Dispuesto a sumergirse en el inframundo de la realidad sociopolítica argentina, invocando la ayuda sobrenatural, Javier Milei se percibe listo a recorrer -poco menos que en soledad- el periplo del abismo, antes de regresar triunfante con la redención liberal-libertaria. ¿Es Lali Espósito un Polifemo a la altura de semejante pretensión? ¿Acaso la cantante es una irresistible sirena capaz de hacer naufragar a quien se percibe -y se declama- como héroe?
Navegante hábil en la líquida modernidad, el presidente desenvaina eficaces memes de vacua episteme, que le sostienen audiencia en tik tok y otras redes. Es el espacio virtual que suelen visitar la mitad de los electores argentinos; se concentran allí mayorías jóvenes, legionarios de extraviadas batallas a las que la República perdida no les ofrece esperanza digna ni morada cierta.
Habitan en ese estamento de entre 16 y 42 años, 20 millones de personas -es la base electoral del presidente- entre los que predominan monotributistas agobiados por el fisco insaciable, emprendedores que nunca tendrán los beneficios de la ley laboral que defienden los ricos burócratas de la CGT, desamparados que jamás cobrarán un sueldo o una jubilación en la Anses a la que La Cámpora le fumó el Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
La realidad sólida se ha disuelto antes que llegue Milei; acaso el kirchnerismo -que traicionó los sagrados superávit gemelos de sus inicios- se gastó el mérito de los abuelos inmigrantes, el sacrificio pos 2001, en tilingos viajes subsidiados a Miami con la aerolínea de bandera, en subsidios a sectores económicos de indecibles -íntimos- beneficiarios, en promesas de una soberanía energética que le debe US$16 mil millones a los "buitres" por obra y gracia de Axel y Cristina.
En el desafío inicial del camino del héroe está la inflación. Ni Santiago Caputo podrá coordinar redes virtuales conducentes a las pretensiones del mandatario nacional, si la tarifa de las telecomunicaciones deja a los legionarios virtuales con teléfonos desconectados por imposibilidad de pago. Y eso suponiendo que propios y extraños hayan accedido al alimento, que tengan seguridad, que la escuela siga funcionando. Para el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, la pobreza por ingresos supera el 50%.
El dólar se tranquiliza, la inflación desacelera, se licúan los pesos del plan platita, la lluvia devuelve horizonte a los dólares del campo mientras se suman el litio y el cobre, mientras Vaca Muerta se expande. ¿Podrá Luis Caputo, desde el tablero financiero, sostener la Odisea? A costa de padecimientos crueles, el viaje ortodoxo del ajuste puede ofrecer el puerto de una moneda sana, con o sin dolarización. Pero ella no es el fin sino apenas el medio. El sujeto de la historia no es el presidente sino la sociedad, las personas, el país.
El jefe de Estado habla de dolarizar, pero -bien escuchado- pone como condición el saneamiento del Banco Central, una empresa de magnitud tal que está lejos de toda inminencia. Propone levantar el cepo para normalizar la actividad económica, fundado en la compra de dólares por unos US$7,6 mil millones por parte del Banco Central desde que se inició la gestión. Pero debe duplicar ese éxito relativo apenas para poner las reservas internacionales netas en cero, porque aún son negativas en unos US$ 6,5 mil millones. Y los pasivos remunerados equivalen a US$32 mil millones más.
Es un hecho que la inflación sin emisión y las tasas de interés por debajo de la inflación -artilugios del ancla fiscal- licúan lentamente la deuda de la autoridad monetaria, mediante un dispositivo que al mismo tiempo disuelve los salarios y los haberes. La emisión de nuevos bonos (los Bopreal) para saldar el pagadiós que le dejó Sergio Massa a los importadores, posterga esa deuda en dólares; los redituables cumplimientos dependen de condiciones que aún no se verifican.
Si el héroe logra tensar el arco y armarlo, si puede demostrar fortaleza ante la inflación, aún quedan por delante un sistema jubilatorio que no puede financiar los beneficios que debe, una legislación laboral que impide generar puestos formales de trabajo, infraestructura decadente que limita la productividad, presión fiscal agobiante.
El gobernador de La Rioja es cuestionable por gastar enormidades en entretenimientos, como forma de propaganda partidaria -eso no es industria cultural- mientras su población padece hambre. Lali Espósito no merece el destrato personal del mandatario; cada ciudadano tiene el derecho a expresar sus opiniones.
El presidente está para otra cosa; incluso si explica con apropiado fundamento intelectual su batalla para desarmar a Antonio Gramsci -el kirchnerismo cooptó medios, "kultura" y sistemas educativos con fines de propaganda- apenas está argumentando su táctica de comunicación. Fernando Cardoso decía que gobernar es explicar; no está mal que Milei lo haga. Pero lo que debe explicar es cómo sustentará las reformas laboral, fiscal, monetaria, previsional que propone. El plan no está.
Cristina Kirchner acaba de ejecutar un tardío retorno a la vida política con su carta pública, en la que deja entrever la debilidad de un peronismo sin líder ni caja. ¿Se resiste Calipso al mandato de las urnas? ¿Acaso los dioses han sido engañados por los medios de comunicación? Las especulaciones de un naufragio libertario son no más que eso, mientras una fallida gestión no las convalide.
En el camino de todo héroe siempre hay un abismo decisivo que sortear. Milei ha decidido bajar al inframundo de los Fondos Fiduciarios, de las asistencias financieras a las obras sociales sindicales, donde tenebrosos seres invisibles se alimentan de quienes añoran la vida. Carece el presidente de un adivino que le augure eficacias; no saldrá del Hades indemne, blandiendo decretos que no podrán ordenar las calles ni las cuentas a sola firma. Por fuerte y decidido, no volvió solo Ulises a gobernar sus tierras.
Hay 30 fondos fiduciarios destinados a subsidios al transporte, energía, obra pública y vivienda (la lista sigue), que se financian con impuestos y transferencias del Tesoro y se administran -según Milei- sin transparencia. Hay empresas que de nada sirven al Estado y se podrían privatizar. Hay precios relativos que recomponer y salarios que revitalizar. Hay inversores que necesitan previsibilidad antes de enterrar sus recursos en el país. Hay gente que repele la casta, pero requiere de la política.
¿Son los gobernadores y los legisladores enemigos de Milei? En la mitología griega, Ulises fue héroe por su valor, inteligencia y liderazgo. Sin embargo, fue soberbio al insultar a Poseidón, dios de los mares, y perdió diez años de su viaje navegando de isla en isla, antes de llegar a destino. El país no tiene ese tiempo para perder.
Aún sin saber si el flechazo a la inflación llegará a destino, el presidente se arma con decretos e incluso con reglamentaciones para desarticular la estructura de la decadencia. Pero eso no ofrece sustentabilidad al cambio de régimen que analizan los inversores de la economía real y global a los que el presidente pretende convencer. No sirve tik tok en ese escenario. En el listado de batallas que la Casa Rosada debe elegir con cuidado, los gobernadores son generales sometidos a un dilema: el cambio o el abismo. El martes, el ministro del Interior y los mandatarios se volverían a ver en Salta.