Comienza otro relato en Argentina. No se han terminado ni las fantasías ni las promesas como castillos en el aire; simplemente son otras. No se terminaron los cuentos. Si se trata de elegir, conviene "uno que sepamos todos". Para algunos, con poca edad o escasa memoria, la cita de Caperucita Roja y el Lobo Feroz sea una antigualla o un pasado perdido. Disculpas. Caperucita Roja es un cuento de hadas de transmisión oral, difundido por gran parte de Europa, que luego se ha plasmado en diferentes escritos; en primer lugar por Charles Perrault y más tarde por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm. Wikipedia.
Que un lobo se coma a una abuela se acepta como parte del cuento, es el primer horror que se acepta. Después el disfraz, la niña boba que no advierte la sustitución y comenta sobre lo grande de algunas partes del cuerpo de "la abuelita". El final, que nadie ha superado, es el clásico: "para comerte mejor". La nena inocente (boba) llega hasta el final sin advertirlo. Adivinanza nacional sobre quién es la abuela y quién caperucita. Postulaciones hay muchas.
No es necesario abundar sobre la moraleja o las moralejas, ni las sucesivas derivaciones y burlas sobre el cuento. Desde orientales, con velos para caperucita, hasta las más pornográficas, las versiones que se han difundido son infinitas. Todas con una centralidad: el lobo, la abuela sola, la nieta que camina por el bosque rumbo a la casa de la abuelita. El final es cruel. También las adhesiones son diferentes. Se sabe de analistas que juegan con esta narración para analizar a sus pacientes. Adhieren al cuento como ejemplo de… "vaya a saber qué teoría del comportamiento humano" que el cuento refleja.
La pregunta de este día inaugural es doble. Primero, el sustancioso eje. Estamos en presencia de un cuento… qué parte del cuento es el actual presidente, los votantes tan mayoritarios y quién es la inocente (boba) nieta que camina por el bosque hasta la casa de su abuela, ya devorada por el lobo para cuando ella llegue… y debe aceptarse esta línea de tiempo o no existe el cuento. Ahora la segunda inquisitoria. Argentina… es un país que puede aún … se insiste… ¿puede aún aceptar el cuento de Caperucita Roja y el Lobo Feroz? Suelo cerrar estas dubitaciones (tontas) esquivándolas al insistir: soy periodista, vienen de mi lado las preguntas.
El presidente argentino, Javier Milei, junto a la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Crédito: Xinhua/Martín Zabala
Argentina, de un modo particular, vive este cuento. No es nuevo, no es real, ya ni se transmite de generación en generación, pero allí está. Hay quienes no lo conocen, lo olvidaron o no les interesa recordar y, mucho menos, analizar una cuestión de tamaña fiereza. Sin embargo, deberíamos preguntarnos quién es el lobo feroz, quién caperucita y quién la pobre abuela que pasó a mejor vida devorada por el lobo. Son los mismos del viernes, del último día del gobierno de Mauricio Macri,… del gobierno anterior a Macri (CFK).
Lo que resta del peronismo/kirchnerismo, más ese bajísimo porcentaje de la izquierda que, democráticamente, acepta que cada tanto hay que votar y elegir representantes, ya han decidido quién es el lobo feroz. El dibujo, para los ilustradores, resulta fácil de bocetar, sólo hay que agregarle las centrales de una derecha activa y desafiante en el mundo, y concluir que esas oscuras fuerzas, esos lobos se han adueñado de Argentina. Son todas variantes del Tío Sam. En Argentina lo que sucede es contagio. Demasiado fácil. Han venido a explicar Argentina "congresalas" y diputadas de España y Yankilandia. Já.
Para los votantes que provienen del radicalismo, de un centrismo que adopta nombres y los abandona (PRO, PRO/Cambiemos, o Juntos por el Cambio o JxC) el asunto se resuelve diciendo que el lobo feroz era el peronismo, que ya se comió a la abuelita y vienen por la nieta. Todo cuanto se haga será, sería, debería ser para salvar a la nieta. Podemos inscribir como socio adherente un peronismo liviano y nostálgico.
Los verdaderos hombres de empresa saben que es necesario hacer negocios con cualquier lobo feroz y que siempre perderán las abuelitas. Acaso a esta preocupación la resuelven esquivando la acusación de "manducador" de abuelas y con eso alcanza. Los empresarios no mencionarán, en ningún caso, a la nieta a punto de fenecer. Negarán la genética que los emparenta con los alelos del lobo. Ellos saben de cuentos.
