Domingo 28.8.2022
/Última actualización 21:26
Los desastres climáticos desmedidos, acaecidos en diferentes lugares del mundo, han sensibilizado sobre dos hechos esenciales de la ciencia y la historia: el mundo en su conjunto no está preparado para frenar el cambio climático ni para vivir con él. A medida que aumenta la temperatura media, se va incrementando la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos en general.
En los últimos años, los avances científicos han señalado el grado en que el cambio climático es responsable de eventos específicos. Las condiciones atmosféricas actuales, explican los expertos, se ven agravadas por una intensa sequía que, como hemos visto en los últimos años, también favorece los incendios forestales que ahora son recurrentes.
La voz de la especialista Friederike Otto, física de la Universidad de Oxford que estudia los vínculos entre el clima extremo y el cambio climático, se alza para advertir acerca de la indiferencia que estos fenómenos aún producen en distintos sectores de la sociedad: "La idea de que posiblemente puedas morir por el clima es totalmente ajena". A lo que agrega: "Ni siquiera nos damos cuenta de que la adaptación es algo que tenemos que hacer ahora mismo. Tenemos que salvar la vida de las personas". En este sentido, debemos adaptarnos al cambio que hemos introducido en el sistema y también evitar cambios mayores reduciendo nuestras emisiones y nuestra influencia en el clima. Está claro que ese mensaje no ha calado entre los responsables políticos y quizá tampoco entre el público, sobre todo en el mundo desarrollado que ha mantenido una sensación de invulnerabilidad.
De acuerdo a los primeros estudios presentados por el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en los últimos días se habrían quemado al menos 10.000 hectáreas en el delta del Paraná. Por su parte, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), realizó un relevamiento que arrojó como resultado que casi 100.000 hectáreas ya se quemaron en las islas del delta del Paraná y además alerta sobre la presencia de contaminantes en el aire. Antes de estos sucesos, se sucedieron otros de alto impacto en las provincias de Corrientes y de Córdoba, con fuertes pérdidas socioeconómicas y de fauna y flora local.
Los estudios de percepción social
Aunque el desarrollo de la extinción es fundamental para evitar que los incendios se propaguen, la prevención, que ha sido en general menos desarrollada, es la herramienta que hay que fomentar para que los incendios no se produzcan. Si bien la prevención se puede abordar desde diferentes ámbitos, uno de los menos trabajados hasta el momento pero que se considera cada vez en mayor medida, es el de la formación al ciudadano.
Para ello, se debe generar un sistema de participación social formalmente constituido, que garantice una adecuada representación de la sociedad, priorizando la presencia de los sectores más directamente implicados en la gestión y uso del monte, cuyo cometido básico sea el análisis de la problemática de los incendios forestales en las zonas más vulnerables. Con participación en el diseño y la formulación de estrategias de prevención y lucha contra los incendios forestales y el seguimiento de la implementación de las mismas y del grado de alcance de los objetivos definidos, para alcanzar como objetivo final la creación de un modelo de gestión del riesgo por incendios forestales socialmente compartido.
Sin embargo, para poder formar e informar adecuadamente al ciudadano es importante conocer sobre qué hay que profundizar, cuáles son sus conocimientos previos y en este sentido la investigación social de los incendios se ha convertido en una herramienta muy interesante para trabajar. En general, el estudio de la percepción ambiental es una herramienta fundamental para la obtención de información sobre el medio y sobre los intercambios que se producen con el medio por parte de los individuos y resulta importante para que las conductas por parte de los mismos sean adecuadas con el entorno en el que viven.
La percepción social entendida como "el proceso por el cual las personas interpretan la realidad social", ha adquirido una gran importancia en la actualidad no solo con carácter investigador en el ámbito de la psicología, sino también para enfocar propuestas en el ámbito de la comunicación gubernamental y de las políticas ambientales, territoriales y económicas.
En definitiva, la percepción que la sociedad tiene del riesgo de incendios forestales determina en gran medida la respuesta de los ciudadanos en caso de emergencia, así como el apoyo público a las políticas de gestión forestal y a las acciones que los servicios de prevención y gestión de incendios llevan a cabo en el territorio. En general, dicha percepción social determina pensamiento y acción, y afecta todas las actuaciones que se realizan en el ámbito de la gestión del riesgo de incendios forestales.
Comunicar el riesgo de los incendios forestales
A través de la comunicación del riesgo, el comunicador debería proporcionar al público una información sólida sobre el tipo de riesgo al que se está expuesto, así como sus posibles efectos a distintos niveles (sociales, económicos y ambientales). En general, este tipo de comunicación implicará una discusión sobre los impactos negativos y su probabilidad de ocurrencia, los efectos que tendrían y las posibles soluciones para reducir el riesgo. Todo ello debería promover un mayor conocimiento del fenómeno, sensibilización y toma de conciencia sobre la propia exposición al riesgo, a la par que orientar en la toma de decisión para reducir la vulnerabilidad.
El grado de conocimiento previo del fenómeno, la visión local (rural o urbana) del medio forestal y del incendio, o las experiencias pasadas con incendios (o sin ellos), son factores a tener en consideración para lograr una comunicación efectiva del riesgo de incendios forestales. La comunicación del riesgo deberá, por lo tanto, adaptar el mensaje y las herramientas de comunicación a los distintos públicos objetivos y a sus contextos ambientales.
Las herramientas de comunicación que se pongan en práctica deberán estar adaptadas a la escala de trabajo del publico receptor, considerando que para maximizar la eficiencia de dicha comunicación no puede utilizarse el mismo método a nivel nacional que a nivel local, ni a un público rural, que conoce los efectos de la interacción con el medio forestal, que al ciudadano de origen urbano, generalmente ajeno a los riesgos y responsabilidades que supone vivir en contacto con el bosque.
Por otra parte, las acciones de comunicación que pretendan promover acciones directas del ciudadano, serán más eficientes si se transmiten adaptadas a la situación y al entorno particular de cada caso. Todo ello hace que sea recomendable la incorporación de las asociaciones de vecinos o propietarios, agrupaciones de ganaderos, agricultores o productores, municipios y todas las entidades locales implicadas en el desarrollo local, en el diseño de las herramientas y mensajes de comunicación del riesgo.
Por último, si bien no todos se ven afectados por igual, estos trágicos eventos son un claro recordatorio de que en la emergencia climática nadie está a salvo, ya sea que viva en una pequeña zona insular del delta santafesino o en Australia, Estados Unidos o en un Estado desarrollado de Europa occidental.
(*) Investigador doctoral en Comunicación de Riesgo en la Universidad Rovira i Virgili (URV), Tarragona, España. Director Especialización en Comunicación Corporativa e Institucional en la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU).