Horacio Usandizaga. Intendente de Rosario entre 1983 y 1989. Por aplicación de la Ley de Lemas, no logró ser el gobernador de la provincia a pesar de haber sido en tres ocasiones el candidato más votado. Archivo El Litoral / Mercedes Pardo
El 14 de junio pasado charlé largamente, en el programa de radio que conduzco desde hace cuarenta y un años, con Horacio Daniel Usandizaga, quien el 15 de junio pasado cumplió 83. Fue el primer intendente de la democracia parida entre muchas cuestiones tristes y denigrantes, y florecida desde diciembre de 1983. Cuando memoran o "rememoran" la democracia en Rosario parecen olvidarse de Usandizaga.
Es fácil advertir que no apareció otro líder radical de su tamaño. No hay liderazgo radical en el sur, con él retirado el tema es cómo suplir esa ausencia. Más fácil advertir que se trata de una tarea que no encuentra gigantes, ni siquiera buenos emprendedores. En la charla apareció el tema de su renuncia ("Si gana Menem renuncio") y el intendente electo y más votado, sin dudar, renunció. Fui partícipe periodístico. La grabación que se hizo en un programa, con mi conducción, fue eso: pública. Se grabaron y grabaron copias en el sistema de entonces, de casetes.
Del hecho recuerda dos cosas. Una sobre lo que es central: cumplió con su palabra. Aun hoy: me saco el sombrero, Horacio. La otra pertenece al perfil de un político que es de otra madera. Para su segundo mandato (1987/1991, interrumpido en 1989 por renuncia), él lo recordó y es rigurosamente exacto, no hizo avisos de campaña. "Para qué, si hice las cosas bien no tengo que gastar un solo peso en avisos porque me van a re elegir y si hice las cosas mal habré gastado plata inútilmente porque no me van a elegir porque fui un mal intendente", decía.
Confesó, una vez más, que debía su candidatura al viejo caudillo radical de zona sur: Costarelli. Afirmó, una vez más, que las paritarias se cumplen y no entregó un peso de más al Sindicato Municipal. Siente orgullo por cumplir con lo pactado. Planteó su criterio: privilegiar la obra pública y recordó que es Rosario la única ciudad de la provincia que gasta entre el 25 y el 35% de su presupuesto en Salud y que él quería devolverla al Estado Provincial, excepto los pequeños centros barriales que seguirían siendo municipales.
Aceptó que el socialismo tenía otro criterio y que, al privilegiar la Salud al punto del uso intensivo del presupuesto, Rosario fue distinta a la que él imaginaba. Sostuvo que José María Vernet era "bueno pero lento" (no dijo vago pero…) y que Carlos Reutemann fue para él una sorpresa. Y que se llevó bien con los dos. Que él no sintió la división norte-sur, porque peleaba todos los dineros y todos los beneficios.
Contó que "Chunqui" Malaponte (el hijo del vicegobernador que iniciara el mandato con Aldo Tessio) le trajo el proyecto de Ley de Lemas y no le tuvo miedo. Que un radical como Malaponte se la propuso. Recordó, con números exactos, la "traición del socialismo", que sumó más de 140.000 votos en sección municipal y solo 40.000 para la boleta de gobernador (el redondeo me pertenece, "El Vasco" citó con exactitud). El tema era candidato más votado que resultó perdidoso ante sumatoria de sublemas.
Sobre sus actuaciones en el plano nacional recordó que cuando tuvo que compartir una Comisión Parlamentaria con CFK renunció a integrarla. Mantuvo sus diferencias con "Changui" Cáceres y La Coordinadora, ya que no era del sector. Ubicó a Arturo Umberto Illia como el mejor presidente radical, pese a que, aclaró, subió con el peronismo proscripto.
Juntos contamos las vivencias en el acto de cierre de la campaña 1983, con el lleno más impresionante que se tenga memoria en el Parque Nacional a la Bandera y su discurso en disonancia con el de Aníbal Reinaldo y el de Raúl Alfonsín (recuerdo claramente el rostro de Alfonsín cuando Usandizaga dijo que podían perder el país y la provincia, pero que él iba a poner a Rosario de pie). Ja, algunos siguen usando "Rosario de pie" como eslogan.
