La mayoría de la ciudadanía sabe que estamos atravesando uno de los peores gobiernos de la historia argentina. Cuesta pensar en algún atributo positivo. Es tremendo el mal manejo de la economía, el crecimiento acelerado de la pobreza estructural, los altos niveles de inflación, el desmanejo de la política exterior, el aumento de la criminalidad, y la falta total de un programa que resuelva estas cuestiones. Todo ello sumando a garrafales errores en el manejo de la pandemia y un constante deterioro de la calidad educativa que quita a las próximas generaciones posibilidades de un futuro mejor.
La provincia de Santa Fe, no es ajena a todo esto y padece también estos efectos. Una economía que no arranca, violencia narco a la orden del día y una mirada educativa muy preocupante.
Sabemos que es necesario cambiar de gobierno en el 2023 para salvar a la Argentina de un espiral de decadencia que se acelera día a día llevando a muchos a la desesperanza o a la emigración.
Es muy seria la responsabilidad de la oposición en el tiempo que se viene y no tenemos margen ya para repetir errores del pasado.
Los partidos que integramos Juntos por el Cambio somos conscientes de esto y por eso estamos trabajando en consensos para generar una propuesta que realmente sea el punto de inflexión que gire el rumbo definitivamente hacia el país que merecemos.
Pero si queremos un resultado distinto, debemos hacer algo distinto: consensuar un plan de gobierno entre las fuerzas opositoras es correcto y necesario, siempre lo es. Pero en esta Argentina en donde los valores están en crisis, necesitamos primero, consensuar una plataforma moral.
Si la política no asume la necesidad de estructurar una ética sana de cara a la sociedad, todo plan de gobierno estará destinado al fracaso y seguiremos repitiendo la misma historia que vivimos hasta ahora.
Esa ética es, además, una demanda social. La gente necesita de una clase política ética. Una ética que entienda que la función pública no es un botín sino una responsabilidad; que los funcionarios deben ser los más probos y no los más amigos o familiares; que la mejor ayuda social es brindar herramientas a la gente para lograr sus aspiraciones y no hacerla dependiente de dádivas del Estado; que los impuestos son la quita compulsiva de una parte del fruto del trabajo de las personas y por lo tanto no se pueden despilfarrar; que las jubilaciones no son una caja para hacer política sino el dinero para atender el descanso merecido después de una vida de trabajo; que la corrupción destruye el país y mata; que no hay otra opción que combatir la criminalidad narco hasta su erradicación total…
En definitiva, la clase política actual tiene que proponerse volver a estar a la altura de aquellas almas enormes como San Martín o Belgrano que dieron vida a este país y pusieron el bienestar de la patria por sobre sus propios intereses.
Si no nos ponemos de acuerdo en entender, abrazar y defender estas cosas, no habrá frente político alguno que nos saque adelante.
*Lucila Lehmann. Presidente de la CC Ari Santa Fe. Ex Diputada Nacional por Santa Fe