Una de las visitas de Jorge Luis Borges a la ciudad de Santa Fe (no la primera) sucedió en 1965, cuando fue invitado a dar unas clases sobre la literatura gauchesca por un maestrillo de 28 años que aún no se había ordenado sacerdote y estaba destinado en el Colegio de la Inmaculada Concepción cumpliendo labores pedagógicas. Nos referimos, claro, a Jorge Mario Bergoglio.
Cincuenta años después de esa visita de Borges, en 2015, organizamos en dicho colegio una serie de disertaciones junto a María Kodama, bajo el título "Borges y el misterio", en las que se recordó la invitación de Bergoglio y el encuentro con los estudiantes que permitió aquella visita. Luego, en el marco de la Cátedra Derecho y Literatura, invitamos a otras personalidades de la cultura, como el poeta granadino Luis García Montero, quien tuvo un encuentro con María Kodama donde se produjo un diálogo sobre la relación de Borges y Federico García Lorca.
Los alumnos que estuvieron con Borges en 1965 escribieron ese año unos cuentos que fueron seleccionados por Bergoglio para conformar el libro "Cuentos originales", que finalmente contó con un prólogo de Borges. Este libro fue publicado por la editorial santafesina Castellví. En el prólogo, Borges alude a la hospitalidad espontánea del alma de los estudiantes de quinto año y afirma que el libro trascendió su propósito pedagógico para llegar íntimamente a la literatura.
Dirigiendo el Departamento de Letras del colegio, responsable de esa actividad, se encontraba Bergoglio. Se lee en la ficha de 1965 del archivo del colegio las funciones que tenía: "P. Jorge Bergoglio: sub-prefecto general del colegio, profesor de literatura en 5to año, sub-director de la academia de literatura y declamación. Bibliotecario".
Jorge Milia, uno de los estudiantes que estuvo con Borges en ese encuentro, cuenta en la introducción a una nueva edición de los cuentos que tienen el prólogo del escritor lo siguiente: "Los cuentos originales fueron el resultado de un trabajo creativo realizado en la premisa de que 'todo es posible si media la determinación y compromiso constante con la labor a realizar'. Fue afán de Borges imaginarlos como un libro y determinación del colegio de la Inmaculada Concepción hacerlo realidad".
Por la dimensión de la figura de Borges, el prólogo que escribió para esos cuentos de estudiantes secundarios adquirió un peso que sobrepasaba al propio libro; ese hecho explica que algunos hablaran de "un prólogo con libro".
La atmósfera que generó aquella visita de Borges se puede reconstruir escuchando los diferentes testimonios. Borges, que ya era el Borges mito de la literatura nacional, director de la Biblioteca Nacional, candidato al Nobel, llegó a Santa Fe en ómnibus, y descendió en la antigua terminal de la calle Mendoza, frente al correo.
Si indagamos el "Borges" de Adolfo Bioy Casares, donde tenemos los registros de las conversaciones de ambos durante cuarenta años, hay una entrada antes de que Borges viajara a Santa Fe que aporta algunos detalles. Me refiero a la entrada del miércoles 25 de agosto de 1965. Escribe Bioy ese día en su diario:
Mirá tambiénNorah Borges en el Museo Rosa Galisteo"Mañana, un poco asustado, viaja a Santa Fe. Cinco horas de soledad en el tren; cambio de trenes en el Rosario con la improbable ayuda de la gente de la cultural inglesa; tres horas más de viaje y, en Santa Fe, soledad en el hotel. Después de dos días allá, el trayecto inverso. La madre, que iba a acompañarlo, por enfermedad se ve impedida. Borges tiene que resolver infinidad de dificultades; manejo de boletos, cédula de identidad, dinero, vestirse, arreglar la valija. Dice: yo veo cada día menos".
Hay que enfatizar que cuando fue a la Inmaculada, en 1965, Borges ya era muy conocido, una celebridad de la literatura. En cambio, Bergoglio tenía solo 28 años. Tal era la fama de Borges que el colegio tuvo una disputa con la Universidad Católica. Venía Borges a Santa Fe, pero a un colegio secundario. Finalmente, como consecuencia de las gestiones de las autoridades eclesiásticas locales, se invitó a los estudiantes universitarios al colegio de la Inmaculada.
Jorge Raúl Milia, a quien se mencionó como uno de los alumnos presente en las charlas de Borges, es autor de un libro, "De la edad feliz" (2006), donde en un breve capítulo relata la repercusión y percepción que había en la ciudad de esta visita de Borges: "Que Borges fuese a Santa Fe a dar clases de literatura gauchesca a unos cuantos estudiantes secundarios era considerado como hacer tocar cumpleaños feliz a la filarmónica de Berlín en una fiesta infantil". El capítulo de este libro que recupera la visita de Borges se titula "Georgie, compañero de banco".
En este capítulo se reproducen diálogos de aquel entonces: "Así fue también que nos enteramos por Jorge Mario Bergoglio (…) que nos iba a visitar. Viene Borges -dije en casa- ¿Borges a Santa Fe?, me preguntó incrédulo mi viejo. -Sí, al colegio, parece que viene a darnos unas clases sobre literatura gauchesca -le contesté (…) -¿Clases a ustedes? ¿Pero vos decís Jorge Luis Borges? (…) Llegó Borges, vino de Buenos Aires por TATA o por la Internacional. Bergoglio lo buscó de la vieja estación de ómnibus sobre la calle Mendoza frente al correo. (…) Desde otro punto de vista supongo que para él debió tener mucho de aventura…ir al interior… solo… habrá soñado que el ómnibus era casi como la calesa aquella en que el general Quiroga va en coche al muere… La noticia de la llegada no tardó en conocerse. (…) Por algo muchos no lo querían creer. Hasta que fue un hecho irrefutable… el cardenal Fassolino debió pedir un favor a los jesuitas y finalmente los universitarios accedieron a Borges. Borges arribó a la Academia de literatura en lo que era el aula Patricio Cullen".
Podemos agregar como detalle a esta descripción de la visita de Borges que, por su parte, Gustavo Riso Patrón, otro de los estudiantes de la Inmaculada de aquella época, nos contó que llevó a Borges y a Bergoglio a pasear por la ciudad en un Peugeot 404 de su padre. El libro de Milia tiene un prólogo de Bergoglio en el que se recuerda la conmemoración del cuadragésimo aniversario de egresados.
Escribe Bergoglio en ese prólogo: "A todos ellos los conocí a los 16 o 17 años. Fueron alumnos en literatura y psicología de 4to y 5to año de bachillerato (…) como ejercicio literario les pedía que escribieran cuentos. Me impresionó su capacidad narrativa. De los cuentos escritos seleccioné algunos y los escuchó Borges. Él también quedó impactado y alentó la publicación, además quiso prologarla".
En su prólogo, justamente, Borges profetiza el futuro de los estudiantes con la generosidad y cortesía que demanda el género literario prólogo. Después pasó el tiempo, que desdibuja las cosas o las reduce a su fragancia, y en el recuerdo la colección de cuentos reunidos quedó identificada como "el libro del prólogo de Borges", como algunos lo pedían en las librerías de la ciudad. Invirtiendo los elementos, esa visita de Borges nos dejó un prólogo con libro.
(*) En una segunda nota sobre Jorge Luis Borges en Santa Fe desarrollaremos su primera visita a esta ciudad, que contó con una disertación en el Museo Rosa Galisteo, la que vamos a conmemorar el próximo 29 de agosto, con un acto y una exposición de los cuadros de su hermana, Norah Borges.
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