Jueves 4.7.2024
/Última actualización 21:57
Hace tiempo que en estos escritos la aflicción es conseguir más herramientas de análisis. No aporto soluciones, hay bisturíes, destornilladores y anteojos para desmenuzar los actos precedentes. Plantear una explicación final sería un pecado capital: la soberbia. Seguimos a oscuras en cuanto a entender a Javier Milei. Es necesario. Gobierna. Nos gobierna. ¿Quién es? Elijo la cultura para equivocarme mejor. Milei es parte de un fenómeno cultural con adaptaciones territoriales.
Todo el poder al relato. Toda la culpa a quien indiquen los algoritmos. Todo el mensaje de redes es una esperanza siniestra disfrazada de solución. Sucede ahora mismo. Esteban Echeverría narraba cuestiones de su tiempo con suma precisión, por eso hay huellas del país en el poema y el texto ("La Cautiva" y "El Matadero"). La violencia. En su relato, la violencia. Está dicho, se repite. En Milei hay violencia.
Acaso el primer Roberto Arlt, el de "Los Lanzallamas" y "El juguete rabioso", cuenta una Buenos Aires (no un país, sólo su capital aluvional y desmedida). El sustento de "Diario de la guerra del cerdo" muestra matices crueles y muy reales. Poco más. Narrar y despellejarse no es sencillo. Lo hicieron. En su relato la descarnada vida diaria. Milei abomina de esa vida diaria. "Viejos meados", una frase suya, es un corte grueso del informe detallado: en las redes fue aprobado, por tanto se usa.
No está Milei ni en Jorge Luis Borges ni en Leopoldo Marechal. No es ninguno de los dos gauchos, ni Martín Fierro ni Don Segundo Sombra. Acaso está en Stéfano, el personaje de la obra del mismo nombre, de Armando Discépolo (el hermano de Enrique Santos Discépolo, "Discepolín"), pero es inasible el presidente actual. No está en la ficción argentina. Entonces mis reflejos de lector me llevan al periodismo de escritores. "Los Narradores de la Crueldad" podrían describirlo como pocos.
"Los desnudos y los muertos", escrito por Norman Mailer, apareció en los Estados Unidos en mayo de 1948. Carne viva. Hay vida en tanto dolor narrado sin espanto. Ellos cuentan de los suyos. Es inútil morir. Ese es el mensaje que el relato esconde. Milei es el escéptico que acusa.
"A sangre fría" (título original en inglés: In Cold Blood) es una novela testimonio del periodista y escritor estadounidense Truman Capote. Fue comenzada en 1959 y finalmente publicada en 1966. El alma sin cuartel con un asesino humanizándose sin lograrlo. Solo belleza. Narrar una muerte justificada es justificar el mal. Eso se contó. Milei anuncia la muerte del Estado. Cuidado, es relato, pero…
"¿Quién mató a Rosendo?" es un libro escrito por Rodolfo Walsh y publicado en Argentina en 1969, que relata el asesinato del dirigente gremial Rosendo García, de la Unión Obrera Metalúrgica. El libro surgió a partir una serie de notas publicadas en el semanario de la CGT de los Argentinos (CGTA) a mediados de ese año. Una confesión de parte. Es una prosa inatajable. No hay razón, hay balas y todo está en calma. Eso se convierte en trascendente. Matar para frenar una idea. Alerta.
En todos los casos mencionados es el relato el que define. La crueldad se describe a pleno. Debía suceder y sucedió. No hay culpas en los asesinos, hay destinos. Milei no se siente culpable de nada cuanto sucede, tiene un destino que cumplir. Ni el héroe ni el malvado, como tampoco el líder tienen culpas, simplemente ejecutan un papel. Si Milei es un actor cultural de un fenómeno global que se disemina las cosas no son mejores, pero son más claras. Usemos una adjetivación profunda: trágicas.
En la ciudad, en la provincia, en el país se está desarrollando un cambio cultural que no tiene bordes. En el interior, en el "inside" las conductas de los anteriores emergentes sociales y su mensaje: robar pero hacer algo y contar que se hizo mucho, contarlo muchas veces fue un argumento pro Milei. Lo uso, lo usa, lo usará. En el exterior, en el "offside", una línea de conducta similar, con las características regionales particulares.
