(Desde Israel)
(Desde Israel)
Al terrorismo se lo combate. Esa es la gran enseñanza que Israel le regala, a costa de mucha sangre, al resto de la humanidad. Creer que negociar es una opción, sólo es tolerable para quienes lo digan desde una visión sesgada por sentirse lejos de ese riesgo. Lo de sentimiento no es accidental, el mundo es potencial víctima de lo que Israel enfrenta hoy. El atentado a la AMIA o a la embajada israelí es ejemplo viejo, mientras las células disueltas en los últimos días en Brasil son ejemplo actual.
El terrorismo no distingue religión, ni origen, raza o credo. Mostrar la forma en la que mataron a tailandeses en Nir Oz sirve de ejemplo. También los propios antecedentes mencionados en el párrafo precedente ¿O alguien puede explicar la relación entre esas situaciones y la presencia judía en medio oriente? La respuesta a esta pregunta sirve para quienes pretenden resumir el conflicto a algo territorial.
Claro que cuando se involucra a la religión es imprescindible, nobleza obliga, reiterar hasta el cansancio que no es sinónimo de terrorismo el islamismo, los musulmanes o aquellos nacidos en el “mundo árabe”. Ni siquiera Palestina lo es. Pero hay que ser contundentes cuando se habla de esa diferenciación, que a quienes promueven el terror como forma de manifestación hay que neutralizarlos. Así lo demuestra Israel.
Este país que ahora recorre El Litoral, por la guerra desatada a partir del 07 de octubre, demuestra que darle espacio y analizarlo con criterio “occidental” sólo le da margen al terrorismo para desarrollarse y repotenciar sus atrocidades. Así quedó demostrado el día citado, cuando los integrantes de Hamas atacaron Israel con una capacidad militar que pocos hubieran acreditado tiempo atrás.
El terrorismo es aquel que no sólo ataca al “hombre blanco” o “cristiano” que tiene por enemigo, sino que también es aquel que construye su centro de operaciones debajo de un hospital o que mata a los propios conciudadanos que buscan escapar de la guerra. Así lo demuestra Hamas que mata a los palestinos que buscan huir de Gaza cuando Israel anticipa dónde atacará intentando eliminar a líderes de la agrupación extremista mencionada.
La guerra de la comunicación es clave en estos tiempos y la aceptación del “discurso de moda” puede parecer simpático, revolucionario y hasta misericordioso. Sin embargo, lo cierto es que nadie aceptaría como vecino a alguien que pretende matarlo en cada oportunidad posible a través de los mecanismos más ocurrentes, ni tampoco dejarlo desarrollarse. Israel es eso. Un país cuyo vecindario parece copado por el terrorismo, mientras el resto del mundo juzga con sus propios valores las acciones de aquellos que operan mediante otras, totalmente distintas y más cercanos a lo imperdonable e injustificable.