Controles sí, seguridad también
UN LECTOR
"Esta semana empezaban los controles de velocidad en la ruta. Como mucha gente se expresó en este diario, queda claro que el Estado está ejerciendo una gran presión sobre los automovilistas, algo con lo que estamos de acuerdo. Pero a la vez nos preguntamos: ¿No debiera ser igual o asimétrico el nivel de exigencia? ¿Por qué lo decimos? Porque el Estado no se exige a sí mismo de la misma manera, ni siquiera para arreglar el estado de los caminos o las rutas, y así asegurar la seguridad -valga la redundancia- de los usuarios en esas mismas vías. Como ejemplo de esto podemos mencionar lo que pasó en estos días en la autopista Santa Fe-Rosario, con hechos vandálicos prácticamente en los mismos lugares donde se controla la velocidad: arrojan grandes escombros a la carpeta de pavimento, provocando que los automovilistas paren y sean asaltados en plena autopista. Realmente, no estamos en desacuerdo con que se controle la velocidad, pero sí exigimos al Estado que cumpla con su parte del acuerdo: mantener el estado de transitabilidad de las rutas y asegurar la seguridad personal en los caminos de la patria".
Una vergüenza
DORA FERNÁNDEZ
"Está claro que los aumentos de las cosas no los puede parar nadie. ¿Qué hacemos entonces los jubilados nacionales? Yo soy jubilada nacional… ¿Saben cuánto gana un jubilado nacional? Ya no podemos comprar nada, ni para comer. No podemos darnos un gusto de nada. A esto no lo para nadie, ni el ministro de Economía, ni el presidente. ¿Qué es lo que hacen? ¿Están calentando una silla mientras nosotros les pagamos el sueldo? Los pobres jubilados estamos allá abajo, porque ya no podemos hacer absolutamente nada. Por favor: ¡Hagan algo! Esto ya no va más, no se puede vivir así. Esto es una vergüenza. Lo que están haciendo es una vergüenza".
Los jueces ya no hablan por sus sentencias
MARTA SNAIDERO
El pasado 14 de febrero, en un programa de televisión de chismes del espectáculo de un canal porteño, una jueza que pareciera haber entrado en el juego, hizo comentarios que nada tenían que ver con la causa en la que intervino. Es más, el causante, un deportista mundialmente conocido y reconocido no solo en nuestro país, fue víctima de acusaciones que en boca de una "representante" de la Ley se tornan ciertas, ya que nadie arriesgaría a pedirle explicaciones o pruebas.
Esta "señora", como la llamó la conductora, evidentemente con la camiseta del feminismo puesta -y quizás pretendiendo dar primicias que al aire no les fueron solicitadas por el ávido panel-, atinó a difamar al difunto, contando conductas que supuestamente tuvo este dentro de un penal, tales como que "compraba a los guardias" (en el zócalo de la pantalla y de manera verbal) y que "pidieron lo trasladasen por tenerlos cansados".
También puso en boca de un hijo del "conejo de indias" del programa, que cuando sucedió el hecho por el cual su progenitor fue condenado, el pequeño "pedía a su abuela al asistir esta al juicio, dijese "él la mató". ¿El subconsciente acaso la traicionó al referirse al sentimiento que le produjo ver las fotos de la joven mujer fallecida? Me pregunté si esto pudo haber influido en su fallo, obviamente condenatorio.
Por aquello de que los muertos no pueden defenderse, como tampoco supo y pudo el acusado, cabría se diera por satisfecha la magistrada, haber pasado a la historia y mantener su lugar sin prestarse a conventillos mediáticos. Pero "del árbol caído, todos hacen leña". ¿O algunos la cortan y el resto se sienta a ver el fuego crepitar?
Difamar: decir en público o escribir cosas negativas en contra del buen nombre, la fama y el honor de una persona, en especial cuando lo dicho o escrito es falso. Una de las pruebas requeridas para demandar, es la publicación hecha por cualquiera que no sea la persona difamada. ¿Cuándo esta lleva décadas bajo tierra es algo imposible, verdad?
Un medio de comunicación debe asumir el compromiso de informar con la premisa de contar siempre la verdad, un ideal que muchas veces se deja de lado por responder a un interés económico o ideológico. ¿Esta señora, habrá querido justificar aquel pulgar para abajo?
Debo suponer que animada por la producción, o motu proprio, logró tener más minutos de pantalla en procura de asestar el "golpe mortal" a la imagen aún valorada por millones de personas que sabiamente pueden distinguir entre las aptitudes y errores de quien por años abrazaron, se fotografiaron y comieron de su mano, o al que le deben tantas alegrías.
Los menos y con capacidad de amar y perdonar, no responsables, sus seres queridos, intentan seguir con sus vidas, sin poder desprenderse del estigma que cierta "sociedad" les asestó por portación de apellido.
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