Por Jorge Bello
Por Jorge Bello
Con una argentina como máxima responsable, Naciones Unidas ha hecho público un informe (*) sobre la mala situación de los niños en zonas de conflicto. Y entonces me pregunto si en Argentina hay zonas que puedan considerarse como de conflicto.
El informe hace, además, el seguimiento de seis violaciones muy graves a los derechos de los niños, y constata que la situación, en efecto, ha empeorado para ellos. Y por tanto para todos. Esas violaciones son: 1) muerte o mutilación de niños; 2) niños reclutados como soldados; 3) violencia sexual contra niños y niñas; 4) robo, rapto, compra o desaparición de niños; 5) ataques contra escuelas y hospitales; 6) negación sistemática de atención en salud y de ayuda humanitaria a la población infantil.
Como puede verse, se trata de atrocidades, y también puede verse que no son tan lejanas como podría parecer a simple vista. Refiere a niños en zonas de conflicto como Colombia, Gaza, Yemen o Etiopía, pero es evidente que mucho más cerca hay otras zonas de conflicto donde bandas armadas se mueven con libertad y aplican, a propios y ajenos, unas reglas violentas que afectan también a los chicos del vecindario.
El informe es demoledor, tanto como la realidad que refleja. Y hay que preguntarse si en la provincia de Santa Fe hay zonas conflictivas donde los niños son testigos o incluso víctimas de actos de violencia, sea contra ellos, sea contra quienes de ellos se ocupan.
Al ver que empeora la situación de la infancia en áreas de conflicto, el informe, de 100 páginas, insiste una vez más en que la protección infantil es un tema prioritario, y es cosa de todos. Y que las autoridades en primer lugar, pero también otros agentes, deben trabajar de manera efectiva para ofrecerles, a estos niños y jóvenes, una perspectiva mejor.
Y es en este contexto, en estos contextos conflictivos donde la escuela vuelve a tener un papel que va mucho más allá de su función educativa. La escuela es protectora y le brinda cobijo a sus alumnos. Pero no se entiende, por ejemplo, por qué el patio escolar permanece cerrado durante los días feriados si allí los niños de ciertos hogares estarían más seguros que en casa, y aún más seguros que en la calle.
En el patio se enseñan y se aprenden unos valores que son necesarios tanto para el alumno como para sus familiares en casa. De esto no habla el citado informe, sino que es un tema de sentido común que se desprende de la realidad, al comprobar que se trata de una realidad conflictiva.
Entonces me pregunto si en la ciudad de Santa Fe hay zonas donde los chicos necesitan una protección especial, para que no sean ni testigos ni víctimas de violencia. Quien hoy es testigo de violencia, es probable que mañana sea violento. Es el círculo vicioso de la pobreza y la violencia.
Presentado en enero de este año, el informe no parece haber despertado mucho interés en los medios locales. En cambio, una prestigiosa revista médica dedicada a la infancia y la adolescencia (**) sí que se hace eco de este informe, y comenta, entre otras cosas, cómo ciertos grupos armados, en Colombia, reclutan niños y adolescentes para su propio provecho. A los mayores los reclutan como niños soldados, y a los menores los mandan a deambular por las calles pidiendo dinero y comida, y caramelos. Hay que pensar si por aquí no pasa cosa parecida.
Quien recibió el encargo del informe fue una argentina, Virginia Gamba, nacida en la provincia de Buenos Aires en 1954. Tiene una extensa trayectoria en defensa de los derechos humanos, la paz, la seguridad y el desarme, en Argentina, en Siria y en otros países.
Para liderar la elaboración y luego la presentación pública de este informe, esta señora fue nombrada expresamente por el Secretario General de las Naciones Unidas, en 2017. Debemos estar orgullosos, y entender que sí, que hay otra forma de hacer las cosas, una manera diferente y más efectiva, que piensa sobre todo en los más vulnerables, niños y jóvenes, para ofrecerles un presente, y por tanto un futuro mejor.
Para este informe trabajó con un equipo numeroso de personas procedentes de varios países, entre ellos Argentina. Sólo se basaron en información confirmada. Esto último quiere decir que la situación podría ser peor, con toda probabilidad, porque ya se sabe que, por temor a más violencia, no se denuncian, y entonces no se investigan, tal vez la mayoría de casos de violencia contra niños y jóvenes, ni allá ni acá.
(*) "Study on the evolution of the children and armed conflict mandate 1996-2021", United Nations, 01/2022.
(**) "Children and armed conflict", The Lancet Child & Adolescent, 05/2022.