Miércoles 13.11.2024
/Última actualización 22:08
La Junta Provincial de Estudios Históricos, a partir de los trabajos de muchos de sus miembros, ha sostenido la premisa que titula este artículo, porque considera el valor de la memoria histórica, ya que esta última -que en ningún caso alude a un feriado- afianza la identidad provincial. Al momento de formalizar la fundación, consecuente con la legislación dictada para las Indias, que se sustentaba en la experiencia romana de construcción del imperio, establecía principios ineludibles: darle nombre, Santa Fe; una traza; fijarle una jurisdicción territorial y crear un Cabildo que sería el responsable de ese espacio geográfico.
La jurisdicción fundacional santafesina
La jurisdicción se establece en el Acta Fundacional y los límites se miden a partir del rollo de la justicia, emplazado en la plaza principal de la planta urbana, que para las ciudades ribereñas no estaba en el centro sino a dos manzanas del río. Dijo Juan de Garay, dando mandobles con su espada:
"(…) Fundo y asiento y nombro esta ciudad de Santa Fe en esta provincia de Calchines y Mocoretaes… nombro y señalo por jurisdicción de esta ciudad por la parte del camino del Paraguay hasta el cabo de los anegadizos y ríos chicos (al norte 28 ° de latitud, en el conocido Paraná Miní o Paraná chico, actual Corrientes, en ese punto existió un promontorio llamado cabo); y por el río abajo camino de Buenos Aires, veinticinco leguas más abajo de Santi Spiritus (al sur hasta las actuales Baradero/Pergamino) y hacia las partes del Tucumán cincuenta leguas de la tierra adentro desde las barrancas de este río (al oeste incluía territorios que hoy forman parte de Santiago del Estero y Córdoba) y de la otra parte del Paraná otras cincuenta leguas (al este incluía el río Uruguay alcanzando zonas que pertenecen a Brasil y a Uruguay)".
El Cabildo, que fue creado en la misma ceremonia, siempre cumpliendo la legislación indiana, era la autoridad fundamental con funciones en todos los órdenes del gobierno: justicia, policía, hacienda, abastecimiento, organización del territorio creando poblados, venta y reparto de tierras, que eran ejercidas en toda la jurisdicción. Interesa especialmente señalar que la Corona española dispuso los avances expedicionarios para establecer ciudades para la ocupación territorial y a los cabildos le asignó la tarea de organizarlos. En los documentos generados por el Cabildo -que en el caso de Santa Fe es una fuente preservada casi integralmente-, son el medio para conocer la economía y la sociedad locales.
La autonomía de los Cabildos, en especial durante los monarcas de la dinastía Austria, que, en nuestro territorio, dadas las distancias entre las ciudades cabeceras, se mantuvo aún con los borbones determinó que fueran la génesis de la forma de gobiernos que se adoptó luego de la emancipación: las provincias, e incluso el perfil federal de las litorales.
Ocupación territorial desde el Cabildo santafesino (siglos XVI a XIX)
Una de las primeras formas de ocupación territorial fue el reparto de tierras para estancias para la producción de ganado vacuno. En algunas de ellas se formaron poblados con sus capillas, surgiendo así las villas de San José del Rincón, Coronda, Rosario y La Bajada. Las reducciones de indios fueron otra forma de generar poblados.
Las primeras que se establecieron desaparecieron por diferentes cuestiones, tales como la cesión de aborígenes a las encomiendas en las cuales eran mano de obra al servicio de los españoles y criollos; otra variante fue la huida de los aborígenes reducidos por no aceptar el sedentarismo. La que sobrevivió en el tiempo fue la Reducción Jesuita San Javier, de mocobíes, que fue conducida exitosamente por el padre Florián Paucke hasta que debió abandonarla por la expulsión de la Compañía.
Los fuertes, instalados sobre la frontera entre los territorios ocupados por los criollos y las tierras que eran aun hábitat aborigen, fueron una tercera forma de asiento de pobladores. Sobre los límites noroeste, norte y sur fueron levantados principalmente en el siglo XVIII, si bien su asentamiento no fue permanente ya que las fronteras se movían según los avances y retrocesos que generaba la relación con los aborígenes.
Allí adonde se situaron pervivió el topónimo y algunos pobladores, convirtiéndose en el origen de pueblos modernos. A modo de ejemplo se recuerdan, en el sur, los fortines Melincué, India Muerta y Guardia de la Esquina, entre otros. Y en el norte, algunos de estos referentes poblacionales fueron los fortines San Javier, Belgrano, Arroyo del Rey (Reconquista) y Tostado.
En todos los casos, estas variantes pobladoras fueron concretadas por criollos que salían de la ciudad hacia el nuevo asiento. Y Santa Fe vivía así un desgrane permanente de sus habitantes, llegando al riesgo de desaparecer al comienzo del siglo XVIII. Se sumaban la agresión virulenta de los indios y la decadencia comercial por la competencia desleal de ciudades o villas que le eran deudoras.
Constitución de la Provincia de Santa Fe
En 1815 el pueblo santafesino resuelve constituirse en provincia, elige su gobernador: Francisco Antonio Candioti y adhiere a la Causa de los Pueblos libres que conducía José Artigas. Santa Fe para esta fecha ha visto recortado sus límites jurisdiccionales originarios por diferentes medios, avances de otros Cabildos más cercanos, medidas del Virrey Vértiz creando un Cabildo en Concepción que amplía sus límites y dio lugar a que se iniciara la que luego sería la provincia de Entre Ríos.
El gran cambio en la ocupación del territorio nació también en la ciudad capital, con la Constitución de 1853, cuando, impulsado por el estado provincial se inauguró el proceso colonizador con el contrato firmado por el gobernador Domingo Crespo con Aarón Castellanos, para traer colonos a tierras que le concesionó el estado en el oeste de la ciudad capital: Esperanza, que inicia su vida en 1855.
Se desarrolló entonces una verdadera revolución pobladora que tuvo diferentes perfiles: asentamientos espontáneos o colonias privadas por venta de concesiones o arrendamiento, las que fueron ocupando la totalidad centro sur del territorio; el ferrocarril fue otro motor del proceso. Todo el cambio se gestó apoyado por legislación provincial innovadora, que se adelantó a la nacional y con cuyas previsiones marcó lineamientos auténticamente progresistas: cada colonia tuvo su escuela, su iglesia y su sistema de gobierno local. Fue un fenómeno de ocupación que estuvo asociado a la gran transformación productiva, exportadora y de la infraestructura, entre otras.
De los seis pueblos censados en 1869 se había llegado a 112 en el censo de 1895. En ese mismo año la provincia contaba con 397.188 habitantes, de los cuales 200.919 eran rurales. Las razones expresadas justifican plenamente que consideremos que la fundación de la ciudad es el origen de toda la provincia y de cada una de sus ciudades y pueblos y que reclamemos por la preservación de esa memoria.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.