Estuvo con Vernet en el Concejo Deliberante cuando el tembladeral nacional por el movimiento beligerante de los llamados "Caras Pintadas". La izquierda minúscula suele olvidar el hecho. La Radio Abierta tuvo al intendente y al gobernador.
La nota que realicé (a disposición en el sitio que este medio posee para los "audios") fue extensa y una de las pocas que otorgó. Recordó mi pertenencia al peronismo y la suya al radicalismo y distinguió que hablar de frente siendo de pensamientos diferentes, pero respetuosos en la discusión, fue el motivo para aceptar la nota; agregué:" soy de los que, como Usted, aún está latiendo"
La charla fue agradable. Sirvió para comentarios de algunos pero la prensa rosarina no registra a Usandizaga. Ni el golpe carapintada que se frustró. Ni la avalancha de votos que obtuvo, ni su rectitud. Rosario no registra que es Héctor Cavallero quien triunfa sobre el peronismo (vence al ingeniero Alberto Joaquín) y abre las puertas a las intendencias socialistas, y que "El Tigre" es el que eligió a colaboradores que tuvieron trascendencia local, provincial y nacional.
Rosario no registra a "El Vasco" y el Parque España, ni de 3.000 a 6.000 calles asfaltadas durante sus mandatos, ni que su eje fue iluminar las calles -todas- al punto que hoy aparece como argumento de campaña, todavía argumento de campaña. Rosario no registra el cambio de ciudad "granaria" a ciudad de servicios con los puertos afuera del damero urbano desde la década de los 90.
Rosario no registra que su crecimiento fue uno según programas y publicidades del socialismo y otro según los hechos: caramba, Tío Rolo, el Barrio Toba, por citar dos emblemas de la independencia de la ciudad por sobre el relato socialista, muestran a las claras que estamos yendo hacia un sitio no deseado. Si, seguimos yendo.
Pablo Javkin, a quien Lilita Carrió acusó con adjetivos muy fuertes en 2022 (dijo que era "un traidor") y con otros no menos fuertes en 2023 (dijo que era "miedoso"), es el último intendente derivado de aquella secuencia socialista. Rosario está registrando a Javkin como el intendente de La Peste y el que debe afrontar la realidad sin relatos socialistas, aun cuando sus publicistas insistan.
No está allí, sin embargo, el problema, sino en saber qué relación tendrá Rosario, desde el 10 de diciembre de 2023 en adelante, con los candidatos a gobernador. Ese es un serio problema. Uno será el gobernador. Dos de su sector quieren serlo: Maximiliano Pullaro y Carolina Losada. Debe indicarse: no hay proyecto conjunto que los identifique.
Javkin anuncia plazas para niños y ancianos, que en junio rompe todas las calles a la vez para que el dinero de los bacheos no pierda valor y que pondrá luces blancas, las mismas de Usandizaga, en este caso con dinero provincial y en número de 30.000 de las 70.000 prometidas. El triunfo de Marcelo Lewandowski, candidato posible desde el otro sector, traería otro escenario.
Rosario no registra que, pactada abiertamente o de facto, la ciudad es compartida con Los Monos, sus derivados, sus contrincantes y el total de malvivientes que dejan mensajes de coimas, chantajes y peleas intestinas en escuelas, en bancos de la plaza, en hospitales, en colectivos y hasta en camiones de la basura. Y que los precandidatos a concejales, a intendente, o a senador departamental (parecen muchos y sí, son muchos precandidatos) no observan que son parte del miedo a la noche. Del miedo en los barrios; del miedo en las calles.
Están distraídos de aquello que Usandizaga, ya retirado, no tiene entre sus recuerdos: una ciudad que ya no es más de los rosarinos. Es un "sitio/tiempo compartido" entre viejos sueños de buena vida y diarias pesadillas del malvivir. Y una distracción semejante no se arregla con votos, no solamente con votos. Pero…necesariamente con votos. Ese es el dilema. No pasar de esta tristeza infinita a la depresión.
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