Estimados lectores, clasifiqué en once puntos la llegada a una pregunta de difícil respuesta:
Estimados lectores, clasifiqué en once puntos la llegada a una pregunta de difícil respuesta:
1- En una nota anterior insistía en que la guerra, como la simple violencia -no su extremo- son elementos culturales. Su gradación define. Venimos de tribus guerreras eficaces, o que fueron perdidosas en una contienda que persiste. El hombre es un animal cazador.
2- Sostengo que el mandato genético, sumado a los componentes culturales, nos determinan. Los actos vienen de una suma donde los componentes mencionados tienen mucha importancia en actos individuales y colectivos, como en su interacción.
3- Saber sobre esas reacciones, tanto estudiarlas como preverlas, forma parte de cuánto se corresponde con el presente en el que la Inteligencia Artificial (IA) se integra a los elementos prexistentes.
4- Puede agregarse que la IA interactúa con el pasado, los archivos, la memoria y acaso lo básico: los datos históricos. Si interactúa con todo lo conocido es indispensable advertir: la IA altera los recuerdos, los datos reales y las proyecciones. Así como negamos nuestra calidad de cazadores, depredadores y violentos, estamos negando la intervención de la IA en nuestro día por día.
5- Hay quienes arriesgan que la IA, tomada como un solo sujeto, cambia tanto a la memoria -siempre lábil, incompleta, tendenciosa, absolutamente emotiva- como a la historia. Espero tener años y grado de raciocinio para entenderlo; para aceptarlo no se trata de años sino de convencimiento.
6- Ya no es posible imaginar un universo (el 5G nos pone a todos en contacto sin retrasos por el uso de las coordenadas Espacio/Tiempo) donde nada se pueda esconder. Más que edad precisaría la libertad de análisis que la IA cercena u omite. ¿Cómo sabremos el resultado de almacenar datos y el modo de enviar una respuesta que hoy ofrece? Mañana será distinta porque tiene más información, y así y así.
7- Despojarnos de la dependencia con los objetos para alcanzar una liberación de su mediación con lo natural, lo no amansado por "AUM", el Archivo Universal en Movimiento, podría ser un buen desafío como un imposible.
8- Entre la elemental paranoia del siglo XXI después de "La Peste" y la inseguridad que la ignorancia presta para saber si -efectivamente- se pueden regular sus respuestas, no veo la luz, estoy en penumbras.
9- Soy pesimista en cuanto al raciocinio, la edad es un misterio sobre el que la IA todavía no ha conseguido el absoluto dominio, pero ya lo hará. El último refugio que nos queda es este: la biología.
10- Sobre comportamiento y relaciones ya casi todo está dentro de ese sistema de almacenaje que da respuestas cada vez más perfeccionadas. Y más. Y más. Y más. (Tres veces lo escribo y me suena el bolero: "Estás perdiendo el tiempo… pensando, pensando"… ¿Lo recuerda? El que en el estribillo insiste "quizás…quizás… quizás")
11- Abona el miedo (la paranoia es y no es el miedo a lo desconocido, que puede atacarnos ya mismo porque somos el centro del universo y quieren destruirnos), abona el miedo, observo/repito, que demasiadas cuestiones se resuelven de un modo que no se imaginaba. Abona nuestra inseguridad el miedo -ahora, finalmente, un hecho visible- que las cuestiones que se presentan ante la IA se resuelven según una simple acción de acumulación de información y consecuencias, o sea: respuestas… que mañana serán diferentes, más completas, más inapelables.
La pregunta es una: ¿Podemos ser suplantados? Cuento una historia personal y, como todas las narraciones con un sujeto, el hecho tiene una sola mirada... la propia. Hablaba con un amigo, el doctor Hugo Alacid, médico de pueblo. El doctor confiesa que estaba "hablando con un sitio habitado por la IA tomada como la Hydra de Lerna". Quería que lo acompañe en la conversación con un monstruo multiplicado al infinito. Oferté desafiarla a que resolviese una Cantata. Un género musical con variantes. Un tema central, perfiles del cuento que se narra y soportes musicales. Santa María de Iquique, Crónica Cantada de La Forestal y Cantata Rosario (Wikipedia ordena todo: "Una cantata es una composición musical para una o más voces, con acompañamiento instrumental, que suele tener una estructura de recitativo y aria. Se trata de uno de los géneros vocales más importantes del Barroco, junto con el oratorio y la ópera").
