Al gobierno de Javier Milei lo acusan de pretender concentrar el poder, de gobernar por decreto, de eliminar el Congreso y de unas cuantas otras lindezas por el estilo. En algunos casos lo acusan por lo que hace y en otros por lo que no hace. La síntesis de tantas bravuconadas verbales la expresó con limpia transparencia el director de cine Adolfo Aristarain, quien -luego de acusar a los que no votaron como él considera que había que votar, de zombies, idiotas, imbéciles, cabezas de termo y algunas otras florituras por el estilo-, llamó a una huelga general por tiempo indeterminado para echarlo del poder. Myriam Bregamn es más delicada y, comparada con él, una detestable reformista menchevique y capituladora. En los tiempos del militarismo y los planteos a los presidentes civiles, un general fragotero era mucho más prudente que el director de cine que arruinó las novelas de Manuel Vázquez Montalbán convirtiendo al detective Pepe Carvalho en un sexópata. O sea que la patota farandulera populista ha incorporado a un nuevo vocero. Gerardo Romano, Pablo Echarri, Dady Brieva, Ignacio Copani, no están solos. Concluyo, a modo de cierre, que todas las fogosas imputaciones que los peronistas le hacen al nuevo gobierno por hacer lo que ellos cuando fueron poder hicieron hasta el abuso, por el momento son tan mentirosas como las promesas electorales de Sergio Massa. Se podrá o no estar de acuerdo con el DNU y la Ley Ómnibus -yo estoy bastante en desacuerdo- pero convengamos que los temas se están discutiendo en el Congreso, es decir, la legitimidad republicana, esa legitimidad en la que los peronistas nunca creyeron y ahora están haciendo un curso acelerado para aprenderla, se respeta.
Debo admitir que la conducta del Papa Francisco respecto de sus relaciones diplomáticas con sus paisanos argentinos me provoca una perplejidad rayana con el absurdo. Sinceramente no sé si la conducta de Jorge Bergoglio proviene de su personalidad, de su condición de jesuita, de su investidura papal o de su fe católica. No lo sé. Lo que sí creo saber, a esta altura de los acontecimientos, es que a este papa cuanto peor lo tratan sus respuestas son más afectuosas, conciliadoras y hasta tiernas. ¿Caridad cristiana? ¿Poner la otra mejilla? ¿Astucia jesuítica? Tampoco lo sé. Javier Milei ha dicho de este papa lo que creo que nadie se animó a decir, ni siquiera sus enemigos internos más tenaces que lo odian sin disimulos. Milei no ahorró en contra del papa adjetivos, ojos saltones, tonos de voces. Sin embargo, un oportuno pedido de disculpas y como que aquí no ha pasado nada. Milei está dispuesto dentro de una semana a viajar a Roma para reiterar la invitación al papa a la Argentina y todo autoriza a pensar que Su Santidad recibirá a su conocido vejador y flamante discípulo de la fe judía en una de sus versiones más conservadoras y ortodoxas con los brazos abiertos. Aclaro, como para curarme en salud, que me resultan indiferentes las preferencias religiosas de Milei, pero estimo que en la Basílica de San Pedro no hay demasiado lugar para esa indiferencia, sobre todo si ha estado precedida de insultos procaces y abyectos, añadiendo, como broche de oro, la promesa por parte del maestro del actual presidente (Alberto Benegas Lynch hijo) de romper relaciones con el Vaticano.
