Recientemente fue publicado un nuevo libro a propósito de la inagotable obra de Jorge Luis Borges: "Borges y el Derecho" (Siglo XXI), de Leandro Pitlevnik. El autor es doctor en Derecho, profesor regular de la Facultad de Derecho de la UBA y director académico del Centro de Estudios de Ejecución Penal de la misma casa altos de estudios. Con anterioridad publicó las novelas "Una vida con sombrero", "Los murciélagos" y "Los peces".
El Ateneo Jorge Luis Borges de Santa Fe (Ateneo JLB), que inició sus actividades en el pasado mes de abril y que impulsan conjuntamente la Fundación Galisteo, la revista Sures y la Librería Ferrovía, invitó a Pitlevnik a disertar el viernes 27 de junio, a partir de las 20, en el espacio ubicado en San Jerónimo 1745. Los cupos son limitados. Los interesados pueden escribir a [email protected]. Lo que sigue es un diálogo con el autor:
- ¿Por qué un jurista se acerca al mundo borgeano?
- En verdad uno podría responder, con otra pregunta: ¿Por qué no? La literatura de ficción, la poesía, el teatro, son consumidos por maestras, abogados, médicos, obreros. El mundo de la literatura está ahí para que podamos transportarnos hacia donde nos dé el cuero o meternos para adentro, sin importar nuestro oficio o profesión. Los mundos de Borges tienen una construcción y una estética tan particular que hasta parece difícil no haberse asomado. En mi caso, más bien me zambullí en cuentos, en las bibliotecas, las loterías, los jardines, las traiciones y lealtades a las que recurre para contar al mundo y que reflejan algo del modo en que establecemos reglas para gestionar lo mejor posible nuestra convivencia.
- ¿Hay en la literatura de Borges una dimensión que se relaciona con el derecho?
- Desde mi perspectiva sí. Por un lado, están las ficciones en las que se despliegan sociedades distópicas donde el azar o la imposibilidad de conocer la realidad asfixian a sus habitantes y que nos permiten pensar matrices más pequeñas que también reconocemos en nuestra propia comunidad. Saturadas por el exceso de racionalidad o por la imposibilidad de ser entendidas representan de algún modo algunos de los miedos que no tan inusualmente percibimos en la vida cotidiana. Por otro lado, el modo en que víctima y victimario se confunden, las nociones de traición y lealtad en muchas de sus ficciones o la construcción detallada de un cuento policial son, en definitiva, escenarios que bien pueden ser atravesados por el sistema de justicia o las regulaciones que para casos específicos nos damos con la intención de que nos mejoran como sociedad.
- ¿Borges posibilita a las personas de derecho una visión diferente?
- Borges señalaba la instancia creadora de la lectura. Es quien lee el que provee de un sentido particular a aquello que lee. La idea es maravillosa y al mismo tiempo no es absoluta, porque de serlo eliminaría todo valor al texto escrito; pero es evidente que siempre depende de la persona que lee. En el caso de la prosa narrativa de Borges, en mi criterio, hay una riqueza o, siguiendo con el concepto de leer, hay una fuente dispuesta para el lector, un trampolín hábil para ir más allá de la letra escrita, lo que con facilidad posibilita miradas diferentes. En ese sentido, en lo que hace al derecho, que a veces parece tan formalmente construido, tan ajeno, entiendo que contiene otras miradas, más ricas, más provechosas.
Mirá tambiénEl Ateneo Jorge Luis Borges tuvo su apertura en la ciudad de Santa FeEl sentido que tuvo mi tesis y que intenté que el libro reflejara, no es el de sacar conclusiones a partir de Borges o de intentar ser la voz autorizada de un supuesto mensaje verdadero de sus libros, sino más bien, de que la lectura enriquezca el proceso mediante al cual pensamos nuestro universo y sus reglas. Unas de las conversaciones que más me dieron satisfacción después de editado "Borges y el Derecho", son las que tuve con profesionales a quienes admiro y me refirieron que su lectura les permitió pensar de manera el modo en que alegaban en un juicio o, en otro caso, que le recordó ciertas lecturas iniciales, la profundidad con la que a partir de una lectura de Kafka hace décadas esa persona había encontrado su vocación por la defensa pública. Me refiero a que el libro trajo las huellas que la propia lectura de otra ficción había llevado a alguien a encontrarse con una vocación de defensa por los más vulnerables frente al sistema de justicia penal.
