Se solicita ayuda para una persona discapacitada, de bajos recursos. Ella sufre erisipela en las dos piernas y es alérgica a la penicilina. Necesita en forma urgente el siguiente medicamento: Eritromicina, 500 MG. Lo debe adquirir en forma particular, no tiene genéricos. Debe tomarlo cada 6 horas por 30 días consecutivos, sin cortar el tratamiento. En total necesita 120 comprimidos. Además empecid spray, para aplicarse 3 veces por día. A quien pueda tenderle una mano. Contacto: 3426 15-7091. Desde ya, muchas gracias.
De las fiestas solemnes de Israel prescriptas en la Torah, el cristianismo adoptó la Pascua y el Pentecostés para recordar la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios y la venida del Espíritu Santo. Y quiso también celebrar la encarnación del Verbo y su nacimiento en Belén. El tiempo fue agregando formatos culturales y tradiciones de diversos orígenes, con personajes reales e imaginarios, que se tomaron como parte del "espíritu navideño" y llegaron a opacar en algunos casos el verdadero sentido de la Navidad. Pero como la Luz brilla y la oscuridad no puede apagarla, cada año alguien nos recuerda que "Navidad es Jesús" y volvemos a gozarnos juntos porque el propio Dios se hizo uno de nosotros.
¿Cómo no llenarnos de gratitud ante tal muestra de amor? ¿Cómo no querer cantar y estar en familia para recordar el Nacimiento anunciado por los ángeles y los astros? Alegrémonos y exclamemos: ¡Gracias a Dios por su don infinito!
Este poema de Gabriela Mistral, tal vez sea uno de los que mejor reflejan el espíritu de Navidad. Es simplemente precioso. Premio Nobel de Literatura 1945.
Solo sé cómo se llama
Que si nació hoy,
que si nació ayer,
que si nació aquí,
que si nació allá.
Que si murió a los 33,
que si murió a los 36.
Que cuántos clavos,
que cuántos panes y pescados.
Que si eran reyes, que si eran magos.
Que si tenía hermanos,
que si no tenía.
Que dónde está, que cuándo vuelve.
Yo, lo único que sé es que…
A mí me tomó de la mano
cuando más lo necesitaba.
Me enseñó a sonreír y a agradecer
por las pequeñas cosas.
Me enseñó a llorar con fuerzas y a dejar ir.
Me enseñó a despertarme agradecido
y a acostarme con la cabeza tranquila.
A caminar muy lento y sin preocupaciones.
Me enseñó a abrazar al que me necesita.
Me enseñó mucho, me enseñó todo.
Me enseñó a quererme con ganas.
A querer a quien está al lado y a darle la mano.
Me enseñó que siempre me está hablando
en lo cotidiano, en lo sencillo,
a manera de mensajes
y que, para escucharlo,
tengo que tener abierto el corazón.
Me enseñó que un "gracias" o un "perdón" lo pueden cambiar todo.
Me enseñó que la fuerza más grande es el amor y que lo contrario al amor es el miedo.
Me enseñó cuánto me ama
a través de lo que yo amo a mi familia.
Me enseñó que los milagros sí existen.
Me enseñó que si yo no perdono, soy yo el que se queda prisionero, y para perdonar primero tengo que perdonarme.
Me enseñó que no siempre
se recibe bien por bien,
pero que actúe bien a pesar de todo.
Me enseñó a confiar en mí
y a levantar la voz frente a la injusticia.
Me enseñó a buscarlo adentro y no afuera.
Me dejó que me aleje, sin enojarse;
que salga a conocer la vida;
a equivocarme y a aprender.
Y me siguió queriendo, cuidando y esperando.
Me enseñó que solo vengo por un tiempo,
y solo ocupo un lugar pequeño.
Y me pidió que sea feliz
y viva en paz,
que me esfuerce cada día en ser mejor
y en compartir Su luz conociendo mi sombra, que disfrute, que goce, que ría, que llore y que valore, que Él SIEMPRE va a estar conmigo… que aunque dude y tenga miedo, confíe,
ya que esa es la fe, confiar en Él a pesar de mí…
Gracias, Jesús, por estar en mi vida y enseñarme a vivirla.
Celebro que llegó a mi vida y que, si se lo permito, ¡vuelve a nacer en mi corazón!
Solo sé que se llama Jesucristo.
Era 1° de diciembre, jornada en que comienza el Adviento. Y como pudimos luego analizar, no fue casualidad que eso nos pasara ese día. "El Adviento nos invita a reflexionar sobre la esperanza, la luz que viene en medio de la oscuridad y la promesa de que, incluso en los momentos más difíciles, hay un propósito y una renovación en camino".
Veníamos de estar reunidos con gente muy querida. Llegamos a casa y comenzamos a organizar todo dentro de ella. Tenemos la dicha de contar con un patio enorme. Lo que pasó no fue un descuido, fue un accidente, algo que tenía que pasar para que descubriéramos taaantas cosas.
Nico tiene 14 meses y unas ganas increíbles de conocerlo todo, de disfrutar, de jugar. Ama jugar con agua, también hacer lío. La pileta en casa está cercada, fue mi marido quien hizo el cerco ni bien terminamos de hacer la pileta. Era nuestra condición. No se estrenaba hasta que el cerco estuviera listo. Sabemos del peligro, honramos la vida.
Ese día temprano hubo una tormenta fuertísima. Cuando llegamos a casa había un lindo desastre en el patio. Empezamos entre todos a limpiar, entre ello, a sacar las hojas de la pile. Al salir, la puerta se cerró y trabó, pero Nico, que paseaba por el patio con su pelota, jugando, buscando oportunidades de hacer alguna travesura, se encargó de abrirla. Vimos luego en las cámaras que empujó, empujó, y la logró vencer. Jugó con sus manos en el agua, luego metió sus pies, se metió entero a jugar, intentó salir y luego se cansó. Fueron minutos…
Yo terminé de juntar unos vidrios que había dejado desparramados la tormenta en el patio del frente y salí a ver qué travesura podía estar haciendo atrás. Había mucho silencio, es común eso cuando está donde no debe. Cuando me dirigí para buscarlo en el agua de los perros, donde le encanta jugar, vi la puerta de la pile entreabierta. Por supuesto me acerqué y ahí descubrí una imagen con la que nadie nunca quiere encontrarse: Nico flotando. Azul, sin respirar. Fueron segundos, Gracias a Dios, solo segundos. Podría no haber salido, podría haber buscado en otro lado primero. Pero algo me llevó enseguida ahí… sin dudas su Ángel de la Guarda.
Comenzó la bendición. Lo saqué inmediatamente y mi marido pudo iniciar las maniobras de RCP. Otra bendición. Inmediatamente Nico reaccionó, vomitó, comenzó a quejarse. El alma duele mucho en esos momentos. Te invade el miedo y tu cerebro se encarga de mostrarte el peor final. Pero empecé a rezar con todas mis fuerzas. Sé que Nico tiene un Ángel de la Guarda muy especial. Que estaba con él. Que nos guió a nosotros en nuestro accionar.
Corrí hacia el fondo del patio gritando sin parar. Allá vive un cardiólogo. No cualquier cardiólogo, uno que además de gran médico es una gran persona. Otra bendición. En segundos, él y otro vecino que vive también en el fondo saltaron el cerco (aún no puedo creer cómo lo hicieron) y se sumaron a ayudar. "Si estás pasando por un mal momento, el Adviento puede ser un recordatorio de que Dios está contigo, que la luz siempre llega, incluso en las noches más largas".
Martín, mi esposo, seguía haciendo las maniobras y él se sumó a aportar su saber. No es fácil reanimar solo a tu hijo en un momento así. Necesitamos de otro que nos ayudara a confiar. Que actuara junto a nosotros. Nico siguió reaccionando. Activamos el servicio de emergencias. Llamamos al 911 y se dio otra bendición. Inmediatamente se dispusieron a ayudarnos a que Nico estuviera bien. En instantes, llegó la policía. Y ahora también, no solo dispuestos a hacer su trabajo, sino a acompañarnos con toda su Fe y amor. Yo no podía parar de llorar, y una de las policías se ocupó de abrazarme y buscar darme calma. El otro vecino nos ayudó a contactar a nuestra familia para que pudiera venir a apoyar a los hermanos, ofreciendo calma, consuelo y su compañía. Tenemos la dicha de ser una familia grande, 4 niños. Sus hermanos presenciando la tremenda situación, pero también rezando, confiando y ayudando a que pudiéramos organizarnos para salir urgente a llevarlo al hospital.
La ambulancia también demoró segundos. Los médicos que lo comenzaron a atender se organizaron para que estuviera bien. Yo fui con ellos en la ambulancia, pude ver su entrega, el cuidado con que lo atendían. Paralelamente la policía había activado un dispositivo que frenó el tránsito por completo para que pudiéramos volar hasta el hospital.
Difícil describir la magia de ver un domingo las rutas 1 y 168 despejadas desde Colastiné a Santa Fe. Un operativo destacable en su organización y también en la entrega de todos esos policías que se organizaron para acompañarnos. Se nos ponía la piel de gallina al ver tanto despliegue de patrulleros y motos. Se entregaron sin dudar para cuidarnos. A una velocidad en la que sus propias vidas se expusieron, para que Nico llegara al hospital para recibir los cuidados necesarios. Allí también: infinidad de enfermeros, médicos, personal del Hospital de Niños. Todos cuidando con un profesionalismo destacable, con amor y entrega.
Nico lloraba sin parar. Su llanto al comienzo nos dio calma, porque estaba vivo, pero luego nos asustó que no se detuviera. Una enfermera de terapia lo alzó y abrazó y ahí pudo calmarse y abrir sus ojos. ¡Nuestro bebé estaba vivo y bien! ¡Solo que con mucho miedo! Sentir el cariño de esa enfermera pudo calmarlo. Y ahí pudimos reencontrarnos. Solo debimos estar dos días. Se encargaron de hacerle todos los controles para quedar en calma, y en el mientras tanto pudimos conocer la dicha que tenemos los santafesinos de contar con ese hospital público, con las personas que lo componen y con todos los recursos a disposición para cuidar, curar, salvar.
Nos llevó tiempo poder sentarnos a escribir. Cuesta remover esos recuerdos. Pero al mismo tiempo sentimos importante que toda la comunidad sepa en las buenas manos que está nuestra seguridad y nuestra salud.
A todos un ¡INMENSO GRACIAS! Esta Navidad pudimos celebrar con alegría este nuevo nacimiento.
"Confía en ese amor infinito que nunca abandona!".
[ Relato de una familia que vivirá siempre muy agradecida ].
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