Por Natalia Marisol Caluva*
Hoy es un día de mucha tristeza. Los niños y jóvenes no tendrán actividad porque la Casa Madre tomó la decisión de parar la pelota ante los graves hechos de violencia.
Por Natalia Marisol Caluva*
En primer lugar, para entender lo que sucede en las canchas de fútbol, en relación a los diferentes episodios de violencia, es interesante pensar dicho concepto, es decir que entendemos por "violencia". En tal sentido, la "Organización Mundial de la Salud la define como: "El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones". De modo que, este término sólo podría ser adjudicado al accionar del ser humano, porque es el único dotado de conciencia, con la facultad de distinguir entre lo que está bien o mal; y consecuentemente mantener relaciones humanas saludables/ violentas.
En esta línea de pensamiento, Erich Fromm, en el texto "Anatomía de la destructividad humana" nos va a decir que en el ser humano existen dos tipos de agresión enteramente diferentes entre sí:
Debemos distinguir en el hombre dos tipos de agresión enteramente diferentes. El primero, que comparte con todos los animales, es un impulso filogenéticamente programado para atacar (o huir) cuando están amenazados intereses vitales. Esta agresión "benigna", defensiva, está al servicio de la supervivencia del individuo y de la especie, es biológicamente adaptativa y cesa cuando cesa la amenaza. El otro tipo, la agresión "maligna", o sea la crueldad y destructividad, es específico de la especie humana y se halla virtualmente ausente en la mayoría de los mamíferos; no está programada filogenéticamente y no es biológicamente adaptativa; no tiene ninguna finalidad y su satisfacción es placentera.
En la actualidad, tenemos evidencias notables en los diferentes ámbitos donde interactuamos y/o nos relacionamos con los demás, de las diversas formas de violencias que se producen: personales, laborales, familiares, institucionales. Y el deporte no está exentó de ello.
Como sociedad estamos, atravesando una crisis económica, social, con cambios rápidos y repentinos, altos niveles de exigencia que nos interpela como sujetos. En tal sentido, la palabra crisis, pretende enmarcar la realidad para tratar de definir los tiempos que vivimos, una palabra que viene acompañada por un conjunto de medidas, justificaciones y actuaciones, incluso emociones y/o sentimientos que pretenden reflejar todo lo que ocurre.
Este contexto social, también repercute en el ámbito fútbolístico, donde se presentan diferentes tipos de manifestaciones violentas, en contra de los árbitros, jugadores y público en general. Se podría definir como un problema psicosocial que presenta la sociedad.
Es interesante reconocer que el fútbol es un deporte muy emocional, y refleja comportamientos variados, como así también diferentes emociones que se manifiestan con mayor intensidad al estar en presencia de un espectáculo deportivo. El solo hecho de compartir un tiempo y espacio para mirar un partido, permite interactuar y construir lazos muy significativos Y estas vivencias se van experimentando y trasmitiendo de generación a generación, dejando una gran huella emocional. No obstante, según la expresión de Freud "Aún cuando la estructura moral del individuo normalmente podría censurar y rechazar la realización de actos violentos, y crear un conflicto intrapsíquico que previene contra la satisfacción de las tendencias pulsionales destructivas, la tendencia a la coexistencia de disposiciones morales contrarias, al estar en la masa, anula la inconciabilidad de tales representaciones morales".
Esta situación posibilita en el individuo la modificación de su estructura psicológica temporalmente, independientemente si es o no parte de una barra de fútbol. Se produce una identificación, un fenómeno psicológico denominado como "contagio" (sugestión e imitación de actitudes y comportamientos que aparecen típicamente en estos grupos), y por consiguiente, se ocasiona, un notable aumento de la emotividad y la tendencia a la acción, propiciando conductas irracionales, irreflexivas y violentas, que probablemente, el sujeto de manera aislada, no realizaría.
En tal sentido, Freud en el texto, Psicología de las masas y análisis del yo, es donde va a explicarnos los fenómenos de las masas sociales: "El fenómeno más singular y al mismo tiempo más importante de la formación de la masa consiste en la exaltación o intensificación de la emotividad en los individuos que la integran. Puede decirse –opina Mac Dougall- que no existen otras condiciones en las que los afectos humanos almacenen la intensidad a la que llegan en la multitud. Además, los individuos de una multitud experimentan una voluptuosa sensación al entregarse ilimitadamente a sus pasiones y fundirse en la masa, perdiendo el sentimiento de su delimitación individual."
Todo esto, nos debería interpelar como sujetos sociales, para hacernos una pregunta ¿Que nos pasa como sociedad, cuando suceden estos hechos lamentables de violencia en un encuentro donde asiste, por lo general toda la familia?, incluso, cuando los protagonistas son los niños, y también hay evidencias certeras de verbalizaciones y/o conductas muy agresivas.
Estos hechos de violencia en el ámbito futbolístico, han existido a lo largo de la historia futbolística, pero, también en cierto, a mi humilde entender, las consecuencias de la pandemia de COVID- 19, ha generado un malestar aún mayor en la sociedad. Las causas subyacentes no son el propio virus ni la crisis económica, social resultante, sino el desequilibrio de poder y control.
"Estudiar y entender el motivo de violencia es esencial para intentar un cambio positivo en nuestra sociedad".
Como institución para frenar ésta escalada de violencia en los estadios del fútbol amateur, deberíamos, en primer lugar, considerar lo que está pasando. Este es el primer, y gran paso: permitirnos RE-PENSAR ¿qué sucede?, ¿y por qué sucede? Tomando conciencia, y no "naturalizando los hechos de violencia, sino por el contrario, no aceptarlos. Como sociedad, estos hechos, no deberían pasar desapercibidos, bajo ningún punto de vista. Así pues, parecería que "La violencia como significante perdió la capacidad de significar, dado que si todo es violencia, nada es violencia"; y allí reside el problema, cuando asentimos, no cuestionamos lo que ocurre, y por consiguiente no lo evitamos, ni realizamos campañas de prevención en tal sentido. Se trata de brindar un enfoque multidisciplinario, y a partir de ahí, encontrar posibles soluciones. En lo personal, considero que una de las intervenciones posibles, es crear condiciones habilitantes de escenarios más humanizantes, empezando por fomentar una educación para la tolerancia y la convivencia desde los primeros niveles educativos, donde padres, educadores, deportistas, los referentes sociales, los medios de comunicación y, por supuesto, el Estado, nos involucremos de manera comprometida y responsable, en dicha problemática. Pensándolo así, es un gran desafío poder ocuparnos de estos actos y lograr disminuirlos, pero considero que a largo plazo, veremos los resultados.
*Lic. En Psicología MAT:2326 // Tec. En Acompañamiento Terapéutico. MAT:15669
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