Dos cuestiones que sucedieron esta semana, sucedieron porque tuve información de ambos casos, de ambas cuestiones, pero lo cierto es que no sucedieron ni en este día, ni en el anterior, ni al mismo tiempo. Ahora están por los aires, en la nube. En un caso, una muchacha con un pasado largo e incierto, que imponía sus manos en la frente de quienes creían en ella, los martes de 5 a 7 de la tarde, fue negada por la Iglesia Católica Apostólica Romana. Es así, se preveía, demasiadas cuestiones se mueven a la vez cuando es la fe la que intenta acomodarse a las montañas.
En el otro caso, un largo video de una plataforma mostraba cómo dos periodistas, Ernesto Tenembaum y Reynaldo Sietecase, discurrían sobre el reflujo de las redes a sus opiniones y mientras uno decía que las plataformas se han convertido en porquerías, porque las han tomado los más duros de la derecha (usaba otras palabras), el otro decía que solo las usaba para informar, acaso contar lo suyo. Evidentemente un tono de queja, acaso el ego disparado en esa mañana, no estoy en el ánimo ni del primero como tampoco del segundo, disparó la respuesta de Osvaldo Bazán que escuchaba a una señora, Adriana Amado, que sostenía que abrirse a las redes es abrirse al ir… por volver.
El total de la nota, en la nube, era lo dicho por los dos primeros y los comentarios que generaba en los otros dos. Larga respuesta escuché tratando de explicar que las redes son un mundo diferente donde todo es presente, todo es bueno y es malo… pero, corrección: no hay bueno y malo, simplemente aparecen cosas allí porque eso, damas, caballeros y niños, es la nube y subirse a la nubes es eso: subirse. Nunca pude preguntarle a la joven que imponía sus manos en la frente por qué los martes y solamente de 5 a 7. Así son los caminos del Señor, dicen que dicen.
La muchacha, en su momento, hacía la imposición de manos en la Catedral de Rosario, y pertenecía a un grupo que cantaba canciones de templos, en los templos y en las fiestas católicas. Ese grupo de católicos se llamaba, y se llama, "Soplo de Dios Viviente". Todo crece. De La Catedral a las parroquias barriales, de las parroquias barriales a un predio municipal (La Rural, un amplio y verde predio sobre la calle y boulevard Oroño), con ayuda municipal explícita, avisada, publicitada y planificada. Hasta algún subsidio provincial, seguramente bien justificado.
En el frío de los primeros martes de mayo y junio a un predio comercial (dentro de un shopping, el salón de eventos, amplio, cómodo, que si tiene aire acondicionado: Metropolitano) hasta que la cantidad de personas con fe, pero llenas de las miserias humanas que los acompañan, en número realmente alto, ocupaban los martes el shopping y finalmente disculpe Usted… pero ya no podemos… usted comprenderá…
Tal vez no se entienda desde la fe. Desde la tribuna se ve todo el partido y no se participa salvo gritando el gol. El que escribe comprende todas las razones comerciales. Son más sencillas de entender que la fe, con la que -quien escribe - no se lleva bien por eso, por incomprensibles razones de esperanzas, ya que la fe es eso y el periodismo, justamente, quita esos velos, esos pétalos, esos cánticos y cuestiona tantas cosas desde hace mucho tiempo. Algo de esto les diría a los muchachos que menciono, pero no tengo conexiones con ellos, al menos no tengo buenas conexiones y en las redes hay un Lavoisier chueco que todo lo transforma.
De los dos señores que discurrían sobre su manera desengañada con enojo en uno, con seguridad de uso elemental en el otro, lo que aparecía claramente es que las redes no satisfacían sus expectativas, que estaban desencantados, desengañados, faltos de fe… acaso. El sitio, en esta ocasión Twitter (ahora X) no daba para más; en uno se notaba que habitar las redes ya no era aquello que él imaginaba y el otro, simplemente, hacía uso para lo suyo y sanseacabó. No leía el ir… por volver.
"Estamos en mitad de la tormenta. Somos aquellos mismos del pasado. Pero crecimos pronto, así, de golpe. Quedamos solos, tercos, desolados. Cantar para vivir, esa es la cosa. Una manera como cualquier otra". Contracorriente, poema de Rafael Ielpi. Los llevaría por La Nube a escucharla. Es fácil. Hay que subir a la nube. Es una manera, como cualquier otra. El mal que los arropa se entiende: la seguridad del incierto siglo XX (cambalache... problemático y febril) daba seguridades y reflejos. Dejaba un sitio.
En un mundo Pos Peste donde todos somos iguales y levemente diferentes escuchar al de al lado es difícil porque no hay seguridad que el de al lado sea tan parecido y tal vez, solo tal vez sea bastante diferente y allí está el punto: en la nube todos aparecen ejercitando la incertidumbre del principio del viejo pensador. La señora, invitada por Bazán, sostenía un punto: la comodidad del refugio de quienes hacen su lugarcito, digamos: la tribu. Más que una fe una certeza (contra aquel principio mencionado) en la nube soy feliz y estoy cómoda porque hablo con aquellos que me hablan, casi una norma de los caballeros del club inglés: "no hables con quien no has sido presentado".
Algo debe aclararse ya, ya mismo: Bazán y la señora Adriana tenían tan profundo respeto por los dos señores mencionados (Tenembaum y Sietecase) que no hubo improperios y antes que mencionarlos con adjetivos usaban una herramienta veraz: reponían el audio donde ambos se plantaban en su desencanto del ego cascoteado por las redes y estos, Bazán y la señora Adriana, lentamente se alejaban avisando: nunca enciendas un fuego que no puedas apagar (lejano proverbio del más que lejano Oriente)
La vida de la señora carismática (¿se irá hacia el pentecostalismo?) se redondea de este modo. Hace dos meses la Iglesia, oficialmente, sostuvo que no investigaba milagros, que eso era cuestión de la ciencia y que de ningún modo, etcétera, etcétera, pero no autorizaba colectas y más etcéteras. Y en esta semana que venció aclaró que no la acompaña y que la señora Leda Bergonzi y "Soplo de Dios Viviente", y sus espectáculos, son tema de su exclusiva responsabilidad y que la Iglesia nada que ver.
Por allí un libro, una nota con Mirtha Legrand, notas y notas de un importante canal y de un más que importante diario de la Región Rosario… y por allí la fe que se insiste: uno que la tiene, otro/otra que le dice cree en mí y se recontra insiste: Nada que discutir, mucho menos inmiscuirse. La señora y sus creyentes están fuera de las redes, están en lo suyo y si trabaja o no trabaja en un circo (Rodas) y si le llega el mensaje de Dios y a qué hora es simplemente eso: fe. Solo digo que no canta muy bien, no pagaría una entrada para verla cantar y pagar para ver un milagro no está en mis planes. Se fue de la nube. Extraña cuestión, con el anonimato y la apuesta al infinito la nube es una cuestión de fe. Es ir… por volver.
Tenembaum y Sietecase la han perdido o casi. No creen del mismo modo y no practican el ir… por volver dentro de las redes. Bazán y Adriana, su invitada, trataron de explicárselo. Rara cuestión trabajar de periodistas para cuestionar la fe o enojarse con los que no les tienen fe. Tentado estoy de pedirles que, en esas redes, busquen el esquicio de El Manosanta, tan ilustrativo al respecto pero claro, eso es siglo XX. En este siglo las cuestiones se dirimen en las nubes donde la fe es un infinito y allí, justamente, se sonríe Moebius.