Por Padre Tadeusz Giza
Comentario bíblico
Por Padre Tadeusz Giza
Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? Al comenzar esta nueva reflexión, me permito recordarles, una vez más, las palabras de Jesús del evangelio de hoy: "Escúcheme todos y entiéndanme bien: Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino".
¡Que maravillosa enseñanza! Jesús en sus afirmaciones evangélicas aparece como un brillante psicólogo y conocedor del corazón humano. Los elementos de la inteligencia emocional, como el autoconocimiento, la autogestión, la empatía y las habilidades sociales, están presentes en sus enseñanzas, en todo el Nuevo Testamento. ¡Qué pena, digo yo, que al estudiar piscología, en distintas carreras universitarias, Jesús no aparece -por lo menos, que yo sepa- como fuente de inspiración! Cuánto podría enriquecerse el conocimiento del hombre y de la mente humana, con el aporte de Jesús y del evangelio.
Mis queridos amigos, el mundo no está bien; nosotros no estamos bien. Y sería sorprendente, realmente, si lo estuviéramos con el estilo de vida que llevamos. El gran problema no es el mundo, el problema y solución somos nosotros, es nuestro corazón humano. Para saber quiénes somos de verdad, es imperioso hacer el viaje al interior para ver lo que hay en él por dentro, y analizar los impulsos de nuestro corazón, analizando nuestras actitudes, nuestro modo de ser y actuar.
Tal vez usted piense que su corazón se parece a un bello jardincito arreglado donde crecen rosas y margaritas, pero puede ser -para su sorpresa- que no es tan bello, simplemente es un yuyal. No nos engañemos, en el corazón humano hay muchas yerbas malas, tóxicas también. La sociedad actual es el fiel reflejo de lo que somos por dentro. Y sobre este punto, hay una historia simple pero bella y muy profunda que quiero contarles. Se trata de un padre que era un importante profesional, pero siempre estaba muy ocupado y nunca tenía tiempo para su hija.
Un día, volviendo del trabajo a la casa, el padre tuvo una idea genial. Para ocupar el tiempo de su pequeña de 7 años, que siempre le pedía que jugara con ella, preparó algo sorprendente. Rompió en pedazos una foto de la revista donde estuvo el Mapa del Mundo y pidió a la niña que la compusiera, pensando que esto iba a durar un largo tiempo. Pero, para su sorpresa, después de tan solo unos pocos minutos la tarea ya estaba hecha. El padre, que no podía creerlo, preguntó: "Hija… ¿cómo lo lograste?" La pequeña contestó: "Papá, es muy fácil. Del otro lado de la hoja estaba la imagen del hombre; compuse al hombre y se compuso el mundo". Que maravillosa moraleja. No hay otro camino para arreglar el mundo: primero hay que componer al hombre.
Hace tiempo, el escritor ruso Fiódor Dostoievski, conocedor como nadie del alma rusa, nos decía: "No es el cuchillo ni el revólver el que mata, es el corazón del hombre el que lo hace". Del corazón humano salen las cosas más bellas y de las otras también. En el evangelio de hoy, hay una perlita más, la que señala Jesús al decirnos "pongan en práctica la Palabra de Dios y no se contenten sólo con oírla". Es decir: la mejor propuesta o el mejor proyecto no sirven para mucho si no se los lleva a la práctica.
Qué fácil es hablar y que fácil es prometer también, pero que difícil es cambiar. Y sin embargo nuestra actividad tiene sentido sólo cuando sirve a los demás y cuando aporta algo valioso a la mejora permanente de la sociedad. Por eso miso, para terminar, quiero regalarles un poema que me motiva, pero a la vez me cuestiona permanentemente:
Si yo cambiara mi manera de pensar, me sentiría sereno. / Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices. / Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos. / Si yo me aceptara tal cual soy, cuánto mejoraría mi hogar, mi ambiente. / Si yo comprendiera plenamente mis errores, sería humilde. / Si yo criticara menos y amara más... Si yo cambiara... ¡Cambiaría al mundo!
Muchísimas gracias a todos. Que Dios nos bendiga.