La Ley Nacional Nº 1420, de Educación Común, sentó las bases de la creación del sistema educativo argentino, estableciendo la instrucción primaria, obligatoria y gradual para todos los niños de entre 6 y 12 años. Domingo Faustino Sarmiento (nacido el 15 de febrero de 1811, de allí la conmemoración), luchador incansable por la educación primaria e igualitaria, tuvo un papel trascendental en la sanción de esta ley, el 8 de julio de 1884 (en 2024 se cumplirán 140 años de su promulgación). Ya en 1849 -cuando residía en Chile- había publicado "Educación Popular", una obra en la que proponía una instrucción pública estatal, semejante a la que había observado en los países europeos y en Estados Unidos.
"El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen. Y la educación pública no debe tener otro fin que el aumentar esta fuerza de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las posean". (Sarmiento, "Educación Popular")
Siendo presidente de la Nación (1868-1874), Sarmiento no llegó a sancionar una norma que vertebrara sus ideas respecto a la constitución de un sistema educativo en el país. Tampoco lo hizo su sucesor, Nicolás Avellaneda, quien había sido el ministro de Educación (entonces de Justicia e Instrucción Pública) durante la presidencia de Sarmiento. Fue Julio Argentino Roca, sucesor de Avellaneda en la presidencia, el que, continuando la obra de Sarmiento, avanza en la construcción del sistema de educación nacional.
Roca asume su primera presidencia el 12 de octubre de 1880 y a los pocos meses crea el Consejo Nacional de Educación, órgano destinado a conducir la política para la educación primaria en el ámbito nacional y elige a Sarmiento para presidirlo (1880-1886). Al mismo tiempo, Roca designa a su predecesor en la presidencia, Nicolás Avellaneda, como Rector de la Universidad de Buenos Aires. No es un hecho menor que los dos presidentes anteriores fueran designados por Roca, uno al frente de la educación primaria y el otro, de la institución de educación superior más importante de la época. Quizás este ejemplo vale más que mil palabras, y es uno de los mensajes más fuertes sobre la importancia que, en esos tiempos históricos, le atribuía a la educación, quienes definieron los destinos de la Nación a finales del siglo XIX.
El gran debate parlamentario sobre el proyecto de ley de "educación común" comenzó el 4 de julio de 1883. Los parlamentarios de los "partidos" en pugna: el católico y el liberal-positivista desplegaron en cada jornada un debate profundo. El principal interés de sus impulsores de la ley residía en el establecimiento de un sistema de educación pública y de calidad para todos los habitantes de la Nación Argentina. La educación era reconocida como el mejor medio para alcanzar el progreso a largo plazo. De acuerdo a la visión sarmientina, el desarrollo económico no bastaba para que el país se convirtiera en una república de ciudadanos civilizados.
"La República Argentina debe la constitución de la identidad nacional a la escuela pública, heredera de la Ley 1420. La escuela Primaria argentina fue la escuela más brillante de toda América, aquella que consolidó la vieja idea de unir al criollo con el inmigrante, ricos y pobres, bajo el guardapolvo blanco…" . Palabras de la Dra. Griselda Tessio, "Ley 1420, debate parlamentario". Publicación de la Cámara de Senadores de Santa Fe, año 2011.
Hasta hace cinco décadas, nuestro país formaba capital humano de excelencia; en efecto la Argentina es el único país de América Latina que tiene cinco premios Nobel: dos de la Paz, tres de Medicina. Pero desde hace largo tiempo, la calidad del sistema educativo ha caído a niveles nunca vistos. Hoy la Ley 1420, así como el resto de las leyes de educación que se sancionaron en el siglo XX, se han transformado en una ilusión, son en realidad entelequias que forman parte de la anomia de un país, cuyas leyes no se cumplen.
En honor a Sarmiento y a todos los hombres y mujeres que han forjado el proceso de construcción de la República Argentina, desde su nacimiento, como una nación libre, independiente y moderna, hoy los ciudadanos tenemos el compromiso de pensar en renovar el pacto fundacional por la educación popular. Educación como base constitutiva del conocimiento, saber leer y escribir, entender lo que leemos, saber expresarnos, para ser ciudadanos libres. Ser capaces de construir un pacto fundacional por y para una renovada educación permanente, donde sean participes las familias, los alumnos, los docentes y el saber, como forma de recuperar el orgullo de ser una Nación educada y libre. En esto nos estamos jugando el futuro, y el futuro de nuestros estudiantes es hoy.
(*) Presidenta de la Asociación Civil Instituto Sarmientino de Santa Fe.
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