Georgia Meloni es tan "show woman" como "show man" es Milei, pero ofrecen distintos espectáculos y, si se me permite, distintas payasadas para entretener al soberano. El siciliano o el milanés no es el porteño o el cordobés; parecidos y diferentes. Les cabe un relato… parecido y diferente. Já. Un solo protagonista y muchos propagadores de ese mensaje que tiende a la universalización, que acaso sea originalmente de fuera hacia dentro y solo se hizo necesario conseguir el delegado local apropiado.
¿Cómo es posible que José María Aznar viaje de España por un día para venir y darle la mano? ¿Cuántos que van, en el mundo occidental, a la foto; desde una situación de poder, a la sonriente postal con Javier? Es parte de un juego donde este muñeco, cuasi "frankensteiniano", compuesto a partes de viejas ocurrencias y yerros muy soberbios, termina sintetizando Argentina. Su relato es el relato del país. Un día sucedió. No lo quisimos ver. Allí está. Los saludos son gestos. Esos gestos son parte de un relato. El besamanos no es un ritual, es un mensaje. La Iglesia siempre lo supo. El besamanos con Milei es un salvoconducto de gestos, finalmente es "cultura" en acción.
El almanaque quita especulaciones. Milei estaba, no alcanzaba, era un envalentonado personaje de la televisión, pero es Pos Peste que el hecho cultural que el miedo genera, que la híper comunicación sostiene y que alguien lee, se repite: el facto cultural, que se leyó que sucedería, se convierte en altamente visible con un personaje como Milei que, está más claro aún, responde a los sucesos. Milei es un arma de esta guerra. La cargan los algoritmos, traducen, le cuentan, entiende y dispara.
¿Puede una ciudad resistir con el aparato cultural atrasado y desenfocado? Antes bien, parecen cachorros inermes, sin culpa por existir. A los actuales actores oficiales de la cultura en la Región Rosario los dejaron desnudos desde las administraciones anteriores. Imprevisión, desconocimiento, ignorancia, apatía… en fin. Hay administradores que creen que Cultura es un presupuesto que molesta. La burocracia es la que molesta.
¿Puede una provincia distraer las pocas armas culturales, antiguallas, desentenderse de la creación de un aparato necesario, que dé batalla en el campo cultural donde se maneja el "fenómeno Milei" y sus guerreros de los 100 algoritmos? ¿Puede el porcentaje del país que no adhiere al relato y sus actos sobrevivir sin otro relato en la misma vía de comunicación? Pelear sn armas no es pelear, es suicidarse. Esclavizarse.
El Grupo Milei, la derecha con orden, organigrama, colosales lealtades y propósitos comunes tienen un propósito. Ni siquiera se pueden calificar de "derechas". Son un proyecto claro de dominación que se desarrolla en el siglo XXI. Pelear contra el ciberespacio con tiza, carbón, paredes, papeles, es la guerra del arco y la flecha contra la pólvora. El Grupo Libertario/Empresario está presente. No son los dueños del mundo virtual, llegaron primero al uso del relato y los 240 caracteres como un arma.
Hay novedades definitivas y si esta es, que lo es, una nueva forma de la Cultura de Masas y el "masaje" de Marshall McLuhan, están perdidos todos aquellos que como defensa quieran cantar "La Internacional", "La Marsellesa", y tirarles la quinta sinfonía de Ludwig van Beethoven. No hay que perderlas, porque se pierden raíces, pero el desafío es el traslado a otro idioma, que al traducir traiciona, pero allá vamos: ¡A fabricar un relato!
No se trata de verosimilitud, se trata del poder que el estudio de los amores y los odios en las redes proporcionan. En algún lugar están todos los que abominan de Milei. ¿Qué palabra en común poseen? ¿Charlatán? ¿Infantiloide? ¿Caprichoso? ... usar si son las correctas.
Una ciudad, Rosario, debe trabajar sobre esta investigación. Una provincia, Santa Fe, otro tanto. La pregunta es muy dura: ¿Si el fenómeno es cultural y solo en ése campo se encontrarán posibilidades de sobrevida, al menos un empate, quienes del campo cultural están preparados? Desafío: ¿Conocemos los nombres de los profesionales de la cultura en Región Centro? ¿En la provincia de Buenos Aires, en CABA? ¿Conocemos a nuestros semejantes?
Es muy posible, aventuro la certeza, que si no se tiene el campo cultural preparado para tal contienda no haya siquiera una batalla, no ya una guerra y, por ignorantes, vayamos a la capitulación sin haber descifrado un algoritmo. ¿No se puede relatar algo diferente? ¿Se lo puede vencer culturalmente a Milei y sus consignas? No me pregunten a mí, yo soy periodista, soy el que hace las preguntas.