Por Equipo de Investigación IIC-UCSF (*)
Por Equipo de Investigación IIC-UCSF (*)
El equipo de investigación del Instituto de Investigaciones Contables de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Santa Fe, en el marco del Proyecto de Investigación titulado "Relevamiento de reportes de sostenibilidad de empresas de la ciudad de Santa Fe y su área de influencia", expone sobre la necesidad de determinar y comunicar la medición de la huella de carbono en cada organización, ya sea pública o privada.
Se entiende como huella de carbono "la totalidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto por un individuo, organización, evento o producto".
Cuando hablamos de Gases de Efecto Invernadero (GEI) nos referimos a CO2 equivalente (CO2 eq), que incluye los seis gases de efecto invernadero recogidos en el Protocolo de Kioto: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido de nitrógeno (N2O), hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).
El concepto de organización engloba organizaciones privadas, entidades de la administración pública y organizaciones sin ánimo de lucro, entre otras. En general, huella de carbono de una organización es un término que quiere describir el impacto total que una organización tiene sobre el clima a raíz de la emisión de GEI a la atmósfera.
Con el objetivo de cuantificar dicha huella, debe aplicarse un determinado protocolo de estimación y contabilidad de emisiones de GEI. Asimismo, el término huella de carbono también se aplica a productos, en este caso las metodologías de estimación se basan en análisis de ciclo de vida.
El clima del planeta está cambiando. El calentamiento global se está produciendo más rápido que cualquier otro fenómeno climático anterior y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en español) ha sido contundente al respecto, en su sexto informe de evaluación: la humanidad ha influido de manera inequívoca para que esto sea así.
La principal causa del calentamiento registrado durante el siglo pasado ha sido la emisión de gases de efecto invernadero a partir de actividades antropogénicas, destacándose la quema de combustibles fósiles.
Sin embargo, advierte el IPCC, resulta igualmente indudable que la responsabilidad por revertir el actual escenario recae sobre el ser humano. Para hacerlo, es fundamental medir la llamada huella de carbono y, en función de sus resultados, determinar las acciones de mitigación.
De acuerdo con un artículo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los GEI se producen de manera natural y son esenciales para la vida en la Tierra, ya que evitan que el calor que emana el Sol se pierda hacia el espacio.
"Se estima que las actividades humanas han causado un calentamiento global de aproximadamente 1,0°C con respecto a los niveles preindustriales, con un rango probable de 0,8°C a 1,2°C. Es posible que el calentamiento global llegue a 1,5°C entre 2030 y 2052 si continúa aumentando al ritmo actual", advierte el IPCC.
En este sentido, el cálculo de la huella de carbono de una organización se constituye como una herramienta con una doble finalidad: evaluar y reducir los costes que implica el consumo de energía para iluminación, climatización, calefacción y transporte y en general de su actividad; por otro lado, contribuir a la reducción de las emisiones de GEI y a una mayor concienciación medioambiental.
Actualmente, existe una preocupación muy importante a nivel nacional e internacional por parte de todas las organizaciones de la sociedad, ya sean públicas o privadas, por el cuidado del medio ambiente. El impacto ambiental actualmente es señalado como uno de los asuntos que más preocupa a los consumidores y la huella de carbono aparece como el indicador más relevante para visibilizar el impacto de cada actividad económica.
Por el lado de los consumidores, aquellos mejor informados y conscientes de la situación climática, están atentos a la información que las empresas ofrecen. Ante esto, los sellos oficiales les permiten a las organizaciones poder comunicarse con todos sus públicos -los stakeholders- y visibilizar su compromiso con el medio ambiente y la sociedad. Todo este proceso, realizado correctamente, mejora la reputación de la compañía y consecuentemente se materializa en una mejora de su cuota de mercado.
El análisis de huella de carbono proporciona como resultado un dato que puede ser utilizado como indicador ambiental global de la actividad que desarrolla la organización. En este sentido la huella de carbono se configura como punto de referencia básico para el inicio de actuaciones de reducción de consumo de energía y para la utilización de recursos y materiales con mejor comportamiento medioambiental o bien el diseño de un plan con ese propósito.
La mayoría de las herramientas para medir el impacto individual en el planeta no sólo se limitan a cuantificar las emisiones de las actividades cotidianas, sino que también ofrecen opciones para reducir y compensar la huella.
Las acciones para reducir el impacto negativo pueden encararse tanto desde lo personal como desde lo comunitario, así cuando hablamos de acciones personales nos referimos a cambios de hábitos tales como apagar las luces al desocupar espacios, instalar paneles solares, comprar productos locales, etc.
En cuanto a las comunitarias, la existencia de programas y acciones junto a ONGs u otros actores como reforestar determinadas regiones de una ciudad o país o realizar limpiezas de residuos plásticos, se han convertido en una de las más habituales por su bajo nivel de complejidad.
Incentivamos a reducir la huella de carbono personal, pero también invitamos a profundizar las acciones comunitarias, porque creemos que mientras mayor sea la unidad, mayor será la escalabilidad del cambio.
En la acción individual los cambios se producen al optar, por ejemplo, por productos amigables con el ambiente o por elegir un transporte sostenible en lugar de utilizar a diario y de forma constante el automóvil. Asimismo, en igual sentido se han divulgado de manera general al aplicar la regla de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar.
Este artículo de conocimiento y reflexión se desprende de la investigación sobre Relevamiento de reportes de Sostenibilidad de empresas de la ciudad de Santa Fe y su área de influencia que lleva adelante un equipo de investigadores pertenecientes al IIC-UCSF.
En este marco, se plantea a modo de interrogante, si los titulares de empresas pyme de la ciudad de Santa Fe y su área de influencia, conocen, realizan y comunican anualmente la materialización de sus compromisos en la preservación del medio tanto en su dimensiones social, ambiental y económica, o también llamadas "acciones de sostenibilidad".
(*) Equipo de Investigación del Instituto de Investigaciones Contables de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Santa Fe, dirigido por la licenciada Blanca Gioria y conformado por los contadores Pablo Oggero, Santiago Bernasconi, Natalia Robledo y Gabriela Bizzoto.
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