Le enviamos a ese pozo inmenso y misterioso de un sitio de IA "de cuyo nombre no quiero acordarme", programado para devolver músicas a pedido del socio (100 dólares el año, nada es gratis nunca), crónicas sobre el viaje al centro de la ciudad de la muchachita que trabaja de empleada doméstica; la tragedia de la familia del boliviano en la villa; la sufrida vida del paraguayo y los suyos; la confesión de la maestra barrial resignada; la vida de la joven que se prostituyó y su familia que lo agradece; la del pibe "merquero" que terminará peleándose con la familia; los viejos inmigrantes que jamás volverán a su antiguo pueblo europeo y un narrador que, en estrofas de milonga, va sumando partes faltas de amor y de esperanza mientras advierte que no le gusta nada lo que se narra (" al payador no le gusta lo que pasa", dice el primer verso del narrador)... y finalmente dos canciones bien corales de proyecto de esperanza y mejoras ("vendrá un amanecer lo dicen todos")
Aclaremos: mostrada a músicos la narrativa movían la cabeza, "déjame ver", "no se qué haría"… negativas… el argumento no era por la calidad de las letras sino la apelación por la desesperanza y tristeza de los temas -reales y visibles todos- encontrando una respuesta común: "Qué sentido tiene trabajar musicalmente esto, es demasiado triste".
El trabajo (Cantata Suburbana) está terminado. El sitio donde la Inteligencia se refugia para no molestar con su presencia envió distintas versiones de melodías y cantantes, solos de bandoneón y de guitarras, secciones de vientos y de parches. La Señora Inteligencia envió versiones más melódicas, solistas (cantantes masculinos y/o femeninos) y coros. En un caso (el rap de "la cortada de la merca") acomodó los textos según la melodía y… ¡¡¡Agregó dos versos con idéntico silabeo!!! En la misma dirección y a un solo efecto: completar estrofa.
A los músicos les hicimos escuchar fragmentos, temas sueltos, todos concluían en una pregunta: ¿Con quién lo grabaron? Avisados que no existían los cantantes, no existían los músicos, no hay melodía pre existente ni derechos de autor, que en algún lugar una cosa innominada, invisible y en gestación y crecimiento lo había fabricado entraban en celos e ignorancia y preguntaban: ¿En serio? Explicábamos que esta "cosa", al mejor estilo Groucho Marx, no se enojaba, se le podía pedir otros principios, diferentes introducciones, ponerle el dedo en el "delete" o el dibujito del cesto de papeles, de la papelera, sin llantos ni enojos. Nada.
Vivo en mitad de una contradicción que no terminará bien. Cuando en la Administración del Teatro Colón estuvo Gabriel Senanes, estuvo un músico; cuando estuvo Eduardo García Caffi, igual. Cuando estuvo ese muchacho, Eduardo Lopérfido, era más que una casualidad con su apellido. Con Kive Staiff (Akiva, un "gaucho judío") el Centro Cultural San Martín brilló. Creció. Se tornó indispensable. Funcionó.
Los gobernantes no terminan de entender que "LA CULTURA" es algo más que unas mayúsculas resaltando un texto. Cada gobernante que deja el facto cultural como rezago, para completar con diplomacia política y componendas una plantilla de sueldos del Estado, camina hacia un suicidio de gestión con la carta escrita: no se culpe a nadie de mi fracaso, soy yo el que convierte el mandato en un suicidio, que perdí el camino del relato histórico.
Ahora la tentación es mayúscula o, acaso, solamente eso, acaso, se trate de una claudicación que abre una puerta misteriosa. "Vivo en mitad de una contradicción que no terminará bien"… Ahora la cultura es para cualquiera, hasta le podemos pedir himnos a la IA. Yo escuché el relato del gol de Diego Maradona por Víctor Hugo Morales, el uruguayo, el gol del Mundial de 1986, como un rap con tambores de murga. Socio por 100 dólares año. Puedo pedir una mujer desnuda, un himno, una biografía.
Paremos la congoja. Ya es tiempo: hemos llegado a una pregunta de difícil respuesta. Todos los gestores culturales que el Estado paga, en cualquier rango o escalafón… ¿Deben saber comunicarse con la IA? Si es como se indica -y creo en esa indicación- la guerra y la violencia son fenómenos genéticos y culturales, el hombre es un animal cazador. ¿Qué genética y que emociones suma la IA? ¿No hay nadie pensando en estas cosas? No me lo pregunte a mí, yo soy periodista... soy el que hace las preguntas.