Sí señoras y señores, la premisa que acompañó a generaciones de israelíes desde la formación del Estado de Israel ha muerto. Siempre la orientación de las negociaciones en los múltiples convenios intentados en decenas de años contenía la premisa del respeto de los derechos humanos de los que se sentaban enfrente. Seamos sinceros: ningún intento de arreglo o avance fue admitido en pos de mejorar.
Debemos aceptar fatalmente que el único objetivo de los árabes palestinos de Gaza, y el de gran parte de los habitantes de los territorios, es lisa y únicamente la eliminación del Estado de Israel. Es decir, entiéndase bien, la exterminación de cerca de 10.000.000 de habitantes. Y las pruebas me remito, ya que lo ocurrido el 7 de octubre pasado es una muestra gratis, como diríamos, de lo que sería el producto completo.
Mirá tambiénLas matemáticas y la guerraLa frase más escuchada en la calle al unísono es: "Ellos o nosotros". Seguir la lucha hasta la derrota de los sediciosos y la desaparición total de las amenazas desde Gaza, desde el norte y la ebullición en los territorios de Cisjordania. La opinión internacional dividida y tergiversada comienza a valorizar como corresponde el difícil momento para Israel.
Estando en casa de unos amigos inmigrantes franceses, que veían televisión francesa, pude comprobar el error conceptual y fundamental de muchos en el resto del mundo. Al pie de la nota expresaban que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) había cometido crímenes de guerra, teniendo instalaciones militares dentro de los hospitales. Las pruebas se veían en directo, todo tipo de armamentos, infraestructura de comunicaciones, túneles, etc. El status de situación actual en el terreno, el ejército debe comenzar a actuar en zonas del sur, densamente pobladas, infectadas de terroristas; la guerra urbana es muy difícil.
Hay que aclarar que la ANP no figura en Gaza desde que perdió las elecciones contra el Hamás en 2007. Y que los dirigentes de la ANP fueron asesinados lanzándolos desde las azoteas de los edificios. ¿Sorprende? Eso es y hace un Estado terrorista, y todavía hay quienes pretenden que un pueblo que hoy está peleando por su existencia, tenga pruritos de terminar con el cáncer que anida en sus límites.
Los daños colaterales en una guerra son inevitables, sobre todo en ciudades que son de las más densamente pobladas del mundo. Las cifras declaradas por el Hamás nunca han sido ciertas. Hemos asistido y comprobado a través de los años puestas en escena absolutamente ficticias, guionadas, disfrazadas, maquilladas. Esa sí es la realidad: Israel cumple al mismo tiempo que desarrolla una difícil guerra urbana con los convenios internacionales de protección de civiles. Esa si es una realidad.
Los tiempos por venir serán difíciles. Intentar subsanar la gran desconfianza que se disemina y cuela en la trama social costará mucho y la pregunta si habrá marcha atrás con los nuevos paradigmas que se han instalado. En ese aspecto, los dirigentes árabes-israelíes tienen mucha responsabilidad. "El que calla, otorga". No condenar las causas de lo ocurrido el 7de octubre convierte a muchos en cómplices; dirigentes, ciudadanos, dirigentes de izquierda, países democráticos y supuestamente civilizados de occidente.
Es importante hacer una referencia hacia los países vecinos, como ser Egipto -con el único pase abierto-, Jordania, Líbano o Siria. No están dispuestos a colaborar humanitariamente para la instalación temporaria de evacuados; no hay solidaridad con su propia gente.
Me refiero a aquellos con los que tienen igualdad de idioma, idiosincrasia y religión, e inclusive lazos familiares. ¿Dónde está la solidaridad? Por eso hago una llamada a todos los hombres de bien para, como dice en la Constitución, "afianzar la libertad y el bienestar para todos los hombres del mundo", y para manifestarse contra la barbarie.
(*) Profesor de Educación Física. Vive en Israel desde 2002.
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