Después de la evidencia inflacionaria del 8,4% en abril, con un déficit fiscal primario que apunta al 2,5% del PBI (5,2% si se incluyen los intereses de la deuda), sin reservas netas ni financiamiento externo, con el dólar soja en su tercera edición ingresando menos de lo esperado, el equipo económico y la autoridad monetaria mantuvieron reuniones de fin de semana. Síntomas de un gobierno corriendo detrás de la crisis.
El anuncio más significativo es el incremento de la tasa, que hoy está en 7,5% mensual, por debajo de la inflación. En 20 días el gobierno la lleva de 81% a 97%; la tasa efectiva anual alcanzaría así al 154,16% para quien deposita pesos a plazo fijo y renueva sin retirar capital o intereses.
Pero también incrementa así la “bomba de las Leliqs”, que ya generan cerca de un billón de pesos al mes, que el BCRA debe asentar a favor de los bancos (billetes a imprimir) y que conforman una certeza de más inflación si ese circulante vuelve al mercado.
Esa dinámica que incrementa el déficit cuasifiscal es a su vez la que incrementa otros riesgos, como la mayor devaluación, la hiperinflación o la necesidad de un plan “Bonex”, si es que detrás de las medidas -al mismo tiempo- no se adoptan ajustes fiscales que despejen el horizonte con un horizonte verosímil de menor déficit fiscal ny mayor actividad económica.
La baja de 9 puntos en la financiación de Ahora 12 o la improbable habilitación de importaciones de bienes masivos de consumo desde el Mercado Central, para abastecer almacenes y supermercados chinos, sin medidas que alcanzan a segmentos de mercado y regiones acotadas, que no pueden influir en la dinámica inflacionaria.
Pero además, son dispositivos que se adoptan cuando faltan bienes e insumos. Se anuncia entonces mayor importación de suministros (plásticos, vidrios) para abaratar la producción.
Todo eso –como la intervención del BCRA en el mercado de divisas- cuesta dólares que es lo que precisamente Economía no tiene. En la última edición del dólar soja, entraron sólo US$2.382 millones -de los 4 mil esperados- pero además el BCRA sólo pudo retener el 13% para reservas.
Tampoco impacta en la dinámica de recesión e inflación, el plan de pagos de deudas fiscales o previsionales de las Pymes. Es un alivio para un sector que quedó incluso fuera de las últimas listas de Precios Justos, que concentraron el consumo (retraído) en las grandes cadenas comerciales.
Tanto la financiación de ventas con Ahora 12 o la moratoria en 84 cuotas para Pymes suponen además quebrantos fiscales. Igual que comprar dólares caros y venderlos más baratos, por más que ahora el gobierno anuncie que revisará (reprimirá) importaciones para evitar abusos.
El gobierno quema lo poco que tiene para generar un espacio libre de combustión, para evitar que el incendio alcance a su propia gestión. Mientras imagina ayudas de China, de los Brics, de Estados Unidos, el foco ígneo de la inflación de mayo acecha con un nuevo acelerante.