- ¿Cuál ha sido su relación con Borges?
Aunque la edad me habría permitido conocerlo, nunca lo ví. No asistí a sus conferencias. Quizás de chico pude haber visto una entrevista en televisión, o repetir ese mito tan argentino de la injusticia con la que la academia sueca le negó el Nobel que, decimos, merecía más que ninguno. Como Piglia le hace decir a un personaje de Respiración Artificial (y yo reproduzco como acápite del libro), imaginar que Borges no existe es como fingir que el Rio de la Plata tampoco y que podemos ir caminando a Uruguay. La relación con Borges es la de un imán que atrae discusiones, que parece volverse ineludible cuando abordamos discusiones literarias y muchas otras que exceden lo literario.
- ¿Qué nos puede decir de la génesis de su libro "Borges y el Derecho" y de su recorrido?
- Después de trabajar mucho sus cuentos, de pensar problemas jurídicos a través de sus ficciones (Jaime Malamud Goti, Martín Farrell, Martín Bohmer, son algunos de los juristas con quienes tuve la fortuna de coincidir, debatir, dar clases o asistir a seminarios), la posibilidad de que se convirtiera en el tema de mi tesis doctoral se volvió una consecuencia natural. Un amigo prendió la chispa hace varios años cuando me preguntó por qué no unía definitivamente ambos mundos en una tesis doctoral y el proceso se puso definitivamente en marcha. Tuve la posibilidad de viajar a Pittsburgh donde funciona el Borges Center dirigido por ese enorme y generoso intelectual que es Daniel Balderston, estudié y participé allí de seminarios.
Las bibliotecas dedicadas a Borges son casi una reproducción de su cíclica biblioteca de Babel, hay de todo para todos, de manera que no hice más que leer sus textos y leer lo que muchas y muchos académicos decían sobre ellos. Cierta crítica literaria que admiro (Sarlo, Barrenechea, Piglia, Ludmer, Molloy, el mismo Balderston), trabaja muchas veces en un espacio que, creo, me es limítrofe: la idea de Estado, las representaciones, las lecturas de Borges sobre el pasado argentino, sobre el nazismo o el peronismo. Quizás mi casillero en ese universo en el que no estoy pretendiendo compararme, más bien arrimar un punto de vista, sea el de unir los puntos que desde la perspectiva más acotada al derecho arman otras constelaciones.
-¿Cuál es el texto borgiano que considera más cercano a las problemáticas del derecho?
- Cuando acudimos tanto a una obra nos pasa como en lo cotidiano con los personajes de una serie que no podemos dejar de ver. Nuestras preferencias varían según la época. Lo mismo que desde chicos, creo, nos ocurre con Mafalda. Durante un tiempo nos divierte más Susanita, después Manolito, después Libertad o volvemos a Mafalda como favorita. Quizás sea consecuencia de lo que mencionábamos antes, en cuanto al factor creativo de cada uno en el acto de la lectura. Diría que uno de los que más presentes tengo en estos días es "Los Teólogos". En él aparecen la atribución de verdad, la denuncia, la traición, el castigo, la culpa, el ejercicio de juzgar. Durante mucho tiempo me centré en "Pierre Menard, autor del Quijote", por su representación del modo en que leemos un texto y las reflexiones que a partir de él abren la puerta a las diferentes interpretaciones de los textos legales.
- ¿Por qué un abogado debería leer a Borges?
- Volvemos al principio… ¿Por qué no? Quizás la palabra "deber" sea un poco fuerte, pero en ese tren, creo que todos deberíamos permitirnos darnos una chance con sus textos. Porque hacen bien, solo por eso.
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