Sábado 26.2.2022
/Última actualización 19:05
En enero se conmemoró el 77 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz y me hago planteos de docente: ¿Cómo abordar el tema del antisemitismo durante la Segunda Guerra Mundial y -a la vez- "enganchar" y hacer pensar a las jóvenes generaciones?¿Qué películas pueden funcionar como puerta de entrada? ¿"La vida es bella", "La lista de Schindler" o "El pianista"? ¿Qué textos pueden despertar la curiosidad? ¿El "Diario de Ana Frank", "El diario de los escritores libres" o "El niño con el pijama de rayas"? ¿Será muy ambicioso recurrir a "El hombre en busca de sentido"? ¿Y por qué no una historieta? ¿Por qué no utilizar "Maus" de Art Spiegelman?
En EE.UU., parecen no estar de acuerdo con la utilización de este cómic en las aulas. El pasado mes de enero, la Junta Escolar del condado de McMinn, en el sureño Estado de Tennessee, acordó -por unanimidad- sacar a la novela gráfica sobre el Holocausto de la lista de lecturas de Lenguaje Artístico (octavo año). ¿Qué pueden tener de peligrosos esos cuadritos con dibujos sencillos? ¿Qué puede haber de perjudicial en esos animalitos situados en la Segunda Guerra Mundial? El consejo rector educativo, que en el sistema estadounidense tiene poder sobre los contenidos pedagógicos de una determinada región, vetó el texto ya que contiene la "representación del cuerpo desnudo de una mujer" y "expresiones malsonantes". En el registro del debate de dicho consejo se escucharon argumentos de este calibre: "El genocidio de seis millones de judíos fue horrible, brutal y cruel… pero 'Maus' muestra gente ahorcada y niños asesinados. ¿Por qué nuestro sistema educativo debería promover esos contenidos? Creo que no es buena idea, ni tampoco me parece saludable"; o "Si quisiera adoctrinar a los hijos de los demás, emplearía este método. Colocaría mensajes lejos del radar de los padres para que los niños se los tragaran sin más. Creo que es hora de que revisemos el currículo completo"; o "Puede que esté equivocado, pero este tipo (el historietista) solía trabajar para Playboy". Sin dudas, planteos que podrían escucharse -¡tranquilamente!- en boca de los bomberos piromaníacos de "Fahrenheit 451".
Relato de un superviviente
Vale la pena leer esta novela gráfica no sólo porque toca el tema de la Shoá sino -sobre todo- porque Spiegelman demuestra su maestría narrativa en el tratamiento del tema y, a la vez, explora y expande las posibilidades de la literatura ilustrada. "Maus" no es -ni por asomo- un "Holocausto para principiantes"; la obra, según su autor: "Ha cambiado la manera en que se percibía el medio en que trabajo. Para muchos, demostró que el cómic podía ser una forma artística seria."
El subtítulo del primer capítulo de "Maus" nos alerta: Vladek Spielgelman, padre de Art, no cuenta su historia sino que la "sangra". Vladek es un polaco-judío superviviente y carga con eso él y toda su familia. La carga no es liviana: ante esto, la esposa de Vladek y madre de Art se suicida en el '68 por no soportar ese peso; por su parte, el caricaturista opta por convertirla en arte, por compartirla y hacer la catarsis creativa y recreativa. Según Art, "Maus": "Trata del Holocausto y su impacto en los supervivientes y en los supervivientes de los supervivientes".
A través de las viñetas, vamos: del pasado al presente, de Europa a EEUU, de New York a Auschwitz, de la Segunda Guerra al epílogo de la Guerra Fría y viceversa. Somos testigos de la odisea de los personajes por zafar de la muerte en los campos de exterminio construidos por los nazis y, también, espectadores privilegiados de la odisea del propio historietista por convertir su materia prima en arte. Según Art, el tema de "Maus" es: "La recuperación de la memoria y, en última instancia, su creación. No es la historieta de un hijo que tiene problemas con su padre. Trata de un dibujante que intenta imaginar lo que vivió su padre".
El creador apuesta por un estilo cercano al under, al posmodernismo o cómic alternativo; en lugar de presentar figuras con belleza greco-romana (pensemos en la estampa de Clark Kent o Flash Gordon), los trazos se simplifican; reinan el blanco y el negro; se privilegia un dibujo artesanal, como si fuera sacado de un sketchbook y publicado sin tantos retoques; algo que va en sintonía con el tema abordado: reconstruir y desnudar las intimidades de la biografía familiar con el truculento telón de fondo de la Shoá.
