Martes 7.6.2022
/Última actualización 1:53
El dato objetivo es que Juan Pablo Ríos, de 27 años, recibió un disparo por la espalda con entrada en el omóplato derecho y sin orificio de salida. La víctima del disparo se encontraba rodeada de una marea de personas. Lo imprevisto del acto y sorpresa es responsable de que no se iniciara una balacera con miles de potenciales víctimas. El hecho, premeditado y ejecutado con frialdad, fue lisa y llanamente un fusilamiento que no obtuvo la debida dimensión que cabe a un acto que involucra balas de plomo dentro de una muchedumbre.
Siga, siga
Lo que debería prender todas las alertas, ante la escalada de la cualidad de la violencia que se apodera de lo que se da a conocer como “el entorno del fútbol”, pasa como una anécdota disruptiva en una “fiesta” masiva.
Ni la dirigencia – que subestimó lo ocurrido-, ni el Ministerio de Seguridad que deambula entre “el costo político” y la inminencia de una tragedia mayor, ni la Justicia con un flemático andar con las evidencias que cada hecho violento arroja, pueden garantizar que un domingo en “paz”. Todas las informaciones en off y on, indican que estamos ante la inminencia de un campo de batalla para la vendetta eterna entre dos facciones de la barra brava. “Los de Siempre” – que responden a los Leiva- y “La Negrada, conducida por el prófugo Chuky Ríos, hermano de quien fue herido el pasado sábado.
La dirigencia
El presidente del Club Colón, José Vignatti, fue quién decidió que la fiesta continúe luego del primer tiroteo, el sábado pasado, para luego convocar a “concentrarse en lo bueno de la fiesta”. Para otro dirigente, Patricio Fleming, “el 99% de la gente se portó bárbaro” y se lamentó que “por 15 minutitos no pudimos lograr que la fiesta sea completa”.
Claramente, la falta de sensibilidad, hacia los propios simpatizantes del club que vivieron instantes de terror, manifiesta la incapacidad de estas personas para manejar una situación que sucede en Colón y de la que ellos son parte dándole lugar a los violentos y, en muchas ocasiones, utilizándolos para resolver conflictos de intereses como sucedió con la usurpación del Hotel Club Colón. Fue el 2 de mayo pasado que con integrantes de “Los de siempre” a la cabeza y estos dirigentes detrás, decidieron “tomar posesión”, sin orden judicial firme, del Hotel.
Antecedentes
El propio Vignatti, fue cubierto por las barras para escabullirse en plena asamblea del club. Lo hizo en medio de los insultos de los socios que no avalaban el balance presentado por el presidente. El segundo de Nano Leiva, Alias “Rulo”, fue quien lo escoltó hacia la salida. Integrantes de “Los de Siempre” cubrían la retirada, con golpes de puño y patadas. Cientos de socios de testigos y los medios nacionales replicando el hecho.
Posteriormente el 5 de octubre, de 2021, y ante incidentes que dejaron un saldo seis policías heridos en enfrentamiento de la barra con las fuerzas. El Ministerio de Seguridad, de un dirigente de Colón cuyas iniciales son L.P. por ser el nexo directo entre Nano Leiva y la Policía actuando como vocero de los violentos.
El antes y después del sábado
Lo que ocurrió el sábado pasado, no es más de lo mismo sino peor. Lo que era una insostenible lucha por el negocio derivados del entorno del fútbol entre dos facciones de la barra conocidas como “la oficial” y “la disidente”,
Ya siquiera tiene un motivo superior, el joven baleado es parte de un grupo que fue creándose en torno al territorio del Barrio Fonavi San Gerónimo, el ataque contra uno de los suyos no es parte de la lucha de sus jefes. El lugar elegido para el crimen fue simbólico y eso no hace más que subir la apuesta. Importa la temeridad de los ataques con armas de fuego, en la medida que es público, que tiene trascendencia y hace “famosos” a sus ejecutores.
En el marco de esto y la escalada que dirigentes, el Estado y los propios simpatizantes que adhieren al “siga, siga”. Este domingo es turno de un partido de fútbol denominado clásico – dentro de una cancha- pero fuera están en juego otras rivalidades que podrían ser la antesala de una desgracia que no corra con la misma “suerte” del último sábado y la del 5 de abril en la previa de Colón vs. Peñarol en donde llovieron balas y por milagro sólo encontró heridos en su trayecto de plomo.
Error político
La indecisión de la política criminal del Ministerio de Seguridad, que anunció la ausencia de público para los partidos posteriores a la balacera contra Peñarol y el levantamiento posterior de lo anunciado para tomar “partido” por una de las facciones, “Los de Siempre”, explica que el Estado ha sido sobrepasado por la situación.
Quitarle territorialidad, con la suspensión de la tribuna sur y la persecución y allanamientos de quienes son parte de la facción “La Negrada”, lejos de ser positiva, encendió los ánimos. Está “decisión”, estrategia del “menos malo”, se vio con la intervención policial haciendo volver a los colectivos que se dirigían a la finalísima con River, en Santiago y el impedimento de ingreso de “La Negrada” en los dos cotejos disputados en Patronato.
Lo que parece un ingenuo pacto con la “barra oficial”, desde el lado de las autoridades, chocó con la realidad de lo que es, realmente, el sustrato violento de quienes no tienen ningún interés de allanarse y se asocian para la violencia y no para ser parte de una pasión futbolera.
Urge la decisión precisa
Jugar con público el clásico de la ciudad sería apostar a pleno en la ruleta. Las chances de que no continúe lo que empezó hace años y el sábado se desmadró, completamente, son casi nulas. No sería un error, tan sólo. Sería un crimen, inconmensurable, en sus consecuencias
Estos muchachos, hoy, son imparables y se hicieron enormes alimentados por siniestros poderes que no se hacen cargo de semejante criatura que les pertenece.