En la provincia las elecciones han terminado, queda por definir el plano nacional y dónde irán los votos de Maximiliano Pullaro en octubre y noviembre. Seamos francos con nosotros y con las estadísticas: si alguien se llevase de Santa Fe un millón de votos para su candidatura debería darle un sonoro beso en cada cachete al muchacho de Melincué/Hughes y, de hecho, al pan radicalismo. No creo que siga junto ese millón (¿Dónde iría?) pero esto es Argentina. Todo puede ser y hay sobradas muestras de que todo puede ser posible.
En la ciudad de Rosario el intendente que renovó su mandato es Pablo Lautaro Javkin Guelman. Desde los 15 años incursionó en la política: estudiantil primero, universitaria y radical después, con Lilita Carrió más adelante; después fue aliado y funcionario del socialismo con la intendenta Mónica Fein. Finalmente, luego de concejalías, diputaciones aquí y allá y cargos ejecutivos fue intendente en una reñida elección venciendo a Roberto Sukerman en 2019. Por pocos votos. Por "un pelito".
De 2019 a 2023 tuvo su primer mandato. No fue una buena intendencia. Su discurso en las elecciones generales del 10 de septiembre pasado recicló el mecanismo conocido: "Rosario es una víctima, soy intendente de Rosario, soy la más dolorosa víctima". Un extraño silogismo que, convengamos, no es nuevo. Durante los años que el socialismo no fue gobierno provincial fue el argumento básico para pedir en Nación y Provincia. Javkin las reprodujo, su campaña local avisaba lo que haría desde 2023 en adelante.
Prometer es confesar que no está hecho aquello que, justamente, se promete. Y la victimización es un fenómeno que conmueve. La premisa mayor de tal argumentación está en vigencia. Será usada contra quien sea, Pullaro en la gobernación y quien resultase electo presidente. Javkin no esconde su estilo. Está en su genética política "descargar la culpa". Que sea una costumbre general de los políticos argentinos, en las discusiones sobre los yerros en la gestión, no le quita torcedura.
En las elecciones internas del 16 de julio pasado Javkin le ganó por poco margen, por "un pelito", a Miguel Ángel Tessandori, con la ayuda de otras candidaturas que diluyeron lo cierto: no era el más querido, ni el que se convirtiese en primera selección. Reunió menos de 100.000 votos. Sólo el 20% de los rosarinos lo votó ese día.
Cuando, en los discursos posteriores al 10 de septiembre, agradece al concejal Carlos Cardozo (Charlie) también candidato en esa interna, agradece una generosa dispersión de votos. Tessandori era el candidato de Pullaro y Javkin de la señorita Losada. En las elecciones generales lo dicho: poco más del 50% uno, poco menos del 49% el otro. Ni Juan Monteverde tiene esos votos propios ni son esos los votos "reales" de Javkin. Otra vez, "un pelito". Diferencia de Javkin con Monteverde: 16.195 votos.
El caso Monteverde es singular. No quisieron votar a Sukerman los peronistas, votaron a Monteverde que no lo fue, no lo es, no lo será. Afinando el voto el mapeo ciudadano indica una clase media del centro que desconfió del muchachito y eligió lo conocido. Puestos en plan de uno u otro en las elecciones del 10 de septiembre el asunto resultó más que claro: el perdedor demasiado votos y el ganador demasiado justo.
Eso tiene el voto popular: define. El pueblo de Rosario decidió: "vamos con Javkin". Y está bien que así sea. Es la continuidad de Fein, Pablo es el que no quitó puestos en la nómina al socialismo ni denunció sus yerros, algo fácil de explicar ya que fue secretario de Mónica, de quien recibió el cargo. Cuando Hermes Binner llegó a la gobernación la victimización de Rosario perpetrada por los "victimarios" gobiernos provinciales peronistas se terminó.
Binner hizo como gobernador un cambio muy determinante: el Banco Municipal de Rosario comenzó a recibir los depósitos de causas en tratamiento en el Poder Judicial. Los "depósitos judiciales" cambian el aire del Banco Municipal, por derivación también de la ciudad. Una creación del Concejo Deliberante que fue yendo de pignoraticio a Créditos y Préstamos. Con respirador artificial hasta esa decisión de Binner. El Nuevo Banco Santa Fe no se enoja, le renuevan el contrato para la "cuenta tomadora" de la provincia sin problemas. Cada cual con su boleto.
No fue la única decisión con peso específico determinante. Ministerio de Trabajo y de Innovación y Cultura. Y la más pesada, sin dudas, entrega a terceros un tema que desconoce: el Dr. Superti resuelve el cómo, dónde y cuándo de la Reforma Judicial. No hay que olvidar un hecho, queda "liberada" la policía provincial. La tercerización, en los hechos fue eso, la tercerización del manejo es el diferencial entre Rossúa y la vigilancia versus Binner y la prescindencia. El huevo de la serpiente está ahí. No hay que buscar más lejos.
