Domingo 31.12.2023
/Última actualización 17:46
Una de las falencias y/o equivocaciones que, en el periodismo, tenemos con Javier Milei, es la imposibilidad/impotencia para desmembrar sus textos oficiales. No reunimos aquellos tartajeantes reportajes de campaña con este corpus de ideas, ganas, mociones de anhelo y decretos urgentes sin o con necesidad, que se corresponden con cuanto aportó desde su interior y las sugerencias de los cercanos. Tanto volumen de ideas ha perturbado. Es un aluvión que impide lo elemental: saber de qué se trata. Estamos cayendo en una trampa de nuestros reflejos para con el trato y lenguaje con los políticos tradicionales. No es de tal catadura, es otro formulario.
Lewis Carroll es, sin dudas históricas, un matemático raro, acusado de "extremadamente raro", cuasi loco, que creó un mundo con sus narraciones; un planeta, un territorio donde había fauna, flora y seres con la inteligencia de los humanos, pero con otra lógica. Alicia es eso. Si realizásemos la tarea que corresponde -esto es, leer cuanto está incorporando Milei-, se verá que es un mundo, una Argentina, una reformulación de los folkways (como decía Ely Chinoy), del recambio de hábitos, de los usos, modos y costumbres, junto a drásticas resignificaciones del rol del individuo, el Estado, la libertad y el orden, y lo básico: crimen y castigo. Estudiarlo es necesario para anular la ventaja que nos lleva. Para saber qué pasa. Cómo se llegó a este punto. Qué diferencias en la sustancia plantea Milei.
Aún hoy se sigue reformulando la interpretación de las paradojas y los diálogos poco comunes de este "profesor chiflado", advirtiéndose que se corresponden, en todos los casos, con una construcción lógica pero muy alejada del pensamiento pedestre. Carroll arrancó solo su camino. H.G. Wells, Jorge Luis Borges, Howard Lovecraft, G.K. Chesterton, Franz Kafka, James Joyce, Samuel Beckett, el enterísimo Eugène Ionesco y también Alfred Jarry toman y retoman sus ideas. Su tiempo fue, en simplificación, el de 1850-1870. A su manera, Carroll fue un "influencer". Regresar, mirar otra vez a Carroll puede ayudarnos a los argentinos en estos días.
Milei nos lleva ventaja, mueve con las blancas. Nos propone reformular nuestro tiempo, nuestra misión, una teleología diferente. Eso y la lupa con una lámpara iluminando hasta el mínimo recoveco, la más lejana y sombría guarida de la burocracia parásita que encareció y distorsionó el verdadero uso del Estado. Aparece clara una denuncia a la que no atendemos. Quiero cambiar este esqueleto social, su propósito, su razón social y, por tanto, su destino. Aún aquellos que, como quien esto escribe, creen, creemos en la vigencia, la presencia necesaria del Estado en la sociedad debemos admitir que tanta oscuridad, mentira, robo y aprovechamiento permitieron que Milei avanzase. Apesadumbra una certeza: el que participa pertenece.
Lewis Carroll describía un mundo aparentemente enloquecido pero que todos entendimos, acaso con toques de adhesión, comprensión, indulgencia. Un mundo loco donde la claridad de las reglas era su insólito capricho y, también, la inmediata aceptación sin discusión. Allí puede cambiarse el nombre del matemático intranquilo por el del presidente con el 56%, muchísima aceptación que, tal vez por eso, tanto intranquiliza.
"La caza del Snark" es un poema de Carroll leído hace mucho tiempo; un poema asombroso. Su autor confiesa que le vino a la mente, en una suerte de inspiración, una línea de un poema: "porque el snark es un boojum, ya veis" y que esa era la última línea, el final del poema. Y que lo fue construyendo desde el final hacia delante. No conozco el idioma inglés, menos aquel inglés que se escribía del 1874 al 1876, fecha en que fue construido el poema.
El Snark, sostiene, es una acumulación de las palabras serpiente y tiburón: snake y shark. Lo creo. En todo caso lo acepto. Es un invento poético. Vuelta de tuerca: también se llama "Boojum", según sea bueno o malo. El mismo animal, el mismo personaje. Para un mismo cuerpo el Bien y el Mal. Nada es casual. La primera vez que leí el poema me sorprendió el modo de asegurar el absurdo solo por repetirlo.
