Por Adila Ahmad
Una musulmana que vive en Argentina corre el velo de lo que significa ser mujer dentro de la ley islámica. “Libre albedrío”, “igualdad”, “educación desde la cuna a la tumba” y el derecho al voto y el divorcio desde el siglo VII, son sólo algunos tópicos de esta mirada reveladora.
Por Adila Ahmad
El 8 de marzo se celebra en el mundo el Día Internacional de la Mujer y nos recuerda cada año la lucha delas mujeres para lograr la igualdad. Fue un viaje largo y durísimo, y desafortunadamente este viaje aún no ha terminado. Si bien el islam enseña a celebrar a la mujer cada día, esta fecha me interpela como musulmana porque todavía hay sociedades donde la mujer es privada de sus derechos básicos.
En general, el siglo XX fue un avance enorme para nosotras, ya que logró establecer el derecho a votar, a heredar, a divorciarse, a casarse libremente, a trabajar, a poseer bienes y a tener acceso a la educación.
Sin embargo, lo cierto es que todos estos derechos fueron otorgados por el islam a las mujeres ya en el siglo VII, mucho antes de que lo hicieran otras sociedades.
Algunas partes del mundo musulmán, sin embargo, rechazaron estas garantías por completo o con el tiempo no las aplicaron más y regresaron a su cultura preislámica.
Como seguidora del islam, me duele el corazón al observar cómo, falsamente, en nombre de mi religión, en algunos países se impone el velo y cierto código de vestimenta a la mujer, aunque la ley islámica (Sharia) se enraíza en el respeto del libre albedrío.
Por ejemplo, si bien el velo islámico es un mandamiento para la musulmana, el islam prohíbe categóricamente el uso de la coacción en asuntos religiosos. La mujer musulmana debe usar el velo como símbolo de pudor solo por su propia elección y convicción. Por eso, ningún hombre tiene el derecho de intervenir o imponer el velo en nombre de Dios.
Hay sociedades donde hoy se discrimina a la mujer en nombre de Al’lah (Dios), aunque el islam es en realidad el liberador de ella y garantiza su igualdad.
El islam enseña a los hombres y a las mujeres que, a pesar de haber sido creados de manera distinta y de tener diferentes responsabilidades en la sociedad, son completamente iguales en términos del estado espiritual, intelectual y social. De hecho, en el islam, ambos no son solamente iguales, sino que también las mujeres son consideradas como modelos.
Por ejemplo, la Virgen María ha sido mencionada en el Sagrado Corán por su castidad como un modelo a seguir, no sólo para las mujeres, sino también para los hombres. Además, otro ejemplo es Jadiya, que fue la primera persona en aceptar el islam y tuvo el coraje de expresar con certeza su autonomía y su dedicación incorruptible a la fe.
Lamentablemente, hay en la actualidad sociedades que prohíben en nombre del Corán que la mujer acceda a la vida académica y profesional, pese a que el islam ordena explícitamente a cada musulmana obtener educación “desde la cuna hasta la tumba” (desde su nacimiento hasta su muerte). Así, el profeta Muhammad asignó a una mujer, a Aisha, como única maestra para sus discípulos.
También, hay algunos hombres musulmanes que se apropian de los bienes y pertenencias de las mujeres, aunque el islam es la primera religión que les otorgó expresamente, ya hace 1400 años, el derecho de heredar propiedades. El islam garantiza a ellas el derecho de trabajar y manejar su dinero de manera independiente. Como ejemplo de ejercicio de este derecho, Jadiya, la primera esposa del profeta, era una comerciante muy exitosa y poderosa.
Hoy en día, hay familias musulmanas que aún promueven los casamientos forzados, aunque el islam categóricamente prohíbe el casamiento de una musulmana sin su propio consentimiento.
Claramente, el islam otorga a la mujer el derecho a casarse por su propia elección, el derecho a divorciarse y también el derecho a volver a casarse cuando lo desee. El fundador del islam celebró el rol de cada esposa y estipuló que el mejor creyente es aquel que tiene la mejor conducta hacia su pareja. Asimismo, nuestro credo reconoce los sacrificios que hacemos las madres y enseña a tratarnos siempre con máximo respeto, dignidad y amor.
El profeta Muhammad sintetizó el rango de las madres de la siguiente manera y estableció: “El paraíso se encuentra bajo los pies de las madres.”
En conclusión, me enorgullece formar parte de LaynaImaillah (la organización auxiliar de las mujeres en la Comunidad Musulmana Ahmadía), que fue fundada en el año 1922 y hoy en día cuenta con miembros en todo el mundo, con el objetivo de brindarnos una plataforma propia para expresar nuestra fe y servir a la humanidad.
En resumen, el islam es un garante de la igualdad entre hombre y mujer e instruye a los fieles a tratar a la mujer en cada momento y en cada etapa de su vida con bondad y con reverencia.
Si hay hombres que se disfrazan de musulmanes y luego usurpan los derechos de la mujer, es solo porque rechazan las enseñanzas verdaderas del islam o las ignoran por completo.
*Presidenta de la Layna Imaullah Ahmadía en Argentina.