Santa Fe provincia no es la misma desde aquel punto de cruce. Hay otra cuestión que, me permito insistir, vengo planteando desde 1985 en un libro que, en su momento, no pude reeditar: "Sexo y Peronismo". Allí hablaba de la "Guerra de Secesión". Víctor Reviglio, Carlos Reutemann, Jorge Obeid, otra vez Reutemann y Obeid, nuevamente, suman veinte años de gobernadores con domicilio electoral en Santa Fe. La asunción de Binner, Antonio Bonfatti y luego Miguel Lifschitz dio doce años seguidos de eje "rosarigasino".
Hay claramente dos geografías, dos paisajes, dos modos de entender la tierra y su producción. Baste decir que la ciudad Santa Fe tiene fundadores y re fundadores y familias patricias, sellos y burocracia desde poco más allá del año 1500 o, para no discutir, desde el 1600 del calendario cristiano y Rosario no tiene acta de fundación, familias originales, un fundador y es, claramente, la patria del inmigrante así como Santa Fe es aquella de donde vino la civilización europea, ya que desde ese punto fuimos Colonia, Organización Nacional, Constitución y leyes.
Podría definirse como La Patria de la Colonización Española y La Patria del Inmigrante. Aún hoy esto aparece y ese río, el Salado, divide antes que reunir. Es una marca antes que un abrazo. La cultura, la transculturación, la instrucción sistemática y cómo, a su través, se articula una sociedad está en llaga viva en la tercera década del siglo XXI. Aflige (me aflige) perder el pasado, derivar en un frenético presente y advertir atomizado el porvenir. Santa Fe debe unirse y no es sencillo.
Charlando con un importante pensador (y ejecutor) de políticas públicas, el profesor Darío Maiorana, este me decía que "la cultura" es un artificio, es artificial, que el hombre la pone y repone para transmitir el conocimiento, la dominación, la extensión hacia el mañana de lo que tiene, de cuanto recibió y cuanto quiere extender pero que han sufrido, estos principios básicos, un verdadero terremoto por dos razones. Ya no se resuelve del mismo modo el artificio: esto sé, esto construyo, esto transmito y el "ruido" aparece porque el entrecruzamiento ha sido mucho, el descuido del hábitat terrible y la dispersión infinita.
No recibimos el pasado para partir desde el último mojón. Temo haber entendido malamente al profesor Maiorana pero me siento cercano a una luz que sus dichos abrieron y es una pregunta: ¿Sostenemos en San ta Fe el hecho cultural, el que consolida civilizaciones, las mantiene y que, la mismísima historia enseña, cuando se abandona o distorsiona desmiembra, deslíe, atomiza las culturas hasta convertirlas en un capítulo del ayer universal?. Sí. No.
Javkin en una ciudad, Pullaro en una provincia, los tres referentes nacionales donde -caramba- es difícil referenciarse con la mirada en octubre y el porvenir, la clara desaparición del peronismo (¿Quién, dónde, cuándo, cómo, por qué se refundará?), al que ni candidatos le quedan y por eso mismo marcha hacia una segura reformulación (no hay centro-izquierda en el país ni en la provincia, obviamente) con otros nombres y otras esperanzas para con la sociedad dan una cruel fotografía, es la medida del alcance de una malformación que asusta.
¿Javkin/Pullaro o Javkin versus Pullaro? Estos referentes del mandato popular (el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes, etc) tienen un alto mandato. Altísimo. Darle sentido a la sobrevida de la cultura de la colonización y del inmigrante, de la fusión, del destino común. Claro que también la economía, la seguridad, el traspaso del sujeto artificial que nos define: los factos culturales.
¿Cómo es el mecanismo para refuncionalizar el "hecho cultural" que nos marcará? Pullaro y Javkin deben dar señales. No es el ayer de "Chiqui" González, más que claro está, la salida aparentaría algo más pensado y predecible que la impronta de una creadora personalísima. Si no sucede, si no comienza a producirse, estaremos ante un problema: no está más el peronismo para cargarle las culpas de la disolución de la palabra y el compromiso de trasladarla hasta mañana.
Javkin para reformular una ciudad donde ya no puede ejercer de víctima y Pullaro para construir un patrimonio cultural que sobreviva a las pestes y el tik-tok. O mejor: que se meta en ellos, esa es la deuda que les entregó el voto, donde no importa que se haya ganado por "un pelito" y que el río Salado divida aguas donde se refugian las excusas para quitar potencia al destino común, tan atrasado, tan atrasado. Entonces, para despedirme -por ahora- copio a Jean Paul Sartre malamente: no es lo que nos dejaron, es qué hacemos con lo que nos dejaron.