues yo, el Señor, estoy por hacer algo nuevo. Los que se creían salvadores e imprescindibles, ya están en el cementerio, otros muchos que nos imponían sus relatos, hoy deben responder ante la justicia, desfilando por los juzgados.
El día 13 de marzo de 2013 pasó a ser en la historia de la Iglesia Católica un día histórico, un momento "Kairós".
El cardenal Jorge Mario Bergoglio, no siempre valorado por algunas figuras del gobierno, fue elegido para ocupar la Sede de San Pedro en Roma.
Por primera vez en la historia de la humanidad, un latinoamericano, un argentino, fue llamado por Dios para conducir la barca de la Iglesia.
Qué bendición y qué mensaje para todos los argentinos. Esta noticia de su elección nos cambió la cara, nos alegró el corazón… Las cosas desde el punto de vista económico y social no cambiaron, pero cambiaron nuestros ánimos.
Muchos se preguntan: ¿por qué él? ¿por qué Bergoglio? ¿no había otros? Sí, había otros, pero la pregunta más importante que hay que hacerse es ¿para qué? o mejor dicho: ¿Qué nos quiere decir el Señor con la elección de Bergoglio?
Cada uno tendrá su opinión y hará su lectura, pero la respuesta está en el texto de Isaías que hoy leemos: "Yo estoy por hacer algo nuevo, ya está germinando".
Sin lugar a dudas, el Papa Bergoglio llegó a Roma para llevar un nuevo aire fresco, para ofrecer al continente europeo una imagen de Iglesia cercana a la problemática de los pobres y de los necesitados.
En sus viajes apostólicos que realizó, nos recuerda permanentemente que debemos salir, que debemos abrirnos al hombre y a la sociedad de hoy, para romper con las estructuras viejas que no sirven y descubrir lo nuevo.
Nos dice: Necesitamos una Iglesia en salida. Cuando uno sale a la calle puede accidentarse, pero, prefiero –dice el Papa-una Iglesia accidentada, que una Iglesia cómoda, dormida y anestesiada.
A los sacerdotes nos pide que seamos pastores con olor a oveja, alegres, solícitos, jugándonos en los "campos del Señor". A los que gobiernan les reclama que cumplan con su deber, "…sirviendo al pueblo y no sirviéndose del pueblo…", como con frecuencia ocurre.
¿Qué les dice a los educadores, en estos tiempos de tantas incertidumbres? La pregunta nos desafía porque: según datos del Censo 2022, el 93% de los chicos y chicas de entre 12 y 17 años están escolarizados.
Sin embargo, hay 300.000 adolescentes de entre 12 y 17 años que no asisten; un 34% de los jóvenes de entre 20 y 22 años no cuenta con el nivel secundario completo. Pregunto: ¿Esto no es una tragedia educativa en la sociedad del conocimiento? Si eso no es una tragedia para una nación, entonces ¿qué es?
Mis queridos Amigos. Dios para hacer algo nuevo nos necesita. No podemos permitir que nos afecte la indiferencia, la comodidad, o la mediocridad, porque lamentablemente la mediocridad se ha transformado en una enfermedad del siglo XXI, que nos afectó a todos.
La mediocridad –dice el Papa Benedicto XVI- entró en la Iglesia, en la vida religiosa, en la educación y en tantas otras dimensiones de la existencia humana.
Para ir finalizando, permítanme recordar el siguiente hecho: "El día 1 de marzo de 2016, el presidente Mauricio Macri en el Congreso, pronunciando su discurso de cara al pueblo, nos invitaba a la fraternidad, a la unidad nacional, a la unidad de los argentinos. Usando una metáfora de un puente, decía: "¡Lo construimos todos juntos o no se construirá jamás!".
Pensemos por unos minutos: ¿en qué consiste mi colaboración para que la Patria hoy pueda levantarse y resucitar, para que Dios pueda hacer en nuestro país cosas nuevas?
Que Dios nos bendiga.
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