Pasan los días y la gestión del presidente Javier Milei continúa dando sorpresas diarias, que no siempre son bien recibidas. Inesperadamente, Milei suspende su anunciado viaje a Dinamarca y delega la formalidad de la compra de los aviones F 16 en el Ministro de Defensa, Luis Petri. Una versión indicaría que el no ir a Dinamarca se debió a los problemas internos, léase crisis dentro de su partido, por las diferencias y peleas en la Cámara de Diputados de la Nación. Y las versiones también indicaban la fuerte participación de Karina Milei en la toma de algunas decisiones. Está muy claro que Milei pretende instalar la agenda diaria y generalmente lo logra, no pocas veces con declaraciones o entrevistas donde pierde el control y comienza a gritar e insultar.
El reclamo de democracia, de libertad que pregona no se condice con los insultos que profesa a quien opina o piensa distinto, con exageradas e irritables expresiones. Ha insultado a presidentes de otros países, a medios de comunicación y a periodistas con nombre y apellido, incluso con intromisiones en la política interna de países tradicionalmente amigos de Argentina. Si conoce quien "ensobró" a tal medio o periodista su deber, señor presidente, es hacer la denuncia ante el Poder Judicial y aportar las pruebas respaldatorias. Independientemente de las formas totalmente desacertadas y posiblemente intencionalmente sobreactuadas, lo que expresa es inaceptable.
Las relaciones internacionales han provocado más de un dolor de cabeza a funcionarios expertos en esas cuestiones. Por ejemplo, hoy se está tratando de recomponer nuestras relaciones con Brasil, muy resentidas luego de algunas declaraciones o alineamiento con sectores o países no cercanos a Brasil. Necesitamos a Brasil, así como Brasil necesita de Argentina. Ciertos alineamientos con algunos países provocaron temor por posibles represalias de otros y hay que condenar las guerras, todas las guerras y a quienes las provocan, a todos.
Los conocidos proyectos de privatización, aún con los cambios introducidos, merecen ser discutidos con mucha profundidad en varios casos. Combatir la corrupción si, hacer rentables a las Empresas sí, pero no se puede dejar en manos extranjeras servicios como Aerolíneas, las vías navegables, los ferrocarriles y algunos sectores más. En el país deben existir funcionarios capaces y capacitados para un buen manejo empresario de los entes estatales, como si existen en el sector privado. Hay que tener la voluntad política de buscarlos, ponerlos en funciones y controlar todo con eficacia y honestidad.
Los recortes presupuestarios pueden ser bien recibidos si fueran bien dirigidos. No es lo mismo suspender algunos miles de planes truchos que desfinanciar las universidades, la salud o la educación en general. La famosa motosierra debe ser manejada con criterios y objetivos bien claros en beneficio del país, del futuro país que Milei dice quiere construir. Las radios universitarias deben seguir en manos de las universidades sí como sectores primarios estratégicos de la producción. Es válido pretender una profunda reforma laboral, adecuar las normas al mundo actual, perfeccionar los sindicatos sin hacerlos desaparecer, promover normas que busquen crear fuentes de trabajo sin desproteger al trabajador, el Estado no debe desaparecer sino vigilar y controlar las relaciones de trabajo.
La gestión de Javier Milei despierta simpatías todavía en los principales enunciados de su campaña. Inflación, seguridad, corrupción, romper el cerco al dólar, lograr definitivamente el equilibrio fiscal, asegurar en el menor plazo que los ingresos de la población permitan vivir con dignidad, paulatina disminución de los planes sociales como expresión de una mejora general, combatir en serio la pobreza, recuperar la obra pública y tantas cosas más. Destruir en serio la denominada "casta" sin usarla cuando le conviene, terminar con los privilegios, derrotar el narcotráfico, por citar algunas necesidades. Necesidades que la mayoría de la población tiene en claro que no es responsabilidad de Milei sino de los nefastos gobiernos anteriores.
Cada cuestión tiene sus plazos de concreción y en los temas principales estos plazos no tienen la misma duración para Javier Milei que para el pueblo en general, lo hayan votado o no.