El poema dice: "¡Excelente lugar para el snark!", exclamó el capitán, a la vez que desembarcaba con sumo cuidado a su tripulación: ensortijando los cabellos de cada marinero en su dedo, les ponía fuera del alcance de las olas. "¡Excelente lugar para el snark!", repitió, como si esta sola frase debiera estimular a la tripulación. "¡Excelente lugar para el snark!, y lo digo por tercera vez. Recordad, todo lo que os diga tres veces es siempre verdad".
Por la simple cuestión de los centímetros de papel se presenta como un texto prosaico, pero en la versión original tiene su división verso a verso, que las traducciones complican. No le quita ni le pone al asombro. Si lo digo tres veces es verdad. No había leído ese argumento para la verdad, la mentira, la ilusión y los hechos hasta visitar Lewis Carroll. Una raíz de "repite y repite que algo quedará", escrita mucho antes que el nazismo resolviese que machacar sobre los hechos falsos, los tornaba reales, verdaderos, la habría formulado el original profesor.
Sobre los años 60 (confieso mi entrada al mundo de la lectura en la década 1950-1960), Jorge Luis Borges escribe en un prólogo: "La obra de Carroll -dice el Uno de nuestras letras- no es menos deleitable y hospitalaria que 'Las mil y una noches', y es asimismo una trama de paradojas de orden lógico y metafísico. (...) A primera vista o en el recuerdo, las aventuras parecen arbitrarias y casi irresponsables: luego comprobamos que encierran el secreto rigor del ajedrez y de la baraja, que asimismo son aventuras de imaginación".
Sin ofensas, solamente asombro, apuntemos una teoría. Los que acompañan la aventura actual de Javier Milei pueden asimilarse a los increíbles personajes que describía Carroll entre quienes salieron a cazar el Snark:
"La tripulación completa abarcaba: un Camarero, para servir en copas el ansia del Snark, un Ropavejero, un Abogado, que de sus disputas sabía, y para evaluar sus bienes –aunque hubiera bastado con un Apuntador de Billar– había un Banquero, contratado con gastos enormes. Había un Castor, por si esto fuera poco; que solía pasear por cubierta, o hacer encaje en el castillo de proa, y que a menudo del naufragio nos salvara sin que nadie jamás supiera el cómo, el cuándo. Uno había célebre por la cantidad de cosas que, al entrar al barco sabía y había olvidado: su paraguas, reloj, anillos y joyas y la ropa, que para el viaje comprara. Tenía cuarenta y dos cajas, todas cuidadosamente empaquetadas y su nombre claramente dibujado en algún lado pero, como omitió mencionar su existencia todo quedó allí, atrás, en la escollera..."
"… Vino como Camarero: pero fue demasiado tarde cuando reveló, (y aquello dejó al pobre Hombre con Campana medio loco), que sólo sabía preparar tartas de bodas, para lo cual, yo os digo no hay siempre material disponible. El último de a bordo merece especial atención, aunque parecía un bastardo zopenco: sólo una idea en su cabeza hubo; pero, siendo aquella 'Snark', el bueno de la Campana lo contrató al minuto. Vino como Carnicero: pero declaró en tono grave, cuando el barco una semana llevaba navegando, que sólo Castores matar podía. El Hombre con Campana lo miró asustado, y tenía incluso miedo de hablar: pero al final explicó, en tono trémulo, que había sólo un Castor a bordo, y que le había enseñado las artes del Castor por cuenta propia, de modo que su muerte le hubiese dolido".
Personajes con experiencia en otras tareas, ninguna en capturar la fantasía de una serpiente/tiburón. Se insiste: nada es casual. Quienes acompañan a Milei no son nuevos en las artes del día a día y todos tienen oficios que no sirven arriba del buque y su destino: cazar un animal imaginario. Podemos suponer que para sus contemporáneos Lewis Carroll estaba más cerca de la locura que del álgebra. Tendríamos que estudiar el DNU y el texto con reminiscencias alberdianas. Estudiar.
Nada nos impide resolver que, ciertamente, Milei pasará a la historia solo por el corpus de un país diferente que en diciembre de 2023 presentó. Lo digo una vez. Con el corpus presentado en diciembre le alcanza a Milei para pasar a la historia. Lo digo otra vez. La historia recogerá que, sobre diciembre de 2023, Milei presentó un corpus de sociedad y que eso es inolvidable, históricamente hablando.
Lo dije tres veces. "Si lo dije tres veces es verdad", dice Lewis Carroll, autor de un poema épico sobre un animal inexistente. También de un país inventado para Alicia, donde no se era totalmente feliz ni absolutamente triste y, además, había un famosísimo espejo.