Hildegarda de Bingen (1098-1179), santa abadesa benedictina y polímata alemana universalmente reconocida. La música fue una de las tantas disciplinas en las que se destacó. Se le reconoce su obra e influencia como compositora, escritora, filósofa, científica, naturalista, médica, protofeminista, mística, líder monacal y profetisa.
Ocho siglos y medio después de haber dejado este mundo, una de esas verdaderas heroínas, Hildegarda de Bingen (Hildegard von Bingen), sigue iluminando con su legado. Además de santa, es Doctora de la Iglesia, título otorgado en 2012 por el papa Benedicto XVI y que sólo comparten cuatro mujeres. A Hildegarda puede considerársela una revolucionaria, mística, protofeminista, botánica, filósofa, sibila, médica, artista, poetisa, sexóloga, compositora y hasta consejera política.
Fue monja benedictina y virgen. Y, sin lugar a dudas, una mujer excepcional, un espíritu renacentista en el corazón del medioevo. Publicó su primera obra recién a los 38 años y murió a la por entonces avanzadísima edad de 81. Su vida y sus escritos escaparon a la hoguera, tal vez un signo más de su divina conexión, o de su astucia para saber cómo manipular sus luces.
Como "diezmo"
Hildegarda nació en 1098 en Bermersheim, en el seno de una familia noble de origen germano. Siendo la décima hija, su futuro monacal fue decidido por sus padres antes de su nacimiento: sería consagrada a Dios como "diezmo". Fue entregada a los 8 años de edad a la noble Judith de Spanheim (Jutta) para que la preparase para tomar los hábitos. Bajo la tutela de esta estudió latín, los salmos, las sagradas escrituras y los cantos gregorianos.
Al cumplir 14 años, la pupila y su maestra se enclaustraron en el Monasterio de Disibodenberg. Este era un monasterio masculino, pero acogió a un pequeño grupo de enclaustradas en una celda anexa en 1112. Dos años más tarde la celda se transformó en un pequeño monasterio, a fin de albergar el creciente número de vocaciones. En ese mismo año, Hildegarda emitió la profesión religiosa bajo la regla benedictina.
Viajes y homilías
Tras la muerte de su maestra en 1136, Hildegarda se puso al frente del grupo monacal femenino. Si bien la clausura en sus tiempos no era tan rígida como lo sería a partir de Bonifacio VIII, no dejó de sorprender y admirar a sus contemporáneos que una abadesa abandonara su monasterio para emprender largos viajes de predicación.
Sus hermanas de la orden hacían copias de sus homilías para compartirlas con otros monasterios y entregaron sus cartas, de las que se conservan casi cuatrocientas, a muchos y eminentes destinatarios. Fue la única mujer a quien la Iglesia permitió predicar al clero y al pueblo en iglesias y abadías. Les hablaba de la corrupción de los canónigos y del avance de la herejía de los cátaros culpando de esta última a la falta de piedad del clero y del pueblo en general.
Con motivo del cisma provocado por la elección del antipapa Víctor IV, con el apoyo del emperador Federico I de Hohenstaufen (alias Barbarroja), frente al papa romano Alejandro III, Hildegarda hizo graves amonestaciones proféticas al primero de estos, así como al emperador mismo.
Lingua Ignota
Para Hildegarda el universo, su plenitud y perennidad, podían experimentarse como una expansión cosmológica del alma inseparable de la vida divina. Aunque sus manuscritos fueron escritos en latín y alemán, su boca quiso cantar las maravillas de Dios y para ello creó la Lingua Ignota, o lengua desconocida, el primer idioma artificial de la historia, con más de mil palabras y un alfabeto nuevo de veintitrés letras.
Según su visión del mundo la creación puede cantar simplemente a través de un rayo de luz. Haciendo gala de un aguzado ingenio y una fe firme enfrentó numerosos obstáculos y logró ver la Gloria de Dios en la belleza de su creación.
Celebración
El Instituto Cultural Argentino Germano de Santa Fe celebrará este año el legado de esta mujer que sigue vigente con su obra provocadora. Por ello, gracias a la colaboración de El Litoral, acerca a los lectores cuatro entregas sobre su vida y legado, que forman parte del proyecto "Hildegard von Bingen y sus aportes para nuestros días". Además, en el Foro Cultural Universitario, organizará durante agosto próximo una muestra plástica -a cargo de la artista tucumana Marcela Chichizola- y una serie de conferencias en torno a su figura. Las actividades incluirán también un concierto en la Catedral Metropolitana, el que estará a cargo de La Sambuca, ensamble de música medieval y renacentista.
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