No sé si por astucia o por piedad, este papa suele ser conmovedoramente permisivo con sus enemigos más duros. Lo fue con Cristina, a quien recibió acompañada por los chicos de La Cámpora en su finca de Santa Marta, como si fuera una fiesta de cumpleaños o de casamiento. O un acto para conmemorar el aniversario de Evita en alguna bizarra Unidad Básica. Los Kirchner y sus seguidores se llenaron la boca de insultos contra Su Santidad. Lo más liviano que le dijeron en su momento fue jefe de la oposición y entregador y verdugo de sacerdotes, además de conspirar como marranos para que los cardenales no lo eligieran papa. Parece que ninguna de esas palabras y actos alcanzaron para quebrar su temple y su ánimo de perdón. La lista de beneficiados por la gracia divina se extendió a Hebe de Bonafini, quien, como todos recordarán, no tuvo inconvenientes en usar de excusado las escalinatas de la catedral; la señora Milagro Sala, a la que favoreció con un rosario bendito; más una larga lista de burócratas sindicales y políticos, en su inmensa mayoría del mismo signo político, que se vieron beneficiados de una estampita, un rosario o alguna medallita de la virgen. Ahora pareciera que el beneficiado por el soplo del Espíritu Santo será Javier Milei. Adelanto desde ya que la decisión me parece políticamente correcta, otorgando a esta expresión el carácter más estricto y convencional. Me sigo interrogando, de todos modos, acerca de si esta actitud con la iglesia es un signo de su misericordia infinita o una tentadora debilidad ante el populismo. Al respecto, no olvido, me resulta imposible olvidar, las vivaces fogatas con que los peronistas iluminaron el cielo de Buenos Aires con los templos católicos allá por mediados de los años cincuenta. Winston Churchill, que en estos temas era algo impiadoso, dijo de Juan Domingo Perón que se trataba del único militar en el mundo que ordenó quemar la bandera de su patria, y el único católico en el mundo que ordenó quemar las iglesias de su fe. Retórica anglosajona, porque a los pocos años una multitud de curitas culposos comían de la mano del general, la verdadera opción por los pobres, decían, relatando la frase con una sentencia salida de los más refinados laboratorios populistas: "Si nos equivocamos, nos equivocamos con el pueblo…en todos los casos estamos salvados". Equivocar se equivocaron, pero salvar, lo que se dice salvar la vida, varios no se salvaron. Cualquier cosa, averiguar quién o quiénes ordenaron el asesinato del padre Mujica. A título de confidencia, les comento que alguna vez le pregunté al padre Atilio Rosso por qué se había sumado al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. Me dijo que le parecía una propuesta interesante, una manera renovadora de leer el Evangelio, de relacionar a la iglesia con las clases populares y los más humildes, de empezar hacer realidad las enseñanzas del Concilio Vaticano promovido por Juan XXIII y Pablo VI. ¿Y por qué se fue? El cura me miró como para enojarse como lo hacía habitualmente conmigo, pero esta vez prefirió no hacerlo. "Me fui cuando declararon la opción por el peronismo. Fue en ese momento que les dije en un seminario: Hasta aquí llegué…yo de esta me abro o, mejor dicho, me quedo en la iglesia". Esa decisión al padre Atilio le costó que más de un peronista de aquellos años lo calificara de "cura gorila", denominación que él respondía con una de sus célebres y homéricas carcajadas.
Milei ha demostrado en estas ideas una singular galanura. El mismo energúmeno que calificó a Patricia Bullrich de "montonera asesina" y "ponedora de bombas en jardines de infantes", a las pocas horas de las elecciones no tuvo ningún reparo en plantear tabula rasa y aquí no ha pasado nada. Un muchacho pragmático con las palabras y las acusaciones. Hacia el futuro inmediato queda una reconciliación pendiente que, a decir verdad, ya se ha avanzado bastante en esa dirección. Me imagino al actual presidente peregrinando hacia El Calafate para acompañar a la Señora en algún cumpleaños o en algún doloroso aniversario. O a la inversa, a la Señora visitándolo en la Residencia de Olivos con algunos caniches, como le gustaba a la compañera Isabel. No estoy delirando ni poseído por los demonios del mal. Ya nos sorprendió a todos el rendez-vous de sonrisas, palabras tiernas y gestos cariñosos que se prodigaron Javier y Cristina delante de un Alberto fantasmal y una Victoria Villarruel expectante. Nos sigue sorprendiendo que el hombre que prometió dar vuelta una página de la historia, hasta el momento no haya dicho una frase, una palabra, acerca de la corrupción kirchnerista, los juicios contra los kirchneristas y las condenas judiciales a los kirchneristas. En estos temas, el presidente se ha revelado como un insólito político profesional y realista dispuesto a negociar impunidad por gobernabilidad. ¿Será posible? ¿Puede haber un acuerdo entre el peronismo y La Libertad Avanza? No sé si lo harán ni cómo lo harán, pero desde ya advierto que con el peronismo todo es posible, incluso aquello que hoy nos parecería insólito, descabellado o rocambolesco.