Cuando los dirigentes de Hamás dieron la orden de perpetrar la orgía de sangre en pleno territorio de Israel, eran plenamente conscientes de las consecuencias de sus actos. En efecto, Israel iba a responder a la masacre de octubre con una invasión militar. La invasión incluiría la ocupación de territorios y ciudades. Allí comenzarían las complicaciones, porque desde que el mundo es mundo la ocupación militar de ciudades incluye la muerte de población civil. A Hamás no se le escapaba que en un principio la opinión pública internacional iba a condenar al terrorismo islámico, pero al mes, esa misma opinión pública empezaría a criticar a Israel, a calificar su accionar como desproporcionado, y en menos de lo que canta un gallo comenzarían las disculpas y los atenuantes a Hamás, considerados víctimas del estado genocida sionista. La Europa derrotada culturalmente y la izquierda ideológicamente quebrada se encargarían de hacer el resto, es decir, dedicarse a responsabilizar a los judíos de todo lo sucedido y a atenuar las responsabilidades de Hamás en nombre de la "ocupación", una palabra que según el caso puede referirse a "La Guerra de los Seis Días" o, lisa y llanamente, aludir la fundación del Estado de Israel en Medio Oriente. Al respecto, importa saber que para Hamás y para el islamismo Israel no puede ni debe existir. No debió existir en 1947 y no debe existir ahora.
Hamás a su manera fue cumpliendo con sus objetivos: Israel es el enemigo de la humanidad; ellos son víctimas de una potencia colonial y genocida, y en el mundo árabe y palestino en particular queda claro que son los abanderados de la causa del Islam. El precio a pagar ha sido alto, pero la misericordia de Alá es infinita. Hamás es hoy la representación real del pueblo palestino, mientras que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) desde hace rato es una reliquia anacrónica. A Israel, Hamás le ha dado una lección que no olvidará nunca, además de recordarle que nunca tendrán paz, que siempre la guerra a través de las más diversas modalidades los acechará sin compasión. Por último, la causa islámica demostró su valía en el mundo árabe. Los acuerdos de Israel con Jordania, Egipto, Arabia Saudita, algunos emiratos, se mantienen, pero han sido por el momento suspendidos.
En Europa han descubierto que la posible solución a la crisis es la creación de dos estados. Chocolate por la noticia. Lo siento por las almas bellas, pero el mundo islámico no quiere arribar a ningún acuerdo con Israel. Mucho menos aceptar la creación de dos estados. Desde 1947 han tenido varias oportunidades para hacerlo y no lo hicieron. Yasser Arafat lo explicó con su habitual cinismo: si yo firmo estos acuerdos al primero que matan es a mí. Puede que en algún momento los dirigentes de la OLP hayan considerado la posibilidad de dos estados. Hoy esa alternativa está descartada porque, en primer lugar, la OLP no decide nada y, en segundo lugar, Hamás ha dicho y ha repetido que su objetivo es ahogar a los judíos en el mar. Seamos sinceros: para la cultura islámica el concepto de estado, tal como se entiende en Occidente no existe o no vale. Su aspiración es el califato. Tampoco comparten con Occidente e Israel el concepto de ciudadano e individuo. ¿Derechos humanos? Vade retro Satanás. ¿Libertades? Blasfemias de los herejes de Occidente. Pedro Sánchez, el sinvergüenza de Pedro Sánchez, sabe que así son las cosas, pero ha preferido valerse de la guerra de Medio Oriente para ganar votos fáciles en España que contribuir en serio a soluciones políticas responsables. La izquierda, y más de un liberal europeo, una vez más vuelven a cometer el "pecado Daladier". Concederle aire al terrorismo islámico como antes se lo concedieron a Adolfo Hitler. Puede que algunas de sus manifestaciones en contra del Holocausto sean sinceras, pero está visto que para estos caballeros siempre les resulta más confortable defender al judío muerto que al judío decidido a defenderse. Hoy, sin ir más lejos, pareciera que lo que Occidente y los judeofóbicos de derecha e izquierda no le perdonan a Israel es que haya aprendido a defenderse.
