"Todas las cosas están sujetas a interpretación, la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad". Friedich Nietzsche
"Todas las cosas están sujetas a interpretación, la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad". Friedich Nietzsche
El primer día del mes de la primavera, septiembre, comenzó como cualquier otro día de nuestra bendita tierra argenta. Un problema acá, un aumento allá y allá, un corte de calle por aquí, por aquel otro lugar una manifestación, en aquella zona una queja generalizada; y desde la TV, la lógica alocución, siempre teledirigida, con mensajes y noticias que un puñado de horas más tarde, serían definidas como mensajes de odio. La lucha de siempre, los dimes y diretes, las acusaciones, las "Fake´s", los monigotes de siempre, la Argentina de la grieta ¡bah!
Parece que fue hace años, pero no, pasaron apenas 30 días del hecho que conmovió a propios y a extraños, a pros y antis; a nacionales e internacionales. Estoy escribiendo sobre el intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. La información fue confusa, como confuso fue el episodio, al menos al principio; una serie de hechos fortuitos le quitaron la magnitud de lo que se estaba viviendo, y viendo, las versiones se superponían según el lente por donde se miraba, por la subjetividad de los actores, y por la intención de las voces que comunicaban. Fueron apenas una quincena de minutos en donde nadie sabía nada, pero todos explicaban todo. Fueron una quincena de minutos que sumaban opiniones de un lado y del otro, tan afectos a las teorías conspirativas, bien de la escuela de afectos de novelas a lo Dan Brown. Exégetas de la palabra, especialistas del comportamiento corporal, expertos en armas de guerra, psicólogos y "opinólogos" seriales. Obsecuentes mensajes en redes dieron el marco circense a las posteriores horas de producido el hecho. Que era mentira, que fue armado, que el arma era de plástico, que la actuación de la vice era para el Oscar, que los cómplices eran los guardaespaldas, que la renuncia fue por inútil, que ella estuvo seis minutos firmando libros sabiendo que le pusieron un arma a solo 15 centímetros de la frente. Estamos acostumbrados a mirar todo a través del cristal (opaco) de nuestra consciencia colectiva. Somos testigos de lo que queremos ver sin atrevernos a mirar, y para peor, somos víctimas de nuestros prejuicios y presos de la segmentación informativa. Aún ante lo gráfico del suceso, con los hechos replicados en diferentes puntos de cámara, con sonido y con todos los chiches, nos permitimos dudar. Tan acostumbrados estamos ante la mentira pornográfica del diario trajinar, que nuestra primera opción es dudar, ya no para protegernos de la mentira, como si fuese un mecanismo de defensa, sino porque nada nos asombra. Tan habituados a la mentira hecha verdad, y a la verdad hecha mentira, que casi nada nos conmueve. Hasta la decisión del mandamás del país fue al menos, inexplicable. Tan en congruencia con la desidia y cierta debilidad en sus decisiones, mandó feriado; aún en la perspectiva que da la temporalidad de los hechos acontecidos, es casi inentendible su decisión, pero a lo hecho, pecho peronista, y la gran masa se manifestó en paz, asumiendo el día como un feriado y festejando el trunco magnicidio. No sé si les ha pasado a ustedes, queridos lectores, pero a mí, me quedó una pregunta flotando en mi cerebro y que aún sigue estando ahí: ¿Y si la bala salía? ¿Cómo estaríamos en estos momentos como una sociedad institucionalizada y con una democracia casi madura? Son preguntas que no tendrán respuesta, pero que casi seguramente todos imaginamos. No soy analista político y mucho menos cronista, pero creo entender, como todos y sin intención de subestimar a nadie, que además de ser testigos de unas imágenes altamente dramáticas de ver estallar una cabeza en vivo y en directo, desde todos los ángulos posibles, y más allá de la institucionalidad que ella representa y del poder político que sustenta, nos íbamos, ni más ni menos, al tacho. Como país y como sociedad. Vecinos contra vecinos, barrios contra barrios, facciones políticas culpando a la otra y viceversa, ideas que se matan y otras que resucitan. ¿Quién ganaba con todo esto? Es el culo en la taba; el cero en el paño de la ruleta; es la moneda cayendo de canto; es el "todos pierden" de la perinola. Nadie hubiese ganado. Ni viva la Bersa, ni aguante brazuca neo nazi. Los memes hablaron por si solos, tan pendientes los creativos del arte viral en eso de reírse de los hechos detrás del anonimato. De uno y otro lado de la grieta los chistes gráficos pasaban del humor negro al mal gusto, de lo turbio a lo oscuro.
Como decía más arriba, nos acostumbramos a eso de tolerar y normalizar lo intolerable, de hacer común lo que en cualquier lugar del mundo es extraordinario. Siempre caminando al borde de lo "border" (son aquellos individuos cuyas relaciones con el otro son intensas e inestables, alternando entre la idealización y la desvalorización de ese otro, poseyendo una gran inestabilidad afectiva) ¿Les suena? Lo que no sonó fue el disparo; pero la personalidad "border" de quienes lo intentaron tienen una fuente, un sentimiento que no se agota de un día para el otro, se construye, se alimenta, se multiplica y es representativa y simbiótica: es el odio. Independientemente de la figura que fue blanco del ataque, deberíamos hacer el ejercicio de poner a otra persona igual o más representativa y que sea de la oposición. Usemos el ejercicio de la contracara, quitémonos el ropaje de nuestras convicciones y analicemos desde la objetividad, desde el testigo raso. Sí, no vamos a ver aquello que no queremos mirar, porque se nos hace difícil empatizar cuando la distancia que separa a uno de otros es cada vez más lejana, y cuando pareciera que entre ese otro y yo, no hay nada en común.
El primero de septiembre empezó como cualquier otro día. Terminó siendo un día, y un mes, único e histórico. Podremos opinar, pero la historia terminará juzgando los acontecimientos, claro, dependiendo de quien la cuente mejor, o tenga más y mejores herramientas de información.
Confieso que al sentarme frente al monitor, la primera idea que tuve fue la de ponerme a escribir sobre la primavera, el título refiere a eso, de alguna manera, o no. Vera es el borde del camino, el límite, pero también tiene como fuente la palabra verdad. Prima es cierta cantidad de dinero que se da como suplemento de un pago inicial a modo de recompensa o incentivo para conseguir algo. Demasiadas coincidencias en esa magia que poseen las palabras.
Iba a hablar de la primavera, la estación del renacimiento, del poder de la vida que vuelve cada año. La primavera renueva la esperanza, ojalá que lo sucedido en nuestro país sea el comienzo de algo mejor. Ya sé, muy naif, pero soy argentino, habitante del país de las largas esperanzas.
La bala no salió, pero tranquilos, quedan 51 días para el Mundial.