El historietista retoma elementos de las fábulas clásicas: animales antropomórficos que ponen en escena la tragi-comedia humana (los ratones son los judíos; los gatos, nazis; los perros, yanquis; las ranas, franceses; los cerdos, polacos). Inscribe a esta fauna en una extensa y rica genealogía del mundo de las caricaturas: ¡Son familiares de Tom y Jerry, Mickey Mouse o El Gato Félix! Los animalitos de "Maus": están envueltos en una lucha desigual por salvar el pellejo en un escenario que nada tiene que ver con los encantadores paisajes de Disney o los desopilantes de Hanna y Barbera; habitan el peor infierno gestado por el hombre (los campos de exterminio; las cámaras de gas; las fosas comunes). Las viñetas de "Maus" no presentan héroes de acero (Iron-man), superpoderosos (Hulk), semidioses (Thor) e invencibles (Súperman): ¡Morirán 6 millones de judíos y no habrá Capitán América, ni Liga de Justicia, ni Vengadores para detener estos crímenes y ajusticiar a los criminales! A diferencia de la DC o Marvel, aquí no hay tajante diferencia entre el mal y el bien; porque cuando se trata de sobrevivir en un campo de concentración, se experimenta un apagón moral en el que se confunden héroes y villanos. En tal sentido, el protagonista (Vladek) es presentado sin maquillajes atenuantes que lo vuelvan simpático a los ojos de los lectores: por un lado, es astuto, emprendedor, arriesgado, persuasivo y decidido; pero también es avaro, mentiroso, ventajero, mezquino, acumulador compulsivo y poco afectuoso con su hijo o su pareja. Por ejemplo: se cuela en los hoteles y allí usa sus piscinas y roba toallas o cajas de fósforos; no quiere tirar platos rotos porque considera que puede repararlos; devuelve al supermercado alimentos a medio comer; o simula estar enfermo para que su familia lo llame por teléfono. La pincelada final a este retrato se da cuando Vladek se enfurece con su hijo porque ha recogido en la ruta a un afrodescendiente y, a raíz de esto, recibe el reproche de su nuera: "¡Es atroz! ¡Cómo puede usted, justamente, ser racista! ¡Habla de los negros como los nazis hablaban de los judíos!"
¿Otras razones por las cuales leer "Maus"? Recibió un Pulitzer (algo inusitado dentro del mundo de las viñetas) y Spiegelman se ha tomado el trabajo de desnudar su taller creativo en "Meta-Maus". Éste es un libro con estructura de entrevista que: se interna en la cocina del guionista y dibujante (expone estudios preliminares y apuntes confeccionados por el artista durante su visita a los campos de exterminio); comenta la documentación consultada durante la gestación de las viñetas; explicita la estrategia editorial de publicación del material por tomos; contiene "relatos" enmarcados (historietas dentro de la historieta; entrevistas dentro de las entrevistas) e, inclusive, las tantísimas cartas de rechazo del cómic firmadas por prestigiosos editores que no vieron un filón comercial en la biografía de ratoncitos judíos atrapados por el infierno nazi. Se sincera el historietista: "Hice el libro para que durara, y fue su estructura tan compleja lo que aguantó la obra y a mí. No tardé 13 años por aquello de '¡Dios mío! Duele tanto pensar en Auschwitz que mejor continúo mañana.' Tuve que poner mis intereses formales al servicio de la narración. Implicó pelear con las limitaciones y las posibilidades del cómic para resolver cómo traducir la narración".
Para cerrar este texto y retomar la reciente polémica suscitada en torno "Maus" por la Junta Escolar del condado de McMinn, vale la pena destacar la reacción del mismísimo Art Spiegelman: "No se dan cuenta de que tanto empeño en proteger a sus hijos los hace más vulnerables, que crecen sin aprender cómo convertirse en adultos empáticos, en personas éticas. Uno de los comentarios que más me asombró fue el de uno de los miembros, que se quejaba de que representara a ratones ahorcados y el asesinato de niños. ¿Por qué deberían ver eso nuestros muchachos? Bueno, se trata del Holocausto: si quieres enseñar lo que sucedió, tienes que mostrarlo, y yo lo hice escrupulosamente, sin sensacionalismo".