El presidente Javier Milei está obligándome a un montón de cosas raras y no me gusta nada lo que pasa (me pasa). Hablé, periodísticamente, algunas veces, con Ricardo López Murphy. Tiene una voz que se vuelve monótona y hay que prestar atención a cuanto dice, porque si uno le pregunta qué día es hoy, López Murphy explica el almanaque hasta llegar a lo cierto: es viernes (por ejemplo). Es medio "vueltero", sí, pero ojo, ese es un modo tan radical de decir que hoy es viernes; es monótono para las notas, para los tiempos periodísticos. No es lo más práctico para una entrevista… pero si López Murphy dice "es viernes", créale: es viernes.
Estoy obligado a defender a López Murphy para defenderme, porque es un llamado de atención que el presidente se enoje con un político que tiene tantos años en ese circuito que va de los gabinetes a las bancas. Es un político profesional al que no han conseguido embarcar en locuras. No lo quiero como "mi candidato", no lo votaría, pero lo respeto y por eso creo que este texto es una obligación.
Es parte del montón de cosas raras que uno debe hacer parado ante este presidente que el voto popular consagró y al que, tal vez, ayudaron los partidarios de López Murphy y, otra vez el tal vez, el mismo político mencionado. Yo no votaría a López Murphy, tampoco a Milei, pero no dormiría tranquilo si no dijese que lo que hace Milei con López Murphy está mal y me obliga a lo dicho: no se merece esa adjetivación. En lo personal tengo un problema: yo también uso bigotes, como López Murphy.
Hace más de cuarenta años que hago programas musicales, probablemente malos o muy malos, los hago desde 1982. Nunca programaría a Lali Espósito, como nunca programé a Valeria Lynch o María Martha Serra Lima. Lo que hace Lali Espósito en un escenario, en una plataforma, lo que canta, lo que escribe, no me interesa. Acepto, porque así es la vida de los humanos, que entusiasme su música, su mensaje. Es tan ancho y ajeno el mundo que podemos convivir. Esa es la palabra. Convivir. Cuando el presidente ataca a Lali Espósito ataca a la convivencia; casi, casi, la vivencia. En el fondo, ataca la vida, porque Lali Espósito está viva por lo que canta y, también, por lo que dice.
Javier Milei me lleva al punto exacto: quiero defender la vida de Lali Espósito pese a que nada de lo que hace en un escenario, en una de sus actuaciones, es lo que yo vería entusiasmado y aplaudiría a rabiar muy emocionado. Pero cuidado: Lali Espósito está viva como actriz popular y así debe seguir. Es una actriz y cantante y así debe seguir, y que un presidente se la tome con ella lleva a un solo punto: Lali Espósito... te banco. Este veterano bigotudo te banca. Metele y seguí siendo libre, que no te achique esto que sucede.
Cuando el señor presidente usa una frase popular que tiene un significado claro en su metáfora "si te gusta el durazno bancate la pelusa", las cosas se complican. "¿Cómo explicarle la metáfora a un niño?: es una forma de denominar algo a través de su parecido con otra cosa. Por ejemplo, un poeta al ver la nubes podría decir: "Son algodones blancos en el cielo". ¡Qué lindo ver las nubes como algodones! ¿No les parece? Wikipedia siempre salva. Eso es metáfora según su primera página sobre el tema. Explicarle el significado a un niño.
Hace años, muchos años, cuando el tema de la sexualidad comenzaba a explotar algunas cosas se hicieron más claras. La relación hombre/hombre o mujer/mujer, así denominados en cuanto a los aparatos reproductores con los que fueron paridos, llevaban a explicar que el encuentro amoroso, fogoso, tenía derivaciones tan reales, verdaderas, como distintas de aquella pacata tradición que la moral almidonada y retorcida enseñaba, sugería, obligaba a ejecutar. Digo retorcida porque en todos los tiempos la sexualidad quería ser libre y libremente se expresaba… a escondidas por siglos.
Luego, más francamente liberada, la frase era –muy clara y gráfica- una explicación sobre la diferente y concluyente forma de ese lenguaje: el sexo. Aclaración: Occidente negaba el Kama-sutra… públicamente. También se usaba para cuestiones más elementales, donde debía entenderse que a una cosa buena, agradable, necesaria, buscada, debían sumársele cuestiones laterales diversas y poco agradables, aunque absolutamente necesarias porque iban la una con la otra. No siempre es así, pero la frase justifica lo uno con lo otro. Masticar el durazno apetitoso implicaba que sobre los labios lo primero que aparecía era esa piel de durazno.
Tal vez burdo, acaso bizarro, el dicho popular existe y si, además, lo usa el presidente para atacar a una persona el asunto, la frase, tiene connotaciones diferentes. Toma un giro que sugiere mala, torvamente sobre el que la usa. Eso está allí, es una cosa rara. ¿Se refiere sólo a ese caso? ¿Es un modo de castigar o ubicar a los demás indicando que con cada cuestión agradable vendrá lo desagradable? ¿Qué hay que aceptar? ¿Debemos entender lo desagradable de una situación como estrictamente necesario porque son inseparables lo lindo de lo feo, el apetitoso durazno de esa piel pelusienta? ¿Así serán los años por venir? ¿Deberíamos aprender a bancarnos la pelusa? ¿Es una nueva forma de conducta que nos sugiere, o sugiere, que estaba y simplemente pone en superficie una realidad? ¿Es esa su versión de la vida?
Cuando un varón se encuentra con otro varón y, francamente atraídos, directamente enamorados por unas horas, un día o una vida y deciden, con la fogosidad necesaria a la sinceridad, hacer del amor, un hecho, un gesto, una acción, la frase adquiere su verdadera dimensión y, periodísticamente, la escucho desde que empecé esta profesión. Indagando supe que existía desde que alguien se unió a otro y las sorpresas son parte del juego y está bien que así sea. Milei tal vez sea un adelantado que aclara el sexo en una sociedad Pos Peste y en esa condición, de pastor, está brindando su sermón, en cada declaración, ante cada hecho. Hay, es evidente, una nueva concepción sobre lo moralmente posible, racionalmente aceptado e imperiosamente necesario.
Milei es sujeto dueño de una moral pública diferente, un raciocinio que existe y se muestra en cada momento de su vida pública (no hay vida privada en ese cargo) como una oferta que obliga a cambiar esquemas elementales de eso, del razonamiento, las vías clásicas para entender, aceptar y aplicar se han alterado y lo absolutamente sustancial, imperiosamente necesario y, por tanto impostergable se define así: Milei es un durazno, deberemos bancarnos las pelusas.
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