La guerra en la Franja de Gaza en algún momento finalizará. Israel se propone recuperar a los rehenes que queden con vida y descabezar la conducción de Hamás. Difícil que lo logre. Puede que algunos rehenes sean devueltos a cambio de miles de presos. Es una posibilidad. Más difícil es descabezar la conducción de Hamás. Dos razones contribuyen a ello: sus dirigentes es muy probable que no estén en el terreno del combate, pero además Hamás es hoy el héroe del mundo islámico y cientos de miles de palestinos y árabes seducidos por la letanía de la Hermandad Musulmana están dispuestos a tomar las armas y a seguir la guerra contra el Satán Judío. Es como les dijera el jeque Yashin: "No tendrán paz un solo día". Después habrá que analizar el costo que ha pagado Hamás para iniciar esta guerra. La Franja de Gaza está en ruinas. Murieron más de treinta mil personas de las cuales más de la mitad son milicianos. Por el momento, Hamás cuenta con el respaldo de Irán, pero como se podrá apreciar los ayatolas de Teherán no están dispuestos a quemar las naves por Hamás. Asimismo, ni Egipto ni Jordania van a mover un dedo para facilitar que los palestinos se refugien en sus tierras. Sin muchos costos, Egipto podría permitir que se abra la frontera en Rafah y que los palestinos levanten campamentos en la península de Sinaí. Ni ebrios ni dormidos. ¿Qué pasará con la causa palestina cuando concluya la guerra? Ni Mahoma, ni Buda, ni Jesús lo saben. Israel, por lo pronto, intentará lavarse las manos. En su momento el halcón de los halcones, Ariel Sharon, entregó a los palestinos la Franja de Gaza sentando el precedente de que el ejército de Israel desaloje por la fuerza a los colonos judíos que desde hacía casi cuarenta años estaban instalados allí. La Franja de Gaza era un regalo para la OLP, pero los que se apropiaron del botín fueron los muchachos de Hamás, quienes ese mismo día dispusieron que todos los recursos provenientes de la ayuda extranjera se dedicaran a la guerra contra los perros judíos. Así fue la cosa. Hoy no hay un judío en la Franja de Gaza. Raro colonialismo sin ocupantes territoriales. Tampoco hay noticias de que los judíos tengan ganas de irse a vivir a la Franja. Aunque cueste entenderlo, la opinión pública mayoritaria en Israel está a favor de la paz y no es su objetivo ocupar más tierras, más allá de las provocaciones de algunos colonos protegidos por el oportunista de Benjamin Netanyahu. Con relación a los palestinos que viven en Israel, lo único que se puede decir es que disfrutan del privilegio de habitar en un territorio en el que disponen de libertades individuales y políticas, privilegio que no existe en ninguna de las teocracias o autocracias árabes de la región.
Puede que la guerra en la Franja de Gaza concluya en un tiempo relativamente breve. Esto no quiere decir que de aquí en más la región disfrutará de los beneficios de la paz. A Israel esta guerra le ha resultado dolorosa porque la masacre de octubre del año pasado les recordó con vibraciones de pesadilla al Holocausto. También le ha salido cara. Israel es una gran potencia, pero una guerra de estas proporciones y de esta extensión afecta la billetera más gorda. La situación política interna dista mucho de ser armoniosa. Netanyahu ha alentado todas las contradicciones posibles: sefaradíes contra askenazis; laicos contra religiosos; pacifistas contra guerreros; progresistas contra conservadores. ¿Y quién se hará cargo de los palestinos? Que se arreglen solos, es la respuesta, pero los políticos judíos más serios saben que esa respuesta no alcanza, no es viable y hasta puede ser el pretexto de nuevas tempestades. Por lo pronto, Israel reiniciará los acuerdos de Abraham ampliando su frente de contención política. Con Estados Unidos, la alianza se mantiene más allá de algunos coscorrones. Y por su parte Rusia y China han preferido por el momento jugar un rol discreto. Irán, por su lado, mantiene intacta su estrategia: reforzar su alianza con China y Rusia y sostener la causa del islamismo.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.