Los narradores, desde los juglares a los copistas, saben que sin nudo dramático no hay relato. Estos copistas llegan (hoy, ahora) cuando ya se comieron a la abuela y para renovar el cuento hay que elegir modos de adhesión con esa pobre niña inocente (boba) a punto de ser devorada. Saben, claro que saben, por el valor del nudo dramático, que alguien debe estar a favor del lobo feroz públicamente, sin importar que en la silenciosa retaguardia, o en los repliegues de las mentirosas bambalinas, son muchos los que entienden el destino del lobo feroz y lo acompañarían con gusto… si la familia no se enterara.
En Argentina, las familias se enteran de cuanto sucede porque hay palabras de valor absoluto que tienen cumplimento efectivo: todos se enteran de todo. Somos una gran familia mal ensamblada. De lo que se trata, para que no exista confusión alguna, es de un depredador, una abuela y una nieta que serán devoradas y el cuento narra, avisa y no deja resquicios para la absolución o la alteración del libreto. Simplemente libera tres posiciones del Kama-sutra sentimental. El tema conmueve. No conmueve nada. Se acepta el destino y se comprende al lobo.
La obra hay que representarla, ya está en cartelera. Funciones a sala llena. Temporada vendida. Funciones para cuatro años. Las diversas traducciones complican (toda traducción es, hasta por raíz latina… y griega, una traición) cuando se traduce para los que vinieron a ver, en vivo, el fenómeno del cuento de caperucita con sus tres variantes (conmueve, no conmueve, se aplaude al lobo) la confusión es múltiple.
Para Daniel Ortega el lobo es Javier Milei. Una rara manera de esquivar a Thomas Hobbes. Para Lula da Silva también. Uruguay no quiere que el ejemplo cunda. Yankilandia y el Papa piensan diferente y atienden a este punto: el que dejó el 50% del país empobrecido no puede ser caperucita, estaba muriéndose desde antes, según avisan con señales públicas. Y, vamos rápido con las culpas, que el escenario hay que cubrirlo. La obra se representa porque el espectáculo debe seguir. Se agrega que es necesario traducir a los españoles, los italianos, con más los ucranianos y más, más, más, porque se suman Israel y "los terro".
Alguien debería, esto es muy importante, avisarle a CFK que al dar su dirección ("Estoy aquí cerquita") si su rol es el de Caperucita su lugar en el cuento es el más dramático. Están robando mucho en ese barrio. ¿CFK subiría al escenario en caso de un reemplazo? Sabe todos los personajes. Muchos no creen que pueda usar el vestuario de Caperucita. No sé… no sé… Veremos.
Se hace necesario sobrellevar el viaje hasta "Exaltación de la Cruz" para decirle a la señora Elisa Carrió que debe facturar nuevamente todos los vestidos de su línea de prendas para señoras similares. Es en blanco y con CBU. Ya nunca será Caperucita. Alguien con conocimientos teatrales, dramáticos (¿El "Beto" Brandoni?) debe avisarle a Mauricio que no tiene texto en esta obra, que si sube al escenario su máscara dramática lo hace cercano, con muy poco maquillaje, a un posible lobo feroz que ganaría cualquier casting. Que otro lugar no tiene.
Hay desconcierto, para representar la tradicional fábula, por el papel según actúen Fátima y/o Victoria que, está claro, son dos caperucitas muy distintas. Los programas chimenteros mencionan a Karina, que no es "La Princesita" que enamoró al Kun sino "La Jefa" que consoló al Peluca. En esta representación Karina solo puede funcionar de vecina pero… ¿quién conversa el tema?
La abuela, la verdadera abuela es Mirtha pero… ¿quién se anima a decirle que debe subirse al escenario para que la coma el lobo feroz?… Ella, que se sepa, no ha sido una enemiga declarada de ningún lobo feroz y solo debería aceptar (parece dificilísimo) porque da el rol con poco esfuerzo. Hay un argumento, le da su vida a su querido público. Ojalá la convenzan.
No existe el "Guardabosque" pero podría fabricarse un personaje con una escopeta de dos caños paseándose por el escenario en los entreactos avisando: "Soy de provincia de Buenos Aires, no perdí en mi bosque y esta obra no me gusta". Un personaje secundario que se apodera de los entreactos. Hasta esta cuestión trae complicaciones entre los artistas. Patricia dice que el personaje de Guardabosque era de ella. Que se lo sabe de memoria. Y que al bosque lo sabe cuidar.
Ah…todavía venden entradas por internet. Están estudiando una versión para las plataformas y un resumen para Tik Tok, que ha sido tan importante para el triunfo de este cuento. No olvidar el eslogan: "para comerte mejor". Para eso se disfrazó el lobo.