"El resultado de predicar doctrinas totalitarias es debilitar el instinto por medio del cual los pueblos libres saben lo que es o no es peligroso" - George Orwell
"El resultado de predicar doctrinas totalitarias es debilitar el instinto por medio del cual los pueblos libres saben lo que es o no es peligroso" - George Orwell
En el país de las fantasías, en donde los sueños a cumplir, te dicen, llegarían con suerte en cuarenta y cinco años, pasan cosas. Y entre tantas falsedades, donde las mentiras ya son verdades (parafraseando a la banda Uruguaya "Cuarteto de Nos"), en tan sólo cuarenta días, nuestros diputados nacionales se abocaron con fuerza y fiereza a trabajar en un mes en el que casi nadie trabaja. Tanto es así que hasta un diputado, Martín Tetaz, se animó a decir: "En enero trabajamos más que los dos años enteros de Javier Milei en Diputados".
A decir verdad, y a la vista de las circunstancias, el mes de enero de este recién parido 2024 fue más diciembre que nunca. Ferias, vacaciones, recursos de amparos, nulidades, abundancia de mosquitos, escasez de repelentes, acuses de recibo, recibo de acusaciones, amenazas, rompimientos, traiciones, sesiones, dimes, diretes, dictámenes, acuerdos, desacuerdos, DNU, ómnibus, micros, choripanes, paro y movilización. Todo esto en un contexto inflacionario muy complicado. La famosa Doña Rosa, a la que hacía alusión el desaparecido periodista político Bernardo Neustadt, estaría hoy frente a las góndolas de cualquier supermercado en un ataque de nervios. Doña Rosa era algo así como el referente del pulso económico del siempre castigado bolsillo de la plebe (la que no es casta). La Doña Rosa de referencia, según cuentan, era empleada de una mercería que estaba al lado del viejo Canal 11, en San Cristóbal, Buenos Aires.
La pobre Doña Rosa actual realmente se las vería negras. A los números reales me remito. Para empezar, una de las primeras medidas tomadas por el gobierno actual fue la de devaluar el peso argentino en un 50 por ciento, llevando el precio oficial del verde billete norteamericano de $ 400 a $ 800, con un detrimento de nuestra moneda que la transforma en un vil pedazo de papel de colores que se desvaloriza casi permanentemente. Así que Doña Rosa vio mermar su poder adquisitivo no solamente por semejante devaluación, sino que de golpe y raje, tuvo que ver en la pantalla de televisión a un impasible y sobrado en soberbia vocero anunciando el festejo del presidente felicitando a su equipo económico por tener "solamente" un 25.5 por ciento de inflación, frente a una "imaginada" (fantasiosa) proyección de un 45 por ciento.
Doña Rosa, en las bonanzas de otros años y a base de ahorro y esfuerzo, pudo llegar a comprarse un autito. Pero grande fue su asombro cuando se dio cuenta que el seguro le subió un porcentual que supera el 100, y que la nafta "apenas" subió un 85 por ciento en lo que va de noviembre a estos calurosos días de verano. Números duros y desalmados, para Doña Rosa y para todos aquellos que tienen un automóvil.
Doña Rosa goza de buena salud, pero si en el diario trajín sufriera algún tipo de accidente laboral, o que su salud se deteriore por cualquier causa, como a cualquier mortal, se va a encontrar con el dilema de elegir que medicamento comprar, medicamentos que desde diciembre a estos días, tuvieron un aumento superior al 300 por ciento según el Centro de Profesionales Farmacéuticos. Es mucho para todas las Doñas Rosa del país; el principal problema es que los medicamentos que más aumentaron son los más utilizados por la población (y sí, la casta también los usa).
No es mi intención oficiar de Vademecum, pero si te duele la cabeza, si tenés hipertensión o alguna enfermedad crónica; si estás en algún tratamiento contra la diabetes o el colesterol, seguramente te habrás dado cuenta que lo que antes el intercambio era con tan solo un billete, ahora son tres. La familia tipo, tipo que está en bancarrota. No es cuestión eso de andar haciéndose malasangre antes de que los problemas lleguen, pero lo que llegan son las clases, y se sabe, llegan con aumentos, siempre. Se habla de un mínimo de incremento del 50 por ciento respecto al año pasado…
¿Parece poco? afinen lápiz y hagan cuentas. En diciembre, los mortales de la república que nos parió (y que a otros naturalizó) al menos se podía encontrar en las góndolas precios descuidadamente cuidados; también se contaba con la devolución de IVA en productos de primera necesidad, y qué entre idas y vueltas, dieron a muchos la posibilidad de tener una Nochebuena, poder desear una Feliz Navidad y arrancar el año con la esperanza de saber que todo lo nuevo, en teoría, iba a ser mejor. Craso error.
Repartidas las culpas y con el pretexto de manual de nuestros gobernantes que siempre que agarran un nuevo gobierno se dedican a defenestrar al anterior y a borrar de un plumazo lo antes hecho, y en la mayoría de los casos, sin cotejar lo bueno o malo, Javier Milei presentó un mega DNU, con más de 600 puntos de los cuales muy pocos tienen de necesidad y mucho menos de urgencia, arrancamos el 2024. Las Doña Rosa, los Don Pepe, y una gran mayoría de la población, poco y nada entiende de tecnicismos, coartadas legales, de las leyes de abastecimiento y de tierra; de derogaciones y normativas vigentes. Si no tenés un comercio, una pymes o una industria, muy pocos van a entender las leyes de promoción Industrial o Comercial; desregulaciones, cesiones, erogaciones, dictámenes y todo un mundo de palabras con las que nos estamos habituando a escuchar y que en muchos casos, no se llegan a comprender.
Este ajuste tremendo, este "Mega DNU", este decretazo que en teoría le da más poder al Poder Ejecutivo para poder hacer cambios de raíz -a veces salteando (con/sin intencionalidad) los mecanismos democráticos y cancelando muchos derechos laborales y sociales adquiridos-, hizo que muchos de los actores involucrados entrasen en conflicto y tuvo como corolario el paro y la movilización del miércoles 24 de enero. Políticos, sindicalizados, autoconvocados o no, muchos de los que se movilizaron, a lo largo y a lo ancho del país, mostraron su preocupación ante la soberbia, la sordera y la falta de diálogo que caracteriza en estos días al gobierno y sus representantes.
A los peronistas les encanta decir "Como dijo el General, la única verdad es la realidad" (frase que, para ser precisos, corresponde a Aristóteles): más allá de las teorías filosóficas, del contexto y de la significación de tal afirmación, lo cierto es lo que se palpa. Y la realidad, en verdad, parece mentira.