Por Padre Tadeusz Giza
Por Padre Tadeusz Giza
Queridos Amigos. Muy buenos días a todos. ¿Cómo están? El papa Juan Pablo II, hace años, nos decía: "Si la Iglesia no evangeliza, es una Iglesia enferma, una iglesia incompleta". ¡Qué afirmación y que claridad de ideas! Por consiguiente, si un cristiano no evangeliza, no vibra con la misión: ¿Qué nombre o que rótulo puede ponerse? ¿Incompleto, enfermo? Con estas palabras, tan significativas, de Juan Pablo II, me permito comenzar esta breve reflexión del décimo quinto domingo durante el año.
Los textos bíblicos tienen un acento fuertemente misionero. El evangelio de hoy nos dice: "(…) En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto…". En un mensaje tan breve, Jesús anuncia cosas verdaderamente esenciales.
Primero, se nos dice que lo más importante en la tarea evangelizadora son las personas y lo que llevan en sus corazones, es decir el ardor, el fuego y el celo evangélico. Lo que impacta es el ejemplo, el testimonio, el estilo de vida del evangelizador. En segundo lugar, el resultado de la misión no depende de las cosas materiales como algunos podrían pensar. No es la computadora, no es el celular, no es el choche de alta gama los que evangelizan. La evangelización no es la cuestión de la técnica, es cuestión del corazón, del celo apostólico y el resultado final depende de la gracia de Dios.
En tercer lugar, en este tiempo tan complejo de nuestra Patria, donde muchas cosas se derrumban, cuando baja el número de seguidores de Jesús en la Iglesia y la misma Iglesia está cuestionada, criticada y hasta perseguida; cuando avanzan las ideologías de distintos colores, no hay lugar para la neutralidad o el silencio. Los cristianos necesitamos despertarnos porque parece que estamos un poco dormidos o anestesiados en una sociedad que espera respuestas claras. Hoy no hay lugar para ser tibios. El Evangelio tiene valores y enseñanzas verdaderamente importantes para proponernos. Podemos construir un mundo sin Dios, es verdad. Podemos legislar en la sociedad al margen del Decálogo. Pero... ¿Qué mundo, qué sociedad estamos construyendo?
Cuando el presbítero Arnoldo Janssen, el fundador de la Congregación del Verbo Divino (SVD), envió a sus primeros misioneros verbitas a Argentina, en el año 1889, cumpliendo con el mandato misionero, "Vayan y anuncien la Buena Noticia", pidió que comenzaran la evangelización por la creación de las escuelas. Y la primera obra que ellos hicieron fue la fundación del Colegio San José de Esperanza. El padre Arnoldo, un hombre de Dios, un visionario, sabía muy bien que la escuela es el lugar privilegiado de evangelización de los niños, adolescentes y jóvenes. Los santos se adelantan a los tiempos.
Hoy, desde mi experiencia personal de treinta y siete años de trabajo en el campo educativo, puedo afirmar lo siguiente: No hay evangelización sin educación. El colegio católico educa evangelizando o no evangeliza. Por eso mismo, queridos amigos: cambiaron los escenarios, cambió y seguirá cambiando la cultura, pero la misión de llevar la Buena Noticia a los demás, hoy más que nunca, es imperiosa. Ya no se trata de ir a los países paganos solamente. Hoy los "espacios de la evangelización" son nuestras casas, las escuelas, los lugares de trabajo. Hoy, la misión está en la calle.
El gran desafío que tiene la Iglesia de hoy consiste en evangelizar a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, porque lamentablemente muchos valores humanos quedaron invertidos, tergiversados, o simplemente destruidos. La "cultura del tener", valora al hombre por lo que tiene y no por lo que es. Muchos parecen pensar que, con tener más cosas, más ciencia, más técnica, seremos más felices como si nuestra felicidad dependiera de la billetera, del cargo, del poder o de la fama. Y, sin embargo, bien sabemos que la meta del hombre no consiste en hacer esto o aquello sino en el crecimiento en la auténtica humanidad.
Pidamos a Dios que seamos fieles mensajeros de su Palabra en cada lugar donde nos toca vivir y actuar y que la Virgen María, nuestra Madre, con su manto maternal nos proteja y acompañe. Que Dios nos bendiga
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