ENRIQUE DE B° SUR
"¿Cuándo se va a decidir el gobierno nacional a terminar con las 'patentes de corso' de los colegios profesionales y de los registros? Hagamos números: 'el selladito' de la orden médica $ 2.000. Si se hacen, por ejemplo, 3.000 por día en la provincia son 138 millones de pesos. ¿Quién controla? ¿A dónde van esos recursos? Mientras, somos rehenes de estas prebendas".
ALBERTO FABIÁN ESTRUBIA
Antes de exponer mi pensamiento, quiero hacer referencia a la frase ya dicha por Buda de que "El dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional", donde parecería darse una etapa anterior y otra posterior y la posibilidad superadora a través de una acción interior como la reflexión, la meditación o la oración. Y sin pretender ser un "iluminado", me parece que supone que el dolor es siempre de raíz psicológica y momentánea, y que el dolor-sufrimiento es perdurable, si no busco esa reacción interior, espiritual. Si todo se reduce a lo interior es claro que esta forma de ver ignora lo sensible y lo social.
La cuestión es que no se reduce solo por caminos psicológicos o espirituales, sino que se da en gran medida en nuestra realidad biológica concreta que es nuestras vidas. Enumeremos males: más del 50 % del pueblo argentino está sufriendo pobreza, hambre, desalojos, exclusión, abandono y otras cuestiones que no son psicológicas sino muy concretas y vitales, y la única forma de superar esta etapa de sufrimientos es buscando soluciones específicas, ya y ahora, antes de que sea tarde. Podemos decir que el dolor diario pasa a ser sufrimiento por su continuidad, manteniendo su carácter destructivo y no porque nosotros lo elegimos o minimizamos. Entonces esto no se supera con solo actos de conciencia o mera discursividad, sino atendiendo las carencias.
El presidente y su caterva de insensibles al dolor y la angustia de sus connacionales, nos siguen mintiendo diciendo que esta etapa de sufrimiento es necesaria para poder llegar a la abundancia después de 40 años de caminar por el desierto, al igual que el pueblo de Israel. Y esa mentira empieza a ser creíble por la gente simple e ignorante y a extenderse en nuestra sociedad como mancha de aceite, porque los que manejan algunos medios o el hacer político, la predican y la sustentan.
Y están los que callan. Muchos se sienten confundidos porque no están acostumbrados al zigzagueo político y otros callan porque les conviene que haya pobres para acrecentar su poder y amasar sus riquezas.
Pero volvamos a lo central: el sufrimiento es malo en sí mismo, porque nos hace mal en lo físico o en lo psíquico. A nadie le puede gustar sufrir. Si nos remontamos a los antiguos estoicos griegos o romanos, ellos no amaban el dolor, sino que lo soportaban sin perturbarse, sin lamentos, a fin de mostrar la grandeza y el valor del autodominio.
Tampoco es cierto que uno acepta el sufrimiento porque es un designio de Dios, o porque completamos el sufrimiento redentor de Jesús. Nada más lejano. Si decimos que Dios es Amor, Él no puede deleitarse con nuestro dolor, como no lo hizo con el dolor del crucificado. El dolor no purifica o lava las culpas. Tiene su origen en las conductas equivocadas de los humanos. El sufrimiento es malo. Las guerras y las pestes ocasionan sufrimiento y muerte. Nadie puede sostener que eso es bueno para nosotros, porque nos ayuda a reflexionar y hacer propósitos de enmienda.
Resumiendo: lo malo, lo equivocado o lo erróneo no pueden ser el camino para llegar al bienestar, la felicidad o el bien. No podemos aceptar que tenemos necesariamente que sufrir: no, eso es la mayor mentira de las tantas que se escuchan.
¿Entonces? Entonces, hagamos honor a la verdad y exterminemos la epidemia de falsedades. Derrumbemos a los ídolos de barro y cartón pintado y enarbolemos la bandera celeste y blanca en los monumentos a San Martín, Belgrano, Güemes, el Chacho Peñaloza o Juana Azurduy.
Solo a partir de la nacionalidad que proclamaron nuestros próceres podremos encontrar el camino que nos lleve al bienestar de todos.
MIGUEL ÁNGEL REGUERA
¿Cuál es la razón por la que los habitantes de las ciudades con sus impuestos financian la existencia de plazas públicas, calles y avenidas, semáforos y señales de tránsito, monumentos y estatuas, parques o paseos costaneros recreativos, reservas naturales, etc. y no habrían de gozar también de transporte público urbano gratuito?
La pandemia y sus consecuencias, como las restricciones petroleras y gasíferas, dada la guerra en Ucrania, hizo que Europa se pusiera a pensar en este dilema. Hoy, Dunkerque, Calais y más de 50 ciudades en Europa, para no mencionar a países como Luxemburgo, ya cuentan con su sistema de transporte urbano gratuito.
Algunas ciudades de grandes países americanos, como Brasil, Canadá o Estados Unidos también lo están experimentando. Otras van en camino de ello, incluyendo hasta ahora solo a categorías de pasajeros que van desde menores de 18 años, estudiantes universitarios y trabajadores, o pensionados mayores adultos.
Está claro que cualquier bien o servicio tiene un costo y debe ser pagado por alguien. Y aquí es donde aparecen múltiples alternativas. Los grandes casinos de Macao en Asia financian el sistema con las rentas del juego. También hay posibilidades de vender publicidad en autobuses, trenes y tranvías eléctricos. En Francia se suele aplicar un pequeño impuesto a las empresas y otras ciudades aprovechan lo que en sus presupuestos se van ahorrando de atención hospitalaria por accidentes de tránsito, o en políticas de lucha contra la contaminación ambiental.
La disminución del uso de vehículos particulares redunda en beneficios a la salud por un ambiente más amigable y reduce las emisiones de carbono, también la contaminación sonora disminuye.
Muchas empresas afirman que están dispuestas a contribuir al sistema, porque reducen sus costos en espacios para estacionamiento, viáticos a sus empleados para mantenimiento de vehículos, ahorran en llegadas tarde o ausentismo de trabajadores que tienen problemas en carreteras o accidentes de tránsito y claramente habría menos tratamientos médicos por accidentes "in itinere".
En tiempos en que en nuestro país se discute la suba del transporte público es difícil ir contra-corriente, pero también es necesario mostrar que hay diferentes caminos en el mundo, que se eligen "libremente" por empresas y trabajadores de las ciudades, en busca de menor contaminación, mayor comodidad y ahorro que significa mayores ingresos para los trabajadores, que utilizan ese dinero para consumir más y provocar crecimiento económico en muchos sectores de la economía.
Si bien es un sistema que ha demostrado ser más eficiente en ciudades de menos de 100 mil habitantes y que no ha sido implementado en grandes capitales, puede ser una alternativa a explorar por las provincias, en algunos casos de comunicación interna (dentro de la misma localidad hacia la empresa o la Universidad), o en pequeñas localidades que quieran estimular el turismo, la recreación, la búsqueda laboral, o en definitiva facilitar el acceso a todos los que lo necesiten. ¿Es para pensar, no? Después de todo, los grandes conglomerados urbanos son construcciones culturales, donde la racionalidad debe tener siempre un lugar al buscar soluciones a